16 El Señor se dirigió a mí y me dijo:
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17 “Cuando los israelitas vivían en su tierra, la profanaron con sus malas acciones. Su manera de vivir era para mí algo sucio y repugnante.
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18 Entonces descargué mi ira sobre ellos por los asesinatos que cometieron en el país y por la manera en que lo profanaron adorando a los ídolos,
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19 y en castigo de sus malas acciones los dispersé entre los demás países y naciones.
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20 Pero en todos los pueblos a donde llegaban ofendían mi santo nombre, pues la gente decía: ‘Estos son el pueblo del Señor, pero tuvieron que salir de su país.’
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21 Entonces me dolió el ver que, por culpa de Israel, mi santo nombre era profanado en cada nación a donde llegaban.b
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21 b 36.20-21 Si la dispersión de los israelitas se prolongara indefinidamente, el nombre del Señor seguiría siendo profanado entre las naciones, y estas no tendrían ningún motivo para reconocer el poder del Dios de Israel y respetar su autoridad. De ahí el celo del Señor por reivindicar en cada nación el honor de su nombre.
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22 “Por eso, dile al pueblo de Israel: ‘Esto dice el Señor: Lo que voy a realizar no es por causa vuestra,c israelitas, sino por mi santo nombre, que vosotros habéis ofendido entre las naciones a donde habéis ido.d
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22 c 36.22 No es por causa vuestra: Ezequiel no ha cesado de insistir en la responsabilidad personal (véase Ez 18.1-32 n.), pero con no menos fuerza pone también de relieve la iniciativa de Dios. Sin esperar a que su pueblo se convierta totalmente, el Señor lo reunirá y le dará un corazón nuevo y un espíritu nuevo (v. 26), para que se vuelva a él y cumpla su voluntad, no forzada sino espontáneamente. Cf. Jer 31.34. d 36.22 La derrota sufrida por los israelitas a causa de sus pecados dio motivo a los paganos para pensar que el Dios de Israel era incapaz de impedir que su pueblo fuera humillado y llevado al exilio. Por eso, el Señor va a borrar la afrenta que le han hecho, mostrando a la vista de todos, por medio de los actos que está a punto de realizar para la liberación de Israel, que él está presente en todo lo que acontece, tanto para el juicio como para la salvación. Véase Ez 20.41 n.
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23 Yo mostraré ante las naciones la santidad de mi gran nombre,e que habéis ofendido entre ellas; y cuando lo haga, reconocerán que yo soy el Señor. Yo, el Señor, lo afirmo.
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23 e 36.23 Yo mostraré ante las naciones la santidad de mi gran nombre: es decir, el Señor hará que su nombre sea reconocido como santo. Cf. Mt 6.9.
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24 Yo os sacaré de todas esas naciones y países; os reuniré y os haré volver a vuestra tierra.
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25 Os lavaré con agua pura,f os limpiaré de todas vuestras impurezas, os purificaré del contacto con vuestros ídolos
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25 f 36.25 En un país como Palestina, donde la sequía era una de las más terribles plagas (cf. 1 R 17.1; 18.5; Jl 1.9-12,17-20), el agua llegó a ser uno de los símbolos por excelencia de la vida (cf. Ez 47.1-12). El agua era también instrumento de purificación, como lo atestiguan las numerosas aspersiones y abluciones que se practicaban en el culto (cf. Lv 14.8-9; 15.1-18; Mc 7.3-4). Sin embargo, la purificación y la renovación anunciadas aquí por Ezequiel superarán en eficacia a todos los ritos antiguos.
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26 y pondré en vosotros un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de vosotros ese corazón duro como la piedra y os pondré un corazón dócil.g
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26 g 36.26 Cf. Sal 51.10; Is 44.3; Ez 18.31.
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27 Pondré en vosotros mi espíritu y haré que cumpláis mis leyes y decretos;h
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27 h 36.25-27 Ezequiel había repetido incansablemente que el pueblo de Israel se había vuelto impuro a causa de sus pecados e idolatrías. Ahora anuncia un tiempo en que el Señor va a intervenir para transformar interiormente a su pueblo y limpiarlo de todas sus impurezas. La idea de la total transformación interior se expresa con la imagen del corazón y del espíritu nuevos, mientras que el simbolismo del agua pura pone de relieve la profundidad y eficacia de esa acción purificadora. Véase Ez 2.2 nota c, y cf. Jer 31.31-33; Ro 8.5-6; Gl 5.22-25; 1 Jn 3.24.
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28 viviréis en el país que di a vuestros padres, y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.i
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28 i 36.26-28 Ez 11.19-20.
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© 2002 Sociedades Bíblicas Unidas y Sociedad Bíblica de España |
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