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Génesis 37-50

Génesis :Introducción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50

37 4. José (37–50)a
Jacob se quedó a vivir en Canaán,b donde su padre había vivido por algún tiempo. Esta es la historia de la familia de Jacob.c
José y sus hermanos
Cuando José era un muchacho de diecisiete años, cuidaba las ovejas junto con sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, concubinas de su padre. Y José llevaba a su padre noticias de la mala conducta de sus hermanos.
Israel quería a José más que a sus otros hijos, porque había nacido siendo él ya anciano. Por eso le hizo una túnica muy elegante.d Pero al darse cuenta sus hermanos de que su padre le quería más que a todos ellos, llegaron a odiarle y ni siquiera le saludaban.e
Una vez José tuvo un sueño, y se lo contó a sus hermanos; y ellos le odiaron más todavía, porque les dijo:
–Escuchad, voy a contaros el sueño que he tenido. Soñé que todos nosotros estábamos en el campo, atando manojos de trigo; de pronto, mi manojo se levantó y quedó derecho, y vuestros manojos se pusieron alrededor del mío hiciéndole reverencias.
Entonces sus hermanos contestaron:
–¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey, y que nos vas a dominar?
Y le odiaron todavía más por sus sueños y por la forma en que los contaba.
Después José tuvo otro sueño, que también contó a sus hermanos. Les dijo:
–¿Sabéis que he tenido otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias?
10 Cuando José contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió, diciéndole:
–¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo tendremos que inclinarnos delante de ti?
11 Y sus hermanos le tenían envidia;f pero su padre pensaba mucho en este asunto.g
José, vendido por sus hermanos
12 Un día los hermanos de José fueron a Siquem,h buscando pastos para las ovejas de su padre. 13 Entonces Israel dijo a José:
–Mira, tus hermanos están en Siquem cuidando las ovejas. Quiero que vayas a verlos.
–Iré con mucho gusto –contestó José.
14 –Bueno –dijo Israel–, ve y mira cómo están tus hermanos y las ovejas, y regresa luego a traerme noticias.
Israel envió a José desde el valle de Hebrón, pero cuando José llegó a Siquem, 15 se perdió por el campo. Entonces un hombre lo encontró, y le preguntó:
–¿Qué andas buscando?
16 –Ando buscando a mis hermanos –respondió José–. ¿Podrías decirme dónde están cuidando las ovejas?
17 –Ya se han ido de aquí –dijo el hombre–. Les oí decir que se iban a Dotán.i
José fue en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán. 18 Ellos le vieron venir de lejos, y antes de que se acercara hicieron planes para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:
–¡Mirad, ahí viene el de los sueños! 20 Venid, matémoslo; luego lo echaremos a un pozo y diremos que un animal salvaje se lo comió. ¡Y a ver qué pasa con sus sueños!
21 Cuando Rubén oyó esto, quiso librarle de sus hermanos, y dijo:
–No lo matemos. 22 No derraméis sangre. Echadlo a este pozo que está en el desierto, pero no le pongáis la mano encima.
Rubén dijo esto porque quería salvar a José y devolvérselo a su padre; 23 pero al llegar José a donde estaban sus hermanos, estos le quitaron la túnica que llevaba puesta, 24 lo cogieron y lo echaron al pozo, que estaba vacío y seco. 25 Después se sentaron a comer.
En esto, vieron llegar una caravana de ismaelitas que venían de Galaadj y que en sus camellos traían perfumes, bálsamo y mirra, para llevarlos a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:
–¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y luego tratar de ocultar su muerte?k 27 Es mejor que lo vendamos a los ismaelitas y no que lo matemos, porque después de todo es nuestro hermano.
Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él, 28 así que cuando los comerciantes madianitasl pasaban por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron a los ismaelitasm por veinte monedasn de plata. Así se llevaron a José a Egipto.ñ
29 Más tarde, Rubén regresó al pozo, y al no encontrar dentro a José, rasgó su ropa en señal de dolor. 30 Luego volvió a donde estaban sus hermanos, y les dijo:
–¡El muchacho ya no está! ¿Ahora qué voy a hacer?
31 Entonces ellos tomaron la túnica de José y la mancharon con la sangre de un cabrito que mataron; 32 luego mandaron la túnica a su padre, con este mensaje: “Encontramos esto. Mira bien si es o no la túnica de tu hijo.”
33 En cuanto Jacob la reconoció, dijo: “¡Sí, es la túnica de mi hijo! Algún animal salvaje lo hizo pedazos y se lo comió.” 34 Entonces Jacob rasgó su ropa y se vistió de luto, y por mucho tiempo lloró la muerte de su hijo. 35 Todos sus hijos y sus hijas trataban de consolarle, pero él no quería ser consolado; al contrario, lloraba por su hijo y decía: “Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él entre los muertos.”o
36 En Egipto, los madianitas vendieron a José a un hombre llamado Potifar,p que era funcionario del faraón, el rey de Egipto, y capitán de su guardia.
38 Judá y Tamara
En aquel tiempo, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, que era del pueblo de Adulam. Allí conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Cuando se unieron, ella quedó embarazada y tuvo un hijo, al cual llamó Er. Volvió a quedar embarazada y tuvo otro hijo, al cual llamó Onán. Todavía volvió a tener otro hijo, al cual llamó Selá, que nació cuando Judáb estaba en Quezib.
Judá casó a Er, su primogénito, con una mujer llamada Tamar. Pero al Señor no le agradaba la mala conducta de Er, y le quitó la vida. Entonces Judá dijo a Onán:
–Únete a la viuda de tu hermano y cumple así con tu deber de cuñado,c para que tu hermano pueda tener descendientes por medio de ti.
Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían considerados suyos. Por eso, cada vez que se unía con la viuda de su hermano, procuraba que ella no quedara embarazada, para que su hermano no tuviera descendientes por medio de él.d 10 Al Señor le disgustó mucho lo que Onán hacía,e y también a él le quitó la vida. 11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar:
–Quédate viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá sea mayor de edad.
En realidad, Judá pensaba que también Selá podría morir como sus hermanos. Así Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.
12 Pasó el tiempo y murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Cuando Judá dejó de guardar luto, fue al pueblo de Timnat,f donde estaban los que trasquilaban sus ovejas, y su amigo Hirá el adulamita le acompañó. 13 Cuando Tamar supo que su suegro había ido a Timnat a trasquilar las ovejas, 14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera y se sentó a la entrada del pueblo de Enaim, que está en el camino de Timnat. Hizo esto porque sabía que Selá ya era mayor de edad y, sin embargo, no la habían casado con él.
15 Cuando Judá la vio, pensó que era una prostituta,g pues ella se había cubierto la cara. 16 Entonces se apartó del camino para acercarse a ella y, sin saber que era su nuera, le dijo:
–¿Me dejas acostarme contigo?
–¿Qué me darás por acostarte conmigo? –le preguntó ella.
17 –Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño –contestó Judá.
–Está bien –dijo ella–, pero déjame algo tuyo en prenda hasta que me lo mandes.
18 –¿Qué quieres que te deje? –preguntó Judá.
–Dame tu sello con el cordón,h y el bastón que tienes en la mano –respondió ella.
Judá se los dio y se acostó con ella, y la dejó embarazada. 19 Después Tamar fue y se quitó el velo que llevaba puesto, y volvió a vestirse sus ropas de viuda.
20 Más tarde, Judá mandó el cabrito por medio de su amigo adulamita, para que la mujer le devolviera las prendas; pero su amigo ya no la encontró. 21 Entonces preguntó a los hombres del lugar:
–¿Dónde está aquella prostituta de Enaim que se ponía junto al camino?
–Aquí no ha habido ninguna prostituta –le contestaron.
22 Entonces él regresó a donde estaba Judá, y le dijo:
–No encontré a la mujer, y además los hombres del lugar me dijeron que allí no había habido ninguna prostituta.
23 Y Judá contestó:
–Pues que se quede con las cosas, para que nadie se burle de nosotros; pero que conste que yo mandé el cabrito y tú no la encontraste.
24 Como unos tres meses después, vinieron a decirle a Judá:
–Tamar, tu nuera, se ha acostado con otros hombres, y como resultado de ello ha quedado embarazada.
–¡Sacadla y quemadla! –gritó Judá.i
25 Pero cuando la estaban sacando, ella envió a decir a su suegro: “El dueño de estas cosas es el que me ha dejado embarazada. Mira a ver de quién son este sello con el cordón, y este bastón.” 26 Cuando Judá reconoció las cosas, dijo: “Ella ha hecho bien y yo mal,j porque no la casé con mi hijo Selá.” Y nunca más volvió a acostarse con ella.k
27 El día en que Tamar dio a luz, tuvo mellizos. 28 En el momento de nacer, uno de ellos sacó la mano.l Entonces la partera le ató un hilo rojo en la mano y dijo: “Este salió primero.” 29 Pero en ese mismo momento metió el niño la mano, y fue su hermano el que nació primero. Por eso la partera lo llamó Fares,m pues dijo: “¡Cómo te abriste paso!” 30 Luego nació el otro niño, el que tenía el hilo rojo en la mano, y lo llamó Zérah.n
39 José y la esposa de Potifara
José fue llevado a Egipto, y un egipcio llamado Potifar lo compró a los ismaelitasb que le habían llevado allá. Potifar era funcionario del faraón y capitán de su guardia.c Pero el Señor estaba con José,d y le fue muy bien mientras vivía en la casa de su amo egipcio. Su amo comprendió que el Señor estaba con José, y que por eso a José le iba bien en todo. Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, que le nombró su ayudante personal y mayordomo de su casa, y dejó a su cargo todo lo que tenía. Desde el día en que Potifar dejó a José al cargo de su casa y de todo lo suyo, el Señor bendijo a Potifar, tanto en su casa como en el campo. Con José al cuidado de todo lo que tenía, Potifar ya no se preocupaba más que de comer.
José era muy bien parecidoe y causaba buena impresión; así fue que al cabo de algún tiempo la esposa de su amo se fijó en él, y un día le dijo:
–Acuéstate conmigo.f
Pero José no quiso, y le contestó:
–Mira, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que posee, y estando yo aquí no tiene de qué preocuparse. En esta casa nadie es más que yo; mi amo no me ha negado nada, sino solo a ti misma, que eres su esposa; así que, ¿cómo podría yo hacer algo tan malo y pecar contra Dios?
10 Y aunque la mujer insistía todos los días en que José se acostara con ella y estuviera a su lado, él no le hacía caso. 11 Pero un día, cuando no había nadie más en la casa, José entró para hacer su trabajo. 12 Entonces ella le sujetó por la ropa y le dijo:
–Acuéstate conmigo.
Pero él salió corriendo, y dejó su ropa en las manos de ella. 13 Cuando ella vio que al salir había dejado la ropa en sus manos, 14 llamó a los siervos de la casa y les dijo:
–Mirad, mi esposo nos trajo un hebreog que ahora se burla de nosotros. Entró a verme y quería acostarse conmigo; pero yo grité muy fuerte, 15 y al oirme gritar con todas mis fuerzas salió corriendo, y hasta dejó aquí su ropa.
16 Luego guardó la ropa de José hasta que su amo llegó a la casa. 17 Entonces le contó lo mismo, diciendo:
–El esclavo hebreo que nos trajiste entró en mi cuarto y quiso deshonrarme, 18 pero cuando grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su ropa aquí. 19 Así me trató tu esclavo.
La ira del amo de José se encendió al oir lo que su esposa le estaba contando, 20 así que tomó a José y ordenó que lo metieran en la cárcel, donde estaban los presos del rey. Pero, aun en la cárcel, 21 el Señor siguió estando con José y mostrándole su bondad, e hizo que se ganara la simpatía del jefe de la cárcel, 22 el cual dejó al cargo de José a todos los presos. José era quien daba las órdenes para todo lo que allí se hacía, 23 y el jefe de la cárcel no tenía que revisar nada de lo que había puesto a cargo de José, porque el Señor estaba con él y hacía que todo le saliera bien.
José, intérprete de sueños
40
Después de esto, el copero que servía el vino al rey de Egipto, y también el panadero, ofendieron a su amo el rey. Este, o sea el faraón,a se enojó con los dos funcionarios, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, y los mandó presos a la casa del capitán de la guardia. Allí estaba la cárcel, donde también José se encontraba preso. El capitán de la guardia encargó a José que atendiera a aquellos funcionarios, los cuales pasaron mucho tiempo en la cárcel.
Una noche, ambos presos, el copero y el panadero, tuvieron un sueño, cada uno el suyo, y cada sueño con su propio significado.b Por la mañana, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados; así que les preguntó:
–¿Por qué tenéis hoy tan mala cara?
–Hemos tenido un sueño, y no hay quien nos lo interprete –contestaron ellos.
–¿Acaso no es Dios quien da las interpretaciones?c –preguntó José–. Vamos, contadme lo que habéis soñado.
Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José con estas palabras:
–En mi sueño veía una vid 10 que tenía tres sarmientos. La vid retoñaba y echaba flor, y la flor se convertía en racimos de uvas maduras. 11 Yo tenía la copa del faraón en la mano, y tomaba las uvas y las exprimía en la copa. Luego, yo mismo ponía la copa en manos del faraón.
12 José le dijo:
–Tu sueño significa esto: los tres sarmientos son tres días, 13 y dentro de tres días el faraón revisará tu caso,d te pondrá de nuevo en tu trabajo y volverás a darle la copa al faraón, tal como antes hacías. 14 Cuando esto suceda, acuérdate de mí y, por favor, habla de mí al faraón para que me saque de este lugar. ¡Compadécete de mí! 15 A mí me raptaron de la tierra de los hebreos, y no merezco estar en la cárcel porque no he hecho nada malo.
16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José había dado una interpretación favorable, le dijo:
–Por mi parte, yo soñé que tenía tres canastillos de pan blanco sobre mi cabeza. 17 En el canastillo de arriba había un gran surtido de pasteles para el faraón, pero las aves venían a comer del canastillo que estaba sobre mi cabeza.
18 Entonces José le contestó:
–Tu sueño significa esto: los tres canastillos son tres días, 19 y dentro de tres días el faraón revisará tu caso y hará que te cuelguen de un árbol, y las aves se comerán tu carne.
20 Al tercer día era el cumpleaños del faraón, y él hizo una gran fiesta para todos sus funcionarios. Delante de sus invitados, el faraón mandó sacar de la cárcele al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. 21 Al copero lo puso de nuevo en su trabajo, y él volvió a darle la copa al faraón, como antes; 22 pero al panadero lo mandó ahorcar, tal como José lo había interpretado. 23 Sin embargo, el copero no volvió a acordarse de José.
41 Los sueños del faraóna
Pasaron dos años. Un día, el faraón soñó que estaba de pie a orillas del río Nilo, y que del río subían siete vacasb hermosas y gordas que comían hierba entre los juncos. Detrás de ellas, siete vacas feas y flacas subieron del río y se pusieron en la orilla, cerca de las otras. Luego, estas vacas feas y flacas devoraron a las siete vacas hermosas y gordas.
El faraón se despertó, pero volvió a dormirse y tuvo otro sueño: vio que siete espigas de trigo, llenas y hermosas, crecían de un solo tallo. Detrás de ellas salieron otras siete espigas, secas y quemadas por el viento del este,c y estas espigas secas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas.
El faraón se despertó, y se dio cuenta de que era un sueño. Pero al día siguiente por la mañana estaba muy preocupado, y ordenó que vinieran todos los adivinos y sabios de Egipto. El faraón les contó sus sueños, pero ninguno de ellos pudo explicarle qué significaban. Entonces el jefe de los coperos dijo al faraón:
–Ahora me acuerdo de lo mal que me he portado. 10 Cuando Su Majestad se enojó con el jefe de los panaderos y con este servidor de Su Majestad, nos mandó a los dos a la cárcel del capitán de la guardia. 11 Una noche, el jefe de los panaderos tuvo un sueño, y yo otro, y cada sueño tenía su propio significado. 12 En aquel lugar estaba con nosotros un joven hebreo, que era esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él los interpretó, y nos dijo su significado. 13 ¡Y todo pasó tal como él nos lo había dicho! Yo volví de nuevo a mi trabajo, y el otro fue ahorcado.
14 Entonces el faraón mandó llamar a José, y lo sacaron inmediatamente de la cárcel. José se cortó el pelo, se cambió de ropa y se presentó ante el faraón. 15 Y el faraón le dijo:
–He tenido un sueño y no hay quien lo interprete; pero he sabido que tú, si oyes un sueño, lo puedes interpretar.
16 –Eso no depende de mí –contestó José–; pero Dios dará a Su Majestad una contestación favorable.
17 El faraón contó a José:
–En mi sueño, yo estaba de pie a la orilla del río Nilo, 18 y del río subieron siete vacas gordas y hermosas, que comían hierba entre los juncos. 19 Detrás de ellas subieron otras siete vacas, muy feas y flacas. ¡Jamás había visto yo vacas tan feas en todo Egipto! 20 Estas vacas flacas y feas devoraron a las primeras siete vacas gordas; 21 pero, aun después de haberlas devorado, nadie habría podido advertirlo, porque seguían tan flacas como antes.
“Me desperté, 22 y después tuve otro sueño, en el que siete espigas de trigo, llenas y hermosas, crecían de un mismo tallo. 23 Detrás de ellas crecían otras siete espigas, secas, delgadas y quemadas por el viento del este. 24 Y estas espigas secas devoraron a las siete espigas hermosas. Yo he contado esto a los adivinos, pero ninguno de ellos ha podido explicarme su significado."
25 Entonces José dijo al faraón:
–Los dos sueños que tuvo Su Majestad son uno solo. Dios ha anunciado a Su Majestad lo que él va a hacer. 26 Las siete vacas hermosas son siete años, lo mismo que las siete espigas hermosas. Es el mismo sueño. 27 Las siete vacas flacas y feas que subieron detrás de las otras, también son siete años; lo mismo que las siete espigas secas y quemadas por el viento del este. Significan siete años de escasez. 28 Es tal como yo he dicho: Dios ha anunciado a Su Majestad lo que él va a hacer. 29 Van a venir siete años de mucha abundancia en todo Egipto, 30 y después vendrán siete años de gran escasez. Nadie se acordará de la abundancia que hubo antes en Egipto, porque la escasez arruinará al país. 31 Será tan grande la escasez, que no quedarán señales de la abundancia que antes hubo. 32 Su Majestad tuvo el mismo sueño dos veces, porque Dios está decidido a hacer esto, y lo va a hacer muy pronto.
33 “Por lo tanto, sería bueno que Su Majestad buscara un hombre inteligente y sabio que se hiciera cargo del país. 34 Haga esto Su Majestad, y también nombre gobernadores que vayan por todo el país y recojan la quinta parte de todas las cosechas de Egipto, durante los siete años de abundancia. 35 Que junten todo el trigo de los buenos años que vienen y lo pongan en un lugar, bajo el control de Su Majestad, y que lo guarden en las ciudades para alimentar a la gente. 36 Así el trigo quedará preservado para el país, para que la gente no muera de hambre durante los siete años de escasez que habrá en Egipto."
José, gobernador de Egipto
37 El plan pareció bien al faraón y a sus funcionarios, 38 así que el faraón les dijo:
–¿Podremos encontrar otro hombre como este, que tenga el espíritu de Dios?d
39 Y a José le dijo:
–No hay nadie más inteligente y sabio que tú, pues Dios te ha hecho saber todo esto. 40 Tú te harás cargo de mi palacio, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Solamente yo seré más que tú, porque soy el rey.e 41 Mira, yo te nombro gobernador de todo el país de Egipto.
Al decir esto, 42 el faraón se quitó de la mano el anillo que tenía su sello oficial y se lo puso a José. Luego ordenó que le vistieran con ropas de lino muy fino y que le pusieran un collar de oro en el cuello. 43 Después le hizo subir en el carro que siempre iba detrás del suyo, y ordenó que gritaran delante de él: “¡Abrid paso!”f Así fue como José quedó al frente de todo el país de Egipto.
44 Luego el faraón le dijo:
–Aunque yo soy el faraón, nadie en todo Egipto moverá un dedo sin tu permiso.
45 El faraón puso a José el nombre egipcio de Safenat-panéah,g y lo casó con Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.h Así quedó José al frente de Egipto. 46 José tenía treinta años cuando lo llevaron ante el faraón, el rey de Egipto.
José se despidió del faraón y comenzó a viajar por todo Egipto. 47 La tierra produjo muchísimo durante los siete años de abundancia, 48 y José recogió todo el trigo que dio el país durante aquellos siete años; lo guardó en las ciudades, dejando en cada ciudad el trigo recogido en los campos vecinos. 49 José recogió trigo como si fuera arena del mar. Era tanto el trigo, que dejó de medirlo, pues no se podía llevar la cuenta.
50 Antes de que empezaran los años de escasez, José tuvo dos hijos con su esposa Asenat. 51 Al primogénito lo llamó Manasés, porque dijo: “Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos y a todos mis parientes.” 52 Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo:i “Dios me ha hecho tener hijos en el país donde he sufrido.”
53 Pasaron los siete años de abundancia que hubo en Egipto, 54 y comenzaron los siete años de escasez, tal como José lo había dicho. Hubo hambre en todos los países, menos en Egipto, pues allí había qué comer. 55 Y cuando los habitantes de Egipto comenzaron a tener hambre, fueron a pedir trigo al faraón. Entonces el faraón dijo a todos los egipcios: “Id a ver a José y haced lo que él os diga.”
56 Cuando el hambre se extendió por todo el país, José abrió todos los graneros donde había trigo, para vendérselo a los egipcios, pues el hambre era cada vez peor. 57 Y venían de todos los países a Egipto a comprar trigo a José, pues en ningún país había qué comer.
Los hermanos de José van a Egipto
42
Cuando Jacob supo que en Egipto había trigo, dijo a sus hijos: “¿Qué hacéis ahí, mirándoos unos a otros? Me han dicho que en Egipto hay trigo. Id allá y comprad trigo para nosotros, para que podamos seguir viviendo.”a
Entonces diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar trigo; pero Jacob no dejó ir a Benjamín, el hermano de José,b porque pensó que podría pasarle algo malo. Los hijos de Israel fueron entre otros que también iban a comprar, porque en toda la tierra de Canaán había hambre.
José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a la gente que llegaba de todas partes. Cuando sus hermanos se presentaron ante él, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente.c José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía y les preguntó bruscamente:
–¡Vosotros!, ¿de dónde venís?
–Venimos de Canaán, a comprar trigo –contestaron.
José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron. Entonces José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:
–Vosotros sois espías. Sólo venís a ver cuáles son los puntos débiles del país.d
10 –¡No, señor! –contestaron ellos–. Nosotros, tus servidores, hemos venido a comprar trigo. 11 Todos nosotros somos hijos del mismo padre. Somos gente honrada. Nunca hemos sido espías.
12 –No es cierto –insistió José–. Vosotros venís a descubrir los puntos débiles del país.
13 Pero ellos contestaron:
–Tus servidores somos doce hermanos, hijos del mismo padre, y vivimos en Canaán. Nuestro hermano menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no está con nosotros.
14 Sin embargo, José volvió a decirles:
–¡Tal como dije! Vosotros sois espías, 15 y con esto vamos a probarlo: os juro por el faraón que no saldréis de aquí hasta que venga vuestro hermano menor. 16 Que vaya uno de vosotros a traerlo. Los demás se quedarán presos. Vamos a ver si es cierto lo que habéis dicho, y si no es cierto, es que sois espías.e ¡Lo juro por el faraón!
17 José los tuvo presos a todos ellos durante tres días, 18 pero al tercer día les dijo:
–Yo tengo temor de Dios.f Haced esto y se os perdonará la vida: 19 si sois de veras honrados, dejad en la cárcel a uno de vuestros hermanos, y los demás id y llevad trigo para que coman vuestras familias. 20 Traedme luego a vuestro hermano menor y veremos si habéis dicho la verdad. Si no, moriréis.
Ellos aceptaron, 21 pero se decían unos a otros:
–Verdaderamente nos portamos muy mal con nuestro hermano, pues no le hicimos caso cuando nos rogaba que tuviéramos compasión de él, aunque veíamos que estaba angustiado. Por eso nos ha venido ahora esta aflicción.
22 Rubén les contestó:
–Ya os dije que no hicierais daño al muchacho;g pero no me hicisteis caso y ahora tenemos que responder de su muerte.
23 Ellos no sabían que José los entendía, porque él había estado hablándoles por medio de un intérprete. 24 José se apartó de ellos y se echó a llorar. Cuando regresó a donde ellos estaban y pudo hablarles, apartó a Simeón y, a la vista de ellos, hizo que lo ataran. 25 Después ordenó que les llenaran de trigo sus costales, que devolvieran a cada uno su dinero poniéndolo dentro de cada costal, y que les dieran comida para el camino. Así se hizo. 26 Entonces ellos cargaron el trigo en sus asnos y se fueron de allí.
27 Cuando llegaron al lugar donde iban a pasar la noche, uno de ellos abrió su costal para dar de comer a su asno y vio que su dinero estaba allí, en la boca del costal. 28 Entonces dijo a sus hermanos:
–¡Mirad, me han devuelto mi dinero! ¡Aquí está, en mi costal!
Todos ellos se asustaron mucho, y temblando de miedo se decían unos a otros:
–¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?
29 Al llegar a Canaán, contaron a su padre Jacob todo lo que les había pasado, y le dijeron:
30 –El hombre que gobierna en aquel país nos habló con mucha brusquedad, y nos acusó de haber ido a su país como espías. 31 Pero nosotros le dijimos que éramos gente honrada y que nunca habíamos sido espías; 32 que éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; que uno ya no estaba con nosotros y que el menor se había quedado contigo en Canaán. 33 Entonces él nos dijo: ‘Con esto voy a ver si sois de veras honrados: dejad aquí conmigo a uno de vuestros hermanos e id a llevar un poco de trigo a vuestras familias, 34 pero traedme a vuestro hermano menor. Así podré estar seguro de que sois gente honrada, y no espías; entonces dejaré libre a vuestro otro hermano y podréis andar libremente por este país.’
35 En el momento de vaciar sus costales, los hermanos de José vieron que en cada costal había una bolsita con el dinero de cada uno de ellos. Al ver las bolsitas con el dinero, tanto ellos como su padre se asustaron. 36 Entonces Jacob les dijo:
–Me estáis dejando sin hijos. José ya no está con nosotros, Simeón tampoco, ¡y ahora me vais a quitar a Benjamín! ¡Y siempre el perjudicado soy yo!
37 Entonces Rubén dijo a su padre:
–Deja a Benjamín a mi cuidado y yo te lo devolveré. Si no te lo devuelvo, puedes matar a mis dos hijos.
38 Pero Jacob contestó:
–Mi hijo no irá con vosotros. Su hermano José ha muerto y sólo queda él.h Si le pasa algo malo en el viaje que vais a hacer, vosotros tendréis la culpa de que este viejo se muera de tristeza.
Benjamín, llevado a Egipto
43
El hambre aumentaba en el país, así que cuando Jacob y sus hijos se comieron lo que les quedaba del trigo que habían llevado de Egipto, Jacob les dijo:
–Id otra vez a comprar un poco de trigo para nosotros.
Pero Judá le contestó:
–Aquel hombre nos dijo bien claro: ‘Si no traéis aquí a vuestro hermano menor, no vengáis a verme.’ Así pues, si le dejas ir con nosotros, iremos a comprarte trigo; pero si no le dejas ir, no iremos. Aquel hombre nos dijo: ‘Si no traéis aquí a vuestro hermano menor, no vengáis a verme.’
Entonces dijo Israel:
–¿Por qué me habéis hecho tanto daño? ¿Por qué le dijisteis a ese hombre que tenéis otro hermano?
Ellos contestaron:
–Porque él nos preguntaba mucho acerca de nosotros y de nuestra familia. Nos dijo: ‘¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?’ Y nosotros no hicimos más que contestar a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos diría: ‘Traed a vuestro hermano’?
Judá dijo a su padre Israel:
–Si queremos vivir, deja que vaya el muchacho bajo mi cuidado, y nos iremos en seguida. Así no moriremos ni tú, ni nosotros, ni nuestros hijos. Yo te respondo de él; a mí me pedirás cuentas de lo que le pase. Si no te lo devuelvo en este mismo lugar, seré el culpable delante de ti para toda la vida. 10 Si no nos hubiéramos demorado tanto aquí, ¡ya habríamos ido y venido dos veces!
11 Entonces su padre les contestó:
–Puesto que no hay otro remedio, haced esto: llevad en vuestros costales un regalo para ese hombre. Llevadle de lo mejor que el país produce: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras. 12 Llevad también el doble del dinero y entregad personalmente el dinero que os devolvieron; tal vez fue un error. 13 ¡Vamos!, tomad a vuestro hermano e id otra vez a ver a ese hombre. 14 Que el Dios todopoderosoa le haga tener compasión de vosotros para que deje libre a vuestro otro hermano y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de quedarme sin hijos, ¡pues me quedaré sin hijos!
15 Los hijos de Jacob tomaron los regalos, el doble del dinero, y a Benjamín, y se fueron a Egipto. Cuando llegaron ante José, 16 y José vio que Benjamín estaba con ellos, dijo al mayordomo de su casa:
–Lleva a estos hombres a mi casa, y mata una vaca y prepárala, porque ellos comerán conmigo hoy al mediodía.
17 El mayordomo hizo tal y como José le ordenó, y los llevó personalmente; 18 pero ellos se asustaron porque los llevaban a la casa de José, y se dijeron:
–¡Esto es un pretexto! Nos han traído aquí por el dinero que nos devolvieron la vez pasada. Van a atacarnos y hacernos trabajar como esclavos, junto con nuestros animales.
19 Así que, al llegar a la puerta de la casa, se acercaron al mayordomo para hablar con él, 20 y le dijeron:
–¡Ay, señor! La otra vez vinimos de veras a comprar trigo, 21 pero cuando llegamos al lugar donde íbamos a pasar la noche, abrimos nuestros costales, y ahí, en la boca de cada costal, estaba el dinero de cada uno de nosotros. El dinero estaba completo. Ahora lo hemos traído para devolverlo, 22 y también trajimos más dinero para comprar trigo. Pero no sabemos quién puso nuestro primer dinero en los costales.
23 El mayordomo contestó:
–Calmaos, no tengáis miedo. El Dios vuestro y de vuestro padre debe de haber puesto ese dinero en vuestros costales, pues yo recibí el dinero que habíais pagado.
El mayordomo sacó a Simeón y lo llevó a donde estaban ellos; 24 luego llevó a todos a la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y también dio de comer a sus asnos. 25 Ellos prepararon los regalos y esperaron a que José llegara al mediodía, pues habían sabido que allí iban a comer.
26 Cuando José llegó a la casa, le dieron los regalos que habían traído y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. 27 José les preguntó cómo estaban, y también preguntó:
–¿Cómo está vuestro padre, el anciano del cual me hablasteis? ¿Vive todavía?
28 Ellos hicieron una reverencia, y dijeron:
–Nuestro padre, vuestro servidor, está bien. Todavía vive.
29 José miró a su alrededor, y vio a Benjamín, su hermano de padre y madre, y dijo:
–¿Es este vuestro hermano menor, del cual me hablasteis? ¡Que Dios te bendiga, hijo mío!
Al decir esto, 30 José se sintió tan emocionado de ver a su hermano, que le dieron ganas de llorar. Apresuradamente entró en su cuarto y se echó a llorar. 31 Cuando pudo contener el llanto, se lavó la cara y salió, y dijo: “¡Servid ya la comida!”
32 A José le sirvieron en una mesa, a los hijos de Jacob en otra,b y en otra distinta a los egipcios que comían con José; porque los egipcios tenían prohibido comer junto con los hebreos. 33 Los hermanos de José se sentaron, cuando José se lo indicó, por orden de edad, del mayor al menor; y estaban muy sorprendidos y mirándose unos a otros. 34 José les dio de comer de lo que él tenía en su propia mesa, y a Benjamín le dio mucho másc que a los otros. José y sus hermanos bebieron y se alegraron juntos.
La copa de José
44
Después de esto, José ordenó a su mayordomo:
–Llena los costales de estos hombres con todo el trigo que puedan llevar y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal. Pon también mi copa de plata en la boca del costal del hermano menor, junto con el dinero que pagó por su trigo.
El mayordomo hizo lo que José le había ordenado. Con los primeros rayos del sol, José permitió que sus hermanos se fueran con sus asnos. Todavía no estaban muy lejos de la ciudad, cuando José dijo a su mayordomo:
–Ve a perseguir a esos hombres y diles cuando los alcances: ‘¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado la copa de plata que mi amo usa para beber y para adivinar?a ¡Habéis hecho muy mal!’
Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió las mismas palabras, y ellos le contestaron:
–¿Por qué nos hablas de ese modo? ¡Jamás haríamos semejante cosa! Si regresamos desde Canaán a devolver el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, ¿cómo íbamos a robar plata ni oro de la casa de tu amo? ¡Que muera cualquiera de estos servidores tuyos al que se le encuentre la copa, y hasta nosotros seremos tus esclavos!
10 Entonces el mayordomo dijo:
–Se hará como decís, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo; los demás quedaréis libres de culpa.
11 Cada uno de ellos bajó rápidamente su costal hasta el suelo, y lo abrió. 12 El mayordomo buscó en cada costal, comenzando por el del hermano mayor hasta el del hermano menor, y encontró la copa en el costal de Benjamín. 13 Entonces ellos se rasgaron las ropas en señal de dolor. Después cada uno echó la carga sobre su asno y regresaron a la ciudad. 14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, todavía estaba él allí. Entonces se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente, 15 mientras José les decía:
–¿Qué es esto que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo puede adivinar?
16 Judá contestó:
–¿Qué podemos responderte? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos ha encontrado en pecado.b Aquí nos tienes; somos tus esclavos, junto con el que tenía la copa.
17 Pero José dijo:
–De ninguna manera. Solo aquel que tenía la copa será mi esclavo. Los demás podéis regresar tranquilos a la casa de vuestro padre. Nadie os molestará.
Judá ruega por Benjamín
18 Entonces Judá se acercó a José y le dijo:
–Te ruego, señor, que me permitas decirte algo en secreto. Por favor, no te enojes conmigo, pues tú eres como el mismo faraón. 19 Tú nos preguntaste si teníamos padre o algún otro hermano, 20 y nosotros te contestamos que teníamos un padre anciano y un hermano todavía muy joven, que le nació a nuestro padre en su vejez. También te dijimos que nuestro padre lo quiere mucho, pues es el único hijo que le queda de la misma madre, porque su otro hermano murió. 21 Entonces tú nos pediste que lo trajéramos, porque querías conocerlo.c 22 Nosotros te dijimos que el muchacho no podía dejar a su padre, porque si lo dejaba, su padre moriría. 23 Pero tú nos dijiste que si él no venía con nosotros, no volverías a recibirnos.
24 “Cuando regresamos junto a mi padre, le contamos todo lo que tú nos habías dicho. 25 Luego nuestro padre nos ordenó: ‘Regresad a comprar un poco de trigo’; 26 pero nosotros le dijimos: ‘No podemos ir, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros; porque si él no nos acompaña, no podremos ver a ese señor.’ 27 Y mi padre nos dijo: ‘Ya sabéis que mi esposa me dio dos hijos; 28 uno de ellos se fue de mi lado y desde entonces no lo he visto. Estoy seguro de que un animal salvaje lo despedazó. 29 Si os lleváis también a mi otro hijo de mi lado y le pasa algo malo, vosotros tendréis la culpa de que este viejo se muera de tristeza.’
30 “Así que la vida de mi padre está tan unida a la vida del muchacho que, si el muchacho no va con nosotros cuando yo regrese, 31 nuestro padre morirá al no verlo. Así nosotros tendremos la culpa de que nuestro anciano padre se muera de tristeza. 32 Yo le dije a mi padre que me haría responsable del muchacho, y también le dije: ‘Si no te lo devuelvo, seré para ti el culpable durante toda la vida.’ 33 Por eso, te ruego que me permitas quedarme como tu esclavo en lugar del muchacho. Deja que él se vaya con sus hermanos. 34 Porque, ¿cómo voy a regresar junto a mi padre, si el muchacho no va conmigo? No quiero ver el mal que sufriría mi padre."
45 José se da a conocer a sus hermanosa
José ya no pudo contenerse delante de todos los que estaban a su servicio, y gritó: “¡Salid todos de aquí!” Así que ninguno de sus siervos estaba presente cuando José se dio a conocer a sus hermanos.
Entonces se echó a llorar tan fuerte que todos los egipcios lo supieron, y la noticia llegó hasta el palacio del faraón. José dijo a sus hermanos:
–Yo soy José. ¿Vive mi padre todavía?
Ellos estaban tan asustados de encontrarse delante de él, que no podían contestarle. Pero José les dijo:
–Por favor, acercaos a mí.
Cuando se acercaron, él les dijo:
–Yo soy vuestro hermano José, el que vendisteis a Egipto; pero, por favor, no os aflijáis ni os enojéis con vosotros mismos por haberme vendido, pues Dios me envió antes que a vosotros para salvar vidas.b Ya van dos años de hambre en el país, y todavía durante cinco años más no se cosechará nada, aunque se siembre. Pero Dios me envió antes que a vosotros para hacer que os queden descendientes sobre la tierra, y para salvaros la vida de una manera extraordinaria. Así que fue Dios quien me envió a este lugar, y no vosotros; él me ha puesto por consejero del faraónc y amo de toda su casa, y como gobernador de todo Egipto. Id pronto a donde está mi padre y decidle: ‘Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a verme. No tardes. 10 Vivirás en la región de Gosen,d junto con tus hijos y nietos, y con todos tus animales y todo lo que tienes. Así estarás cerca de mí. 11 Aquí os daré alimentos, a ti y a tu familia, y a todos los que están contigo, para que no os falte nada; pues todavía habrá hambre durante cinco años más.’ 12 Mi hermano Benjamín y vosotros sois testigos de que yo mismo he dicho esto. 13 Contadle a mi padre acerca de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto aquí. ¡Pronto, id a traer a mi padre!
14 José abrazó a su hermano Benjamín y comenzó a llorar. También Benjamín lloró abrazado a José. 15 Luego José besó a todos sus hermanos y lloró al abrazarlos. Después de esto, sus hermanos se atrevieron a hablarle.
16 Por el palacio del faraón corrió la noticia de que los hermanos de José habían llegado, y el faraón se alegró junto con sus funcionarios. 17 Y dijo el faraón a José:
–Di a tus hermanos que carguen sus animales y regresen a Canaán, 18 y que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán de lo más sabroso que el país produce.e 19 Ordénales que de aquí, de Egipto, lleven carretas para traer a sus mujeres y niños, y también a vuestro padre. Que vengan 20 y que no se preocupen por lo que tienen ahora, porque lo mejor de todo Egipto será de ellos.
21 Los hijos de Israel lo hicieron así. José les dio las carretas que el faraón había ordenado, y alimentos para el camino; 22 también les dio ropa nueva para cambiarse; pero a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa. 23 A su padre le mandó diez asnos cargados con lo mejor que había en Egipto, y otros diez asnos cargados de trigo; y pan y comida para que comiera en el camino. 24 Cuando José se despidió de sus hermanos, les dijo:
–No os vayáis peleando por el camino.
Ellos se fueron. 25 Salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde vivía su padre Jacob. 26 Cuando contaron a Jacob que José vivía todavía, y que él era quien gobernaba en todo Egipto, no supo qué hacer ni qué decir, pues no podía creer lo que le estaban diciendo. 27 Pero cuando le contaron todo lo que José les había dicho, y cuando vio las carretas que José había mandado para llevarlo, se entusiasmó en gran manera. 28 Entonces dijo: “¡Me basta saber que mi hijo José vive todavía! Iré a verle antes de morir.”
Jacob en Egipto
46
Israela se puso en camino con todo lo que tenía. Cuando llegó a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.b Aquella noche Dios habló a Israel en una visión, llamándole por su nombre, Jacob. Y él contestó:
–Aquí estoy.
Entonces Dios dijo:
–Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí haré de tus descendientes una gran nación.c Iré contigo a Egipto, y yo mismo sacaré de allí a tus descendientes.d Además, cuando mueras, José estará a tu lado.e
Después Jacob salió de Beerseba. Los hijos de Israel pusieron a su padre y a los hijos y mujeres de ellos en las carretas que el faraón había enviado para llevarlos. Jacob y todos los suyos se fueron a Egipto, y se llevaron sus vacas y ovejas y todo lo que habían llegado a poseer en Canaán. Todos sus hijos, hijas, nietos y nietas se fueron con él.
Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto; es decir, Jacob y sus descendientes:
Rubén, el primogénito de Jacob. Los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmí.
10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Óhad, Jaquín, Sóhar y Saúl, que era hijo de una mujer cananea.
11 Los hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí.
12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zérah (Er y Onán habían muerto en Canaán). Los hijos de Fares fueron Hesrón y Hamul.
13 Los hijos de Isacar: Tolá, Puvá, Jobf y Simrón.
14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Jahleel.
15 Estos fueron los hijos que Lía dio a Jacob cuando estaban en Padán-aram, además de su hija Dina. Todos sus descendientes fueron treinta y tres personas, contando hombres y mujeres.
16 Los hijos de Gad: Sefón, Haguí, Esbón, Suní, Erí, Arodí y Arelí. 17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá y la hermana de ellos, que se llamaba Sérah. Los hijos de Beriá fueron Héber y Malquiel. 18 Estos fueron los hijos que Zilpá dio a Jacob. Ella era la esclava que Labán regaló a su hija Lía, y sus descendientes fueron dieciséis personas en total.
19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín. 20 Los hijos que José tuvo con Asenat fueron Manasés y Efraín, que nacieron en Egipto. Asenat era hija de Potifera, sacerdote de On.g 21 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22 Estos fueron los descendientes de Raquel y Jacob, catorce personas en total.
23 El hijo de Dan: Husim. 24 Los hijos de Neftalí: Jahseel, Guní, Jezer y Silem. 25 Estos fueron los hijos que Bilhá dio a Jacob. Ella era la esclava que Labán regaló a su hija Raquel, y sus descendientes fueron siete personas en total.
26 Todas las personas que llegaron con Jacob a Egipto, y que eran de su misma sangre, fueron sesenta y seis, sin contar las esposas de sus hijos. 27 Los hijos de José fueron dos, que nacieron en Egipto. Así que a Egipto llegaron setenta personas de la familia de Jacob.h
28 Jacob había enviado primero a Judá, para ver a José, para que este acudiera a recibirle a la región de Gosen.i Cuando llegaron a Gosen, 29 José ordenó que prepararan su carro para ir a recibir a su padre. Cuando se presentó ante su padre, lo abrazó y lloró largo rato sobre su hombro. 30 Entonces Israel dijo a José:
–Después de verte personalmente y encontrarte vivo todavía, ¡ya puedo morirme!
31 José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:
–Voy a ver al faraón, para darle la noticia. Le diré que mis hermanos y los parientes de mi padre, que vivían en Canaán, han venido a quedarse conmigo; 32 y que han traído sus ovejas y vacas y todo lo que tenían, porque su trabajo es cuidar ovejas y criar ganado. 33 Entonces, cuando el faraón os llame y os pregunte en qué trabajáis, 34 decidle que siempre os habéis dedicado a criar ovejas, igual que vuestros antepasados. Así podréis quedaros a vivir en la región de Gosen, porque los egipcios tienen prohibido convivir con los pastores de ovejas.j
47
José fue a dar la noticia al faraón. Le dijo que su padre y sus hermanos habían llegado de Canaán, y que ya estaban en la región de Gosen con sus ovejas y vacas y todo lo que tenían. Escogió a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón, para que los conociera. Entonces el faraón preguntó a los hermanos de José:
–¿A qué os dedicáis?
Ellos le contestaron:
–Nosotros, servidores de Su Majestad, somos pastores de ovejas, igual que nuestros antepasados. Hemos venido para quedarnos en este país, porque hay mucha hambre en Canaán y no hay pasto para nuestras ovejas. Por favor, permita Su Majestad que nos quedemos a vivir en la región de Gosen.
Entonces el faraón dijo a José:
–Tu padre y tus hermanos han venido a reunirse contigo. La tierra de Egipto está a su disposición. Dales la región de Gosen, que es lo mejor del país, para que se queden a vivir allí. Y si sabes que entre ellos hay hombres capaces, ponlos al cargo de mi ganado.
José llevó también a su padre Jacob para presentárselo al faraón. Jacob saludó con mucho respetoa al faraón, y el faraón le preguntó:
–¿Cuántos años tienes ya?
Jacob le contestó:
–Ya tengo ciento treinta años de ir de un lado a otro. Pocos y malos han sido mis años, pues todavía no he alcanzado a vivir lo que vivieron mis antepasados.
10 Después Jacob se despidió del faraón y salió de allí. 11 Y José les dio terrenos en la mejor región de Egipto, para que vivieran en ella, tal como el faraón había ordenado. Así su padre y sus hermanos llegaron a poseer terrenos en la región de Ramsés.b 12 Además, José proveía de alimentos a todos sus familiares, según las necesidades de cada familia.
Política agraria de Joséc
13 En ninguna parte del país había trigo, y el hambre aumentaba más y más. Tanto en Egipto como en Canaán la gente se moría de hambre. 14 José recogió todo el dinero que los de Egipto y los de Canaán le habían pagado por el trigo comprado, y lo guardó en el palacio del faraón. 15 Cuando ya no quedaba dinero ni en Egipto ni en Canaán, los egipcios fueron a decirle a José:
–¡Danos comida! No es justo que nos dejes morir de hambre, solo porque ya no tenemos dinero.
16 José les respondió:
–Si ya no tenéis dinero, traed vuestros animales y os los cambiaré por trigo.
17 Los egipcios llevaron sus caballos, ovejas, vacas y asnos a José, y a cambio de ello José les dio trigo durante todo aquel año. 18 Pero pasó el año, y al siguiente fueron a decirle a José:
–No podemos negarte que ya no tenemos dinero; además, nuestros animales ya son tuyos. No tenemos otra cosa que darte, a no ser nuestras tierras y nuestros propios cuerpos. 19 Cómpranos a nosotros mismos y a nuestras tierras a cambio de trigo. Seremos esclavos del faraón y trabajaremos nuestras tierras para él, con tal de que nos des semilla para que podamos vivir y para que la tierra no se eche a perder. ¿Por qué has de dejarnos morir junto con nuestras tierras?
20 Entonces José compró todas las tierras de Egipto para el faraón, pues los egipcios vendieron sus terrenos, obligados por el hambre. Así la tierra pasó a poder del faraón, 21 y los egipcios fueron hechos esclavosd en todo el país de Egipto. 22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los de los sacerdotes, porque el faraón les daba cierta cantidad de trigo; así que no tuvieron que vender sus terrenos, porque comían de lo que el faraón les daba.
23 Luego José dijo a la gente:
–Ahora vosotros y vuestros terrenos pertenecéis al faraón, pues yo os he comprado para él. Aquí tenéis semilla para sembrar la tierra, 24 pero habréis de entregar al faraón la quinta parte de las cosechas; las otras cuatro partes serán para que sembréis la tierra y para que comáis vosotros, vuestros hijos y todos los que viven con vosotros.
25 Ellos contestaron:
–Tú eres muy bondadoso con nosotros, pues nos has salvado la vida. ¡Seremos esclavos del faraón!
26 Así José puso por ley que en toda la tierra de Egipto se entregara al faraón la quinta parte de las cosechas. Esta ley todavía existe; pero los sacerdotes no tienen que pagar nada, porque sus tierras nunca llegaron a pertenecer al faraón.
Última voluntad de Jacob
27 Los israelitas se quedaron a vivir en Egipto. Tomaron posesión de la región de Gosen, y allí llegaron a ser muy numerosos.e 28 Jacob vivió diecisiete años en Egipto, hasta que llegó a la edad de ciento cuarenta y siete años.
29 Un día sintió Israel que ya pronto iba a morir. Entonces mandó llamar a su hijo José para decirle:
–Si de veras quieres hacerme un favor, pon tu mano debajo de mi muslof y júrame que harás lo que te voy a pedir: ¡por favor, no me entierres en Egipto! 30 Cuando yo vaya a descansar con mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en su sepulcro.
–Así lo haré –contestó José.g
31 –¡Júramelo! –insistió su padre.
José se lo juró, y entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.
Jacob bendice a los hijos de José
48
Poco tiempo después le dijeron a José que su padre estaba enfermo. Entonces José fue a verlo, y llevó a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Cuando dieron aviso a Jacob de que su hijo José había ido a verlo, hizo un esfuerzo y se sentó en la cama. Y dijo a José:
–El Dios todopoderoso se me apareció en la ciudad de Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo con estas palabras: ‘Mira, yo haré que tengas muchos hijos, y que tus descendientes lleguen a formar un conjunto de naciones. Además, a tu descendencia le daré esta tierra.a Será suya para siempre.’ Ahora bien, tus hijos Efraín y Manasés, que te nacieron aquí en Egipto antes que yo viniera a reunirme contigo en este país, me pertenecen a mí. Son tan míos como Rubén y Simeón.b Los hijos que tengas después de ellos te pertenecerán a ti y, por ser hermanos de Efraín y Manasés, tendrán parte en su herencia. Cuando yo regresaba de Padán-aram, se me murió tu madre Raquel, en Canaán, poco antes de llegar a Efrata; y la enterré allí, en el camino de Efrata, que ahora es Belén.c
De pronto Israel se fijó en los hijos de José, y preguntó:
–Y estos, ¿quiénes son?
–Son los hijos que Dios me ha dado aquí en Egipto –contestó José.
Entonces su padre le dijo:
–Por favor, acércalos más a mí, para que les dé mi bendición.
10 Israel era ya muy anciano y le fallaba la vista. No podía ver bien, así que José acercó los niños a su padre, y él los besó y abrazó. 11 Luego dijo a José:
–Ya no esperaba volver a verte y, sin embargo, Dios me ha dejado ver también a tus hijos.
12 José quitó a los niños de las rodillas de su padred y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. 13 Luego tomó a los dos, a Efraín con la mano derecha y a Manasés con la izquierda, y los acercó a su padre. Así Efraín quedó a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha. 14 Pero al extender Israel sus manos, las cruzó, y puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, el menor, y la mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, que era el primogénito.e 15 Entonces bendijo a Joséf de esta manera:

“Que el Dios a quien obedecieron
Abraham e Isaac, mis padres,
el Dios que me ha cuidado
desde el día en que nací,
16 el ángelg que me libra de todo mal,
bendiga a estos muchachos.
Que por medio suyo se recuerde mi nombre
y el nombre de mis padres, Abraham e Isaac.
Que tengan muchos hijos
y sean grandes multitudes en el mundo.”

17 A José le pareció mal que su padre pusiera la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, así que tomó la mano de su padre para quitarla de la cabeza de Efraín y ponerla sobre la de Manasés, 18 mientras le decía:
–¡No, padre, así no! ¡Este es el primogénito! Pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19 Pero su padre no quiso hacerlo, y contestó:
–¡Ya lo sé, hijo, ya lo sé! También él llegará a ser una nación muy importante. Sin embargo, su hermano menor será más importante que él, y sus descendientes formarán muchas naciones.
20 Aquel mismo día, Jacob los bendijo con estas palabras:
–El pueblo de Israel usará vuestro nombre para las bendiciones, diciendo: ‘Que Dios haga contigo como hizo con Efraín y Manasés.’
Así puso Israel a Efraín antes de Manasés. 21 Luego dijo a José:
–Mira, yo voy a morir; pero Dios estará con vosotros y os hará regresar a la tierra de vuestros antepasados. 22 A ti te he dado más que a tus hermanos: te doy Siquem,h que les quité a los amorreos luchando contra ellos.i
49 Últimas palabras de Jacoba
Jacob llamó a sus hijos y les dijo: “Acercaos y os diré lo que os ha de suceder en el futuro:

“Acercaos para oir, hijos de Jacob;
escuchad a vuestro padre Israel.

“Tú, Rubén, eres mi primogénito,
mi fuerza y primer fruto de mi vigor,
el primero en honor y en poder.
Pero no serás más el primero,b
tú que eres como un torrente incontenible,
pues deshonraste mi cama
al acostarte con mi concubina.c

“Simeón y Levíd son hermanos;
sus armas son instrumentos de violencia.
¡Jamás querría estar presente
en el lugar de sus reuniones!
Pues cuando se enfurecieron mataron gentes,
y por puro capricho
rompieron las patas a los toros.e
¡Maldito, sí, maldito sea
su furor salvaje!
¡Yo los dispersaré por completo
en todo el pueblo de Israel!

“Judá, tus hermanos te alabarán.
Tomarás por el cuello a tus enemigos
y tus propios hermanos te harán reverencias.
¡Tú, Judá, hijo mío!,
eres como un cachorro de leónf
cuando deja de devorar a su víctima:
se agacha, se echa en el suelo,
como si fuera un león adulto.
¿Quién se atreverá a molestarlo?
10 Nadie le quitará el poder a Judá
ni el cetro que tiene en las manos,g
hasta que venga el dueño del cetro,h
a quien los pueblos obedecerán.
11 El que amarra su burrito a las viñas,
el que lava toda su ropa con vino,
¡con el zumo de las uvas!i
12 Sus ojos son más oscuros que el vino;
sus dientes, más blancos que la leche.j

13 “Zabulón vivirá a la orilla del mar,
donde habrá puertos para barcos.
Sus fronteras llegarán hasta Sidón.k

14 “Isacar es un animal de cargal
que descansa en sus establos.m
15 Cuando vio que el país era bueno
y agradable para descansar,
dobló su espalda para llevar carga,
y sin protestar se hizo esclavo.

16 “Dan gobernarán a su propia gente
como una de las tribus de Israel.
17 Dan será como una víbora
que está junto al camino,
que muerde los talones del caballo
y hace caer al jinete.

18 “¡Oh, Señor, espero que me salves!

19 “A Gad le atacará un ejército,
pero después él lo perseguirá.ñ

20 “Aser tendrá abundancia de pan;o
dará comidas dignas de reyes.

21 “Neftalí es como una gacela que anda libre
y tiene hermosas crías.p

22 “Joséq es como una planta junto al agua,
que produce mucho fruto
y sus ramas trepan sobre el muro.
23 Los arqueros le odian, disparan flechas contra él
y siempre le están molestando;
24 pero José tiene brazos fuertes
y mantiene firme su arco.
¡Gracias al Dios poderoso de Jacob!
¡Gracias al nombre del Pastor, el protector de Israel!
25 ¡Gracias al Dios de tu padre, que te ayudará;
al Dios todopoderoso, que te bendecirá
con bendiciones del alto cielo,
con bendiciones del mar profundo,
con bendiciones de los pechos y del vientre!
26 Tu padre te bendijo más
de lo que mis padres me bendijeron.
Hasta el fin de los montes eternos,
estas bendiciones estarán
sobre la cabeza de José,
que fue escogido entre sus hermanos.

27 “Benjamín es un lobo feroz,
que por la mañana se come a su víctima
y por la tarde reparte las sobras.”r

28 Estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos, al dar a cada uno su propia bendición.
Muerte y sepultura de Jacobs
29 Un día, Jacob ordenó a sus hijos: “Ya me falta poco para morir: enterradme junto a mis antepasados, en la cueva que está en el terreno de Efrón el hitita, 30 allá en la tierra de Canaán; es decir, en la cueva que está en Macpelá, frente a Mamré, la que Abraham compró junto con el mismo terreno de Efrón, para que fuera el sepulcro de la familia.t 31 Allí enterraron a Abraham y a su esposa Sara, a Isaacu y a su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lía. 32 Aquel terreno y aquella cueva fueron comprados a los hititas.”
33 Cuando Jacob terminó de dar estas instrucciones a sus hijos, volvió a acostarsev y murió.
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Entonces José se abrazó al cuerpo de su padre, y le besó llorando. Después ordenó a los médicos que tenía a su servicio que embalsamarana el cuerpo de su padre Israel, y así lo hicieron. Tardaron cuarenta días en embalsamarlo,b porque ese es el tiempo necesario para hacerlo.
Los egipcios guardaron luto por Israel durante setenta días, y después de los días de luto, José habló con los del palacio del faraón y les dijo:
–Si me he ganado vuestro aprecio, hacedme el favor de decir al faraón que mi padre, cuando estaba a punto de morir, me hizo jurarle que yo lo enterraría en el sepulcro que él mismo se preparó, y que está en la tierra de Canaán.c Por esto, yo ruego que se me permita ir a enterrar a mi padre; una vez que lo haya enterrado, regresaré.
El faraón contestó:
–Ve a enterrar a tu padre, tal como él te lo pidió.
José fue a enterrar a su padre, y le acompañaron todos los funcionarios que tenían autoridad en el palacio del faraón y en Egipto, la propia familia de Jacob, la de José y sus hermanos. En la tierra de Gosen dejaron solamente a los niños y a los animales. También gente con carretas y a caballo acompañó a José, así que se juntó mucha gente. 10 Cuando llegaron a Goren-ha-atad,d que está al oriente del río Jordán, celebraron una solemne ceremonia fúnebre. Allí José guardó luto por su padre durante siete días.e
11 Cuando los cananeos que vivían en aquella región vieron la ceremonia, dijeron: “Los egipcios tienen un entierro muy solemne.” Por eso llamaron Abel-misraimf a aquel lugar que está al oriente del Jordán.
12 Los hijos de Jacob hicieron con su padre todo lo que él les había pedido, 13 pues lo llevaron a Canaán y lo enterraron en la cueva del terreno de Macpelá, que Abraham había comprado a Efrón el hitita para que fuera el sepulcro de la familia. Este terreno y la cueva están al oriente de Mamré.g 14 Después de haber sepultado a su padre, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y con todos los que le habían acompañado.
Últimos días de Joséh
15 Como Jacob había muerto, los hermanos de José pensaron: “Tal vez José nos odia, y va a vengarse de todo el mal que le hicimos.” 16 Entonces le mandaron a decir: “Antes de morir, tu padre nos ordenó 17 que te dijéramos: ‘Por favor, te pido que perdones la maldad y pecado de tus hermanos, que tan mal te trataron.’ Por eso te rogamos que perdones nuestra maldad, pues somos siervos del Dios de tu padre.”
Mientras los mensajeros le daban este mensaje, José lloraba. 18 Entonces llegaron sus propios hermanos, se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente, y le dijeron:
–Aquí nos tienes. Somos tus esclavos.i
19 Pero José les contestó:
–No tengáis miedo. Yo no puedo ponerme en lugar de Dios. 20 Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos: para salvar la vida de mucha gente. 21 Así que no tengáis miedo. Yo os daré de comer a vosotros y a vuestros hijos.
Así José los tranquilizó, pues les habló con mucho cariño.
Muerte de José
22 José y la familia de su padre siguieron viviendo en Egipto. José vivió ciento diez años, 23 y llegó a ver a los bisnietos de Efraín. También alcanzó a recibir como miembros de la familiaj a los hijos de su nieto Maquir, que era hijo de Manasés.
24 Un día, José dijo a sus hermanos: “Me falta poco para morir, pero Dios vendrá a ayudaros y os sacará de este país para llevaros a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob.” 25 Entonces hizo que los hijos de Israel le juraran, y les dijo: “En verdad, Dios vendrá a ayudaros. Cuando eso suceda, haréis llevar de aquí mis restos.”k
26 José murió en Egipto a la edad de ciento diez años, y su cuerpo fue embalsamado y puesto en un ataúd.l m

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-ltima actualización del programa: 7/4/2020