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Marcos 11-15

Marcos :Introducción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

11 Jesús entra en Jerusaléna
(Mt 21.1-11; Lc 19.28-40; Jn 12.12-19)
Ya cerca de Jerusalén, cuando estaban en Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos,b Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
–Id a esa aldea, y al entrar en ella encontraréis un asno atado que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Si alguien os pregunta por qué lo hacéis, respondedle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.c
Fueron, pues, y encontraron el asno atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron.
Algunos que estaban allí les preguntaron:
–¿Qué hacéis? ¿Por qué desatáis el asno?
Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron ir. Lo llevaron a Jesús, cubrieron el asno con sus capas y Jesús montó. Muchos tendían sus propias capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo.d Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
–¡Hosana!e ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!f 10 ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!
11 Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo.g Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.
2. En Jerusalén (11.12–13.37)
La higuera estérilh
(Mt 21.18-19)
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús sintió hambre. 13 Vio de lejos una higuera que tenía hojas y se acercó a ver si también tenía fruto; pero no encontró más que las hojas, porque no era tiempo de higos.i 14 Entonces dijo a la higuera:
–¡Nunca más coma nadie de tu fruto!
Sus discípulos lo oyeron.
Jesús purifica el templo
(Mt 21.12-17; Lc 19.45-48; Jn 2.13-22)
15 Después que llegaron a Jerusalén, entró Jesús en el templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas,j 16 y no permitía que nadie atravesara el templo llevando objetos. 17 Se puso a enseñar, diciendo:
–Las Escrituras dicen: ‘Mi casa será casa de oración para todas las naciones’,k pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.l
18 Al oir esto, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley empezaron a buscar la manera de matar a Jesús, porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba admirada de su enseñanza. 19 Pero al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.
Instrucción acerca de la fe
(Mt 21.20-22)
20 A la mañana siguiente, pasando junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz. 21 Entonces Pedro, acordándose de lo sucedido, dijo a Jesús:
–Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.m
22 Jesús les contestó:
–Tened fe en Dios. 23 Os aseguro que si alguien dice a ese monte: ‘¡Quítate de ahí y arrójate al mar!’, y no lo hace con dudas, sino creyendo que ha de suceder lo que dice, entonces sucederá.n 24 Por eso os digo que todo lo que pidáis en oración, creed que ya lo habéis conseguido y lo recibiréis.ñ 25 Y cuando estéis orando, perdonad lo que tengáis contra otro, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone vuestros pecados. [ 26 ] o
La autoridad de Jesús
(Mt 21.23-27; Lc 20.1-8)
27 Después de esto regresaron a Jerusalén, y mientras Jesús andaba por el templo se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, 28 y le preguntaron:
–¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado la autoridad para hacerlas?p
29-30 Jesús les contestó:
–Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juanq a bautizar: Dios o los hombres? Contestadme. Si me dais la respuesta, yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
31 Ellos se pusieron a discutir unos con otros: “Si respondemos que lo envió Dios, va a decir: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ 32 ¿Y cómo vamos a decir que le enviaron los hombres?..." Y es que tenían miedo de la gente, pues todos creían que Juan era verdaderamente un profeta. 33 Así que respondieron a Jesús:
–No lo sabemos.
Entonces Jesús les contestó:
–Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Parábola de los labradores malvados
(Mt 21.33-46; Lc 20.9-19)
12
Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: “Un hombre plantó una viña,a le puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo mandó un criado a pedir a los labradores la parte de cosecha que le correspondía. Pero ellos le echaron mano, le golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño mandó otro criado, pero a este lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó otro, y a este lo mataron. Después mandó otros muchos, pero a unos los golpearon y a otros los mataron.
“Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho.b A él lo mandó el último, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ Pero los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y la viña será nuestra.’ Así que lo cogieron, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
“¿Qué hará el dueño de la viña? Pues irá, matará a aquellos labradores y dará la viña a otros.
10 “¿No habéis leído lo que dicen las Escrituras?:
‘La piedra que despreciaron los constructores
es ahora la piedra principal.
