La hija de Jairo y la mujer enferma
21 Cuando Jesús regresó en la barca al otro ladoh del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla.
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21 h 5.21 Al otro lado: es decir, al lado occidental. Algunos mss. omiten en la barca.
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22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies
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23 suplicándole con insistencia:
–Mi hija se está muriendo: ven a poner tus manos sobre ella,i para que sane y viva.
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23 i 5.23 Poner las manos sobre un enfermo era práctica común en las curaciones. Cf. Mc 6.5; 7.32; 8.23,25.
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24 Jesús fue con él, y mucha gente le acompañaba apretujándose a su alrededor.
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25 Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con hemorragias.j
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25 j 5.25 Hemorragias: causadas por una irregularidad menstrual, que hacían a la mujer ritualmente impura. Cf. Lv 15.25-27.
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26 Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado cuanto tenía sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor.
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27 Esta mