Sociedad Bíblica

Antiguo Testamento
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Rut
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
1 Crónicas
2 Crónicas
Esdras
Nehemías
Ester
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantar de los Cantares
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zecarías
Malaquías
Libros Deuterocanónicos
Tobit
Judit
Ester (dc)
1 Macabeos
2 Macabeos
Eclesiástico
Sabiduría
Baruc
Daniel (dc)
Nuevo Testamento
Mateo
Marcos
Lucas
Juan
Hechos
Romanos
1 Corintios
2 Corintios
Gálatas
Efesios
Filipenses
Colosenses
1 Tesalonicenses
2 Tesalonicenses
1 Timoteo
2 Timoteo
Tito
Filemón
Hebreos
Santiago
1 Pedro
2 Pedro
1 Juan
2 Juan
3 Juan
Judas
Apocalipsis


BIBLIJA.net   - La Biblia en Internet
Buscar Referencia     Buscar palabra
Pasaje:   

Menú compacto
Versiones:  DHH  DHHn  RVR95  RVR95n Elija entre todas las versiones   Acerca de las versiones Ayuda
Idioma

Juan 20.1-21.25

Juan :Introducción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

III. ¡JESÚS HA RESUCITADO! (20–21)
El sepulcro vacío
(Mt 28.1-10; Mc 16.1-8; Lc 24.1-12)
20
El primer día de la semana,a María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho,b y les dijo:
–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte.c Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura,d que él tenía que resucitar. 10 Luego los discípulos regresaron a casa.
Jesús se aparece a María Magdalena
(Mc 16.9-11)
11 María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó a mirar dentro 12 y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. 13 Los ángeles le preguntaron:
–Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
–Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
14 Apenas dicho esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, aunque no sabía que fuera él. 15 Jesús le preguntó:
–Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
–Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo vaya a buscarlo.
16 Jesús entonces le dijo:
–¡María!
Ella se volvió y le respondió en hebreo:
–¡Rabuni! (que quiere decir “Maestro”).
17 Jesús le dijo:
–Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre.e Pero ve y di a mis hermanosf que voy a reunirme con el que es mi Padre y vuestro Padre,g mi Dios y vuestro Dios.
18 Entonces fue María Magdalena y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también lo que él le había dicho.h
Jesús se aparece a los discípulos
(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Lc 24.36-49)
19 Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana,i los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos.j Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
–¡Pazk a vosotros!
20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado.l Y ellos se alegraronm de ver al Señor. 21 Luego Jesús dijo de nuevo:
–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.n
22 Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espírituñ Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.o
Las dudas de Tomás
24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo,p no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Después le dijeron los otros discípulos:
–Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
–Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
26 Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
27 Luego dijo a Tomás:
–Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
28 Tomás exclamó entonces:
–¡Mi Señor y mi Dios!q
29 Jesús le dijo:
–¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!r
El porqué de este libro
30 Jesús hizo otras muchas señales milagrosass delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.t 31 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.u
21 Jesús se aparece a siete de sus discípulosa
Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias.b Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeoc y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo:
–Me voy a pescar.d
Ellos contestaron:
–Nosotros también vamos contigo.
Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó:
–Muchachos, ¿no habéis pescado nada?
–Nada –le contestaron.
Jesús les dijo:
–Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.
Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido.e Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería muchof le dijo a Pedro:
–¡Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa,g y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasosh de la orilla. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. 10 Jesús les dijo:
–Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.
11 Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió.i 12 Jesús les dijo:
–Venid a comer.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.
14 Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.
El encargo de Jesús a Pedro
15 Cuando ya habían comido, Jesús preguntó a Simón Pedro:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
–Apacienta mis corderos.j
16 Volvió a preguntarle:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro le contestó:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
–Apacienta mis ovejas.
17 Por tercera vez le preguntó:
–Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó:
–Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
–Apacienta mis ovejas.k 18 Te aseguro que cuando eras más joven te vestías para ir a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir.
19 Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Diosl con su muerte. Después le dijo:
–¡Sígueme!m
El discípulo a quien Jesús quería mucho
20 Pedro se volvió y vio que detrás de él venía el discípulo a quien Jesús quería mucho, el mismo que en la cena había estado junto a él y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?”n 21 Cuando Pedro le vio, preguntó a Jesús:
–Señor, ¿y qué hay de este?
22 Jesús le contestó:
–Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso,ñ ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.
23 Por esto corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho que no moriría, sino: “Si yo quiero que permanezcao hasta mi regreso, ¿qué te importa a ti?”
24 Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito. Y sabemos que dice la verdad.
25 Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.

© 2002 Sociedades Bíblicas Unidas y Sociedad Bíblica de España




-ltima actualización del programa: 7/4/2020