11 Esto lo ha hecho el Señor
y nosotros estamos maravillados.’ ”c
12 Quisieron entonces apresar a Jesús, porque sabían que la parábola iba contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, le dejaron y se fueron.
La cuestión de los impuestos
(Mt 22.15-22; Lc 20.20-26)
13 Enviaron a Jesús a unos de los fariseos y del partido de Herodes,d para sorprenderle en alguna palabra y acusarle. 14 Estos fueron y le dijeron:
–Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. Tú enseñas a vivir como Dios ordena. ¿Estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?e
15 Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo:
–¿Por qué me tendéis trampas? Traedme un denario,f que lo vea.
16 Se lo llevaron y Jesús les dijo:
–¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?
Le contestaron:
–Del césar.
17 Entonces Jesús les dijo:
–Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.
Esta respuesta los dejó admirados.g
La pregunta sobre la resurrección
(Mt 22.23-33; Lc 20.27-40)
18 Entonces algunos saduceosh acudieron a ver a Jesús. Los saduceos niegan la resurrección de los muertosi y por eso le plantearon este caso:
19 –Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para dar hijos al hermano que murió.j 20 Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. 21 Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo le pasó al tercero 22 y así hasta los siete, ninguno de los cuales dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. 23 Pues bien, en la resurrección, cuando resuciten, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella?
24 Jesús les contestó:
–Estáis equivocados porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. 25 Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisésk el pasaje de la zarza ardiendol cuando Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob?’ 27 ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos!m Así que estáis muy equivocados.
El mandamiento más importanten
(Mt 22.34-40)
28 Al ver lo bien que Jesús había contestado a los saduceos, uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:
–¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?ñ
29 Jesús le contestó:
–El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor.o 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’p 31 Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’q Ningún mandamiento es más importante que estos.
32 El maestro de la ley dijo:
–Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: Dios es uno solo y no hay otro fuera de él.r 33 Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y que todos los sacrificios que se queman en el altar.s
34 Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:
–No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
¿De quién desciende el Mesías?t
(Mt 22.41-46; Lc 20.41-44)
35 Jesús estaba enseñando en el templo y preguntó:
–¿Por qué dicen los maestros de la ley que el Mesías desciende de David?u 36 David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:
‘El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.’v
37 Pero, ¿cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo le llama Señor?
La gente, que era mucha, escuchaba con gusto a Jesús.
Jesús denuncia a los maestros de la ley
(Mt 23.1-36; Lc 11.37-54; 20.45-47)
38 Jesús decía en su enseñanza: “Guardaos de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largasw y que los saluden con todo respeto en la calle. 39 Buscan los asientos de honorx en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes, 40 y so pretexto de hacer largas oraciones devoran las casas de las viudas.y ¡Esos recibirán mayor castigo!"
La ofrenda de la viuda pobre
(Lc 21.1-4)
41 Jesús, sentado en una ocasión frente a las arcas de las ofrendas,z miraba cómo la gente echaba dinero en ellas. Muchos ricos echaban mucho dinero, 42 pero en esto llegó una viuda pobre que echó en una de las arcas dos monedas de cobre de muy poco valor.a 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
–Os aseguro que esta viuda pobre ha dado más que ninguno de los que echan dinero en el arca; 44 pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento.b
Jesús anuncia la destrucción del templo
(Mt 24.1-2; Lc 21.5-6)
13
Al salir Jesús del templo, uno de sus discípulos le dijo:
–¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!a
Jesús le contestó:
–¿Ves esos grandes edificios? Pues no va a quedar de ellos piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!b
Señales antes del fin
(Mt 24.3-28; Lc 21.7-24; 17.22-24)
Luego se fueron al monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó, y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte cuándo habían de ocurrir esas cosas y cuál sería la señal de que ya estaban a punto de suceder.
Jesús les contestó: “Tened cuidado de que nadie os engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí y diciendo: ‘Yo soy’, y engañarán a mucha gente.
“Cuando oigáis alarmas de guerras aquí y allá, no os asustéis, pues aunque todo eso ha de ocurrir, aún no será el fin. Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro, y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres. Esto apenas será el comienzo de los sufrimientos.c
“Cuidaos vosotros mismos, porque os entregarán a las autoridadesd y os golpearán en las sinagogas. Os harán comparecer ante gobernadores y reyes por causa mía; así podréis dar testimonio de mí delante de ellos.e 10 Pues antes del fin tiene que anunciarse el evangelio a todas las naciones.f 11 Y no os preocupéis por lo que hayáis de decir cuando os lleven ante las autoridades. En aquellos momentos decid lo que Dios os dé a decir, porque no seréis vosotros quienes habléis, sino el Espíritu Santo. 12 Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a los hijos; y los hijos se volverán contra sus padres y los matarán. 13 Todo el mundo os odiará por causa mía, pero el que permanezca firme hasta el fin, se salvará.g
14 “Cuando veáis el horrible sacrilegio en el lugar donde no debe estar (el que lee, entienda),h entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; 15 y el que esté en la azotea de su casa, que no baje ni entre en ella a sacar nada; 16 y el que esté en el campo, que no regrese ni siquiera para recoger su ropa.i 17 ¡Pobres de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o tengan niños de pecho!j 18 Pedid a Dios que esto no suceda en invierno,k 19 porque serán días de un sufrimiento como nunca lo ha habido desde que Dios hizo el mundo, ni lo habrá después.l 20 Y si el Señor no acortara aquel tiempo, nadie se salvaría. Pero lo ha acortado por amor a los suyos, a los que ha escogido.
21 “Si alguien os dice entonces: ‘Mirad, aquí está el Mesías’ o ‘Mirad, allí está’, no lo creáis. 22 Pues vendrán falsos mesías y falsos profetas,m y harán señales y milagros para engañar, a ser posible, incluso a los que Dios mismo ha escogido. 23 ¡Tened cuidado! Todo esto os lo he advertido de antemano.
El regreso del Hijo del hombre
(Mt 24.29-35, 42, 44; Lc 21.25-36)
24 “Pero en aquellos días, pasado el tiempo de sufrimiento, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, 25 las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales vacilarán.n 26 Entonces verán al Hijo del hombre venir en las nubes con gran poder y gloria.ñ 27 Él enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales, desde el último rincón de la tierra hasta el último rincón del cielo.o
28 “Aprended esta enseñanza de la higuera: cuando sus ramas se ponen tiernas y empiezan a brotar las hojas, comprendéis que el verano está cerca. 29 De la misma manera, cuando veáis que suceden esas cosas, sabed que el Hijo del hombre ya está a la puerta.p 30 Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 “En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre.q
33 “Por tanto, permaneced despiertos y vigilantes,r porque no sabéis cuándo llegará el momento.s 34 Esto es como un hombre que, a punto de irse a otro país, deja a sus criados al cargo de la casa. A cada cual le señala su tarea, y ordena al portero que vigile.t 35 Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana.u 36 ¡Que no venga de repente y os encuentre durmiendo! 37 Y lo que os digo a vosotros se lo digo a todos: ¡Permaneced despiertos!”
3. Pasión y muerte (14–15)
Conspiración para arrestar y matar a Jesús
(Mt 26.1-5; Lc 22.1-2; Jn 11.45-53)
14
Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua, cuando se come el pan sin levadura.a Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley buscaban la manera de apresar a Jesús por medio de algún engaño, y matarlo. Pues algunos decían:
–No durante la fiesta, para que no se alborote la gente.b
Una mujer derrama perfume sobre Jesús
(Mt 26.6-13; Jn 12.1-8)
Había ido Jesús a Betania, a casa de Simón, a quien llamaban el leproso.c Y mientras estaba sentado a la mesa,d llegó una mujer con un frasco de alabastroe lleno de un rico perfume de nardo puro,f de mucho valor. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los presentes, indignados, se decían unos a otros:
–¿Por qué se desperdicia este perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios,g para ayudar a los pobres.
Y criticaban a la mujer.
Pero Jesús dijo:
–Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo es bueno, pues a los pobres siempre los tendréis entre vosotrosh y podréis hacerles bien cuando queráis, pero a mí no siempre me tendréis. Esta mujer ha hecho lo que ha podido: ha perfumado de antemano mi cuerpo para mi entierro.i Os aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie el evangelio, se hablará también de lo que ha hecho este mujer, y así será recordada.
La traición de Judas Iscariote
(Mt 26.14-16; Lc 22.3-6)
10 Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, fue a ver a los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. 11 Al oirlo, se alegraron, y prometieron dinero a Judas, que comenzó a buscar una oportunidad para entregarle.
La Cena del Señor
(Mt 26.17-29; Lc 22.7-23; Jn 13.21-30; 1 Co 11.23-26)
12 El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura y se sacrificaba el cordero de Pascua, los discípulos de Jesús le preguntaron:
–¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?j
13 Entonces envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
–Id a la ciudad. Allí encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, 14 y al amo de la casa donde entre le decís: ‘El Maestro pregunta: ¿Cuál es la sala donde he de comer con mis discípulos la cena de Pascua?’k 15 Él os mostrará en el piso alto una habitación grande, dispuesta y arreglada.l Preparad allí la cena para nosotros.
16 Los discípulos salieron y fueron a la ciudad. Lo encontraron todo como Jesús les había dicho, y prepararon la cena de Pascua.m
17 Al anochecer llegó él con los doce discípulos. 18 Mientras estaban a la mesa,n cenando, Jesús les dijo:
–Os aseguro que uno de vosotros, que está comiendo conmigo,ñ me va a traicionar.
19 Ellos, llenos de tristeza, comenzaron a preguntarle uno por uno:
–¿Soy yo?
20 Jesús les contestó:
–Es uno de los doce, que está mojando el pan en el mismo plato que yo.o 21 El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras, pero ¡ay de aquel que le va a traicionar! Más le valdría no haber nacido.
22 Mientras cenaban, Jesús tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
–Tomad, esto es mi cuerpo.p
23 Luego tomó en sus manos una copa, y habiendo dado gracias a Dios se la pasó a ellos, y todos bebieron. 24 Les dijo:
–Esto es mi sangre, con la que se confirma el pacto,q la cual es derramada en favor de muchos. 25 Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el reino de Dios.r
Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mt 26.30-35; Lc 22.31-34; Jn 13.36-38)
26 Después de cantar los salmos,s se fueron al monte de los Olivos. 27 Jesús les dijo:
–Todos vais a perder vuestra confianza en mí. Así lo dicen las Escrituras: ‘Mataré al pastor y se dispersarán las ovejas.’t 28 Pero cuando resucite, iré a Galileau antes que vosotros.
29 Pedro le dijo:
–Aunque todos pierdan su confianza, yo no.
30 Jesús le contestó:
–Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallov por segunda vez, me negarás tres veces.
31 Pero él insistía:
–Aunque tenga que morir contigo no te negaré.
Y todos decían lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
(Mt 26.36-46; Lc 22.39-46)
32 Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní.w Jesús dijo a sus discípulos:
–Sentaos aquí mientras yo voy a orar.
33 Se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentirse muy afligido y angustiado. 34 Les dijo:
–Siento en mi alma una tristeza de muerte.x Quedaos aquí y permaneced despiertos.
35 Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y pidió a Dios que, a ser posible, no le llegara aquel momento de dolor. 36 En su oración decía:
–Padre mío,y para ti todo es posible: líbrame de esta copa amarga,z pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.a
37 Luego volvió a donde ellos estaban y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
–Simón, ¿estás durmiendo? ¿Ni una hora siquiera has podido permanecer despierto? 38 Permaneced despiertos y orad para no caer en tentación.b Vosotros tenéis buena voluntad, pero vuestro cuerpo es débil.
39 Se fue otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras. 40 Cuando volvió, encontró de nuevo dormidos a los discípulos, porque los ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían qué contestarle. 41 Volvió por tercera vez y les dijo:
–¿Seguís durmiendo y descansando?c ¡Basta ya! Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42 Levantaos, vámonos: ya se acerca el que me traiciona.
Jesús es arrestado
(Mt 26.47-56; Lc 22.47-53; Jn 18.2-11)
43 Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y palos. Iban enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos. 44 Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: “Aquel a quien yo bese, ese es. Apresadlo y llevadlo bien sujeto.”
45 Así que se acercó a Jesús y le dijo:
–¡Maestro!
Y le besó.d 46 Entonces echaron mano a Jesús y lo apresaron.
47 Pero uno de los que estaban allí sacó su espada y cortó una oreja al criado del sumo sacerdote.e 48 Jesús preguntó a la gente:
–¿Por qué venís con espadas y palos a apresarme, como si fuera un bandido? 49 Todos los días he estado entre vosotros enseñando en el templof y nunca me apresasteis. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.
50 Todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron. 51 Pero un joven le seguía, cubierto solo con una sábana. A este lo atraparon, 52 pero él, soltando la sábana, escapó desnudo.
Jesús ante la Junta Suprema
(Mt 26.57-68; Lc 22.54-55, 63-71; Jn 18.12-14, 19-24)
53 Condujeron entonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley.g 54 Pedro, que le había seguido de lejos hasta el interior del patio de la casa del sumo sacerdote, se quedó sentado con los guardias del templo, calentándose junto al fuego.
55 Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema andaban buscando alguna prueba para condenar a muerte a Jesús, pero no la encontraban. 56 Porque, aunque muchos presentaban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a otros.h 57 Algunos se levantaron y le acusaron falsamente diciendo:
58 –Nosotros le hemos oído decir: ‘Yo voy a destruir este templo construido por los hombres, y en tres días levantaré otro no construido por los hombres.’i
59 Pero ni aun así estaban de acuerdo en lo que decían.
60 Entonces el sumo sacerdote se levantó en medio de todos y preguntó a Jesús:
–¿No respondes nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti?j
61 Pero Jesús permaneció callado, sin responder nada.k El sumo sacerdote volvió a preguntarle:
–¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito?
62 Jesús le dijo:
–Sí, yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derechal del Todopoderosom y viniendo en las nubes del cielo.n
63 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación y dijo:
–¿Qué necesidad tenemos de más testigos? 64 Vosotros le habéis oído decir palabras ofensivas contra Dios. ¿Qué os parece?
Todos estuvieron de acuerdo en que era culpable y debía morir.ñ
65 Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole los ojos y golpeándole, le decían:
–¡Adivina quién te ha pegado!
También los guardias del templo le daban bofetadas.o
Pedro niega conocer a Jesús
(Mt 26.69-75; Lc 22.56-62; Jn 18.15-18, 25-27)
66 Pedro estaba abajo, en el patio. En esto llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote, 67 la cual, al ver a Pedro calentándose junto al fuego, se quedó mirándole y le dijo:
–Tú también andabas con Jesús, el de Nazaret.
68 Pedro lo negó, diciendo:
–No le conozco ni sé de qué estás hablando.
Y salió fuera, a la entrada. Entonces cantó un gallo.p 69 La sirvienta vio otra vez a Pedro y comenzó a decir a los demás:
–Este es uno de ellos.
70 Pero él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro:
–Seguro que tú eres uno de ellos. Además eres de Galilea.
71 Entonces Pedro comenzó a jurar y perjurar,q diciendo:
–¡No conozco a ese hombre de quien habláis!
72 En aquel mismo momento cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: 'Antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces.' Y rompió a llorar.
Jesús ante Pilato
(Mt 27.1-2, 11-14; Lc 23.1-5; Jn 18.28-38)
15
Muy temprano, los jefes de los sacerdotes se reunieron con los ancianos, los maestros de la ley y toda la Junta Suprema.a Condujeron a Jesús atado y lo entregaron a Pilato.b Pilato le preguntó:
–¿Eres tú el Rey de los judíos?
–Tú lo dicesc –contestó Jesús.
Como los jefes de los sacerdotes le acusaban de muchas cosas, Pilato volvió a preguntarle:
–¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te están acusando.
Pero Jesús no le contestó,d de manera que Pilato se quedó muy extrañado.
Jesús es sentenciado a muerte
(Mt 27.15-31; Lc 23.13-25; Jn 18.38–19.16)
Durante la fiesta,e Pilato ponía en libertad a un preso, el que la gente pedía. Uno llamado Barrabás estaba entonces en la cárcel, junto con otros que habían cometido un asesinato en una revuelta. La gente llegóf y empezó a pedirle a Pilato que hiciera lo que tenía por costumbre. Pilato les contestó:
–¿Queréis que os ponga en libertad al Rey de los judíos?
10 Porque comprendía que los jefes de los sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11 Pero los jefes de los sacerdotes alborotaron a la gente para que pidiesen la libertad de Barrabás. 12 Pilato les preguntó:
–¿Y qué queréis que haga con el que llamáisg el Rey de los judíos?
13 –¡Crucifícalo! –contestaron a gritos.
14 Pilato les dijo:
–Pues ¿qué mal ha hecho?
Pero ellos volvieron a gritar:
–¡Crucifícalo!
15 Entonces Pilato, como quería quedar bien con la gente, puso en libertad a Barrabás; y después de mandar que azotasen a Jesús, lo entregó para que lo crucificaran.h
16 Los soldadosi llevaron a Jesús al patio del palacio,j llamado pretorio, y reunieron a toda la tropa. 17 Le pusieron una capa de color rojo oscuro,k y en la cabeza una corona hecha de espinas.l 18 Luego comenzaron a gritar:
–¡Viva el Rey de los judíos!
19 Y le golpeaban la cabeza con una vara, le escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias.m 20 Después de burlarse así de él, le quitaron la capa de color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo.n
Crucifixión de Jesúsñ
(Mt 27.32-44; Lc 23.26-43; Jn 19.17-27)
21 Un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y Rufo, llegaba entonces del campo. Al pasar por allí le obligaron a cargar con la cruz de Jesús.o
22 Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgotap (que significa “Lugar de la Calavera”), 23 y le dieron vino mezclado con mirra; pero Jesús no lo aceptó.q 24 Entonces lo crucificaron. Y los soldados echaron suertes para repartirse la ropa de Jesúsr y ver qué tocaba a cada uno.
25 Eran las nueve de la mañanas cuando lo crucificaron. 26 Y pusieron un letrero en el que estaba escrita la causa de su condena: “El Rey de los judíos.”t 27 Con él crucificaron también a dos bandidos,u uno a su derecha y otro a su izquierda. [ 28 ] v
29 Los que pasaban le insultaban meneando la cabezaw y diciendo:
–¡Eh, tú, que derribas el templo y en tres días lo vuelves a levantar,x 30 sálvate a ti mismo bajando de la cruz!
31 Del mismo modo se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían:
–Salvó a otros, pero él no se puede salvar. 32 ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para que veamos y creamos!
Y hasta los que estaban crucificados con él le insultaban.
Muerte de Jesúsy
(Mt 27.45-56; Lc 23.44-49; Jn 19.28-30)
33 Al llegar el mediodía, toda aquella tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde.z 34 A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza:
–Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani? (que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”).a
35 Algunos de los que allí se encontraban lo oyeron y dijeron:
–Oíd, está llamando al profeta Elías.b
36 Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera,c diciendo:
–Dejadle, a ver si viene Elías a bajarle de la cruz.
37 Pero Jesús dio un fuerte grito y murió. 38 Y el velod del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 El centurión, que estaba frente a Jesús, al ver que había muerto,e dijo:
–¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!f
40 También había algunas mujeres mirando de lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena,g María la madre de Santiago el menor y de José,h y Salomé. 41 Estas mujeres habían seguido a Jesús y le habían ayudado cuando estaba en Galilea.i También se encontraban allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén.
Jesús es sepultado
(Mt 27.57-61; Lc 23.50-56; Jn 19.38-42)
42 Cuando anochecía el día de la preparación, es decir, la víspera del sábado,j 43 José, natural de Arimateak y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto,l llamó al centurión para preguntarle cuánto hacía que había muerto. 45 Cuando el centurión le hubo informado, Pilato entregó el cuerpo a José. 46 Entonces José bajó el cuerpo y lo envolvió en una sábana de lino que había comprado. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca,m y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. 47 María Magdalena y María la madre de Josén miraban dónde lo ponían.

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-ltima actualización del programa: 7/4/2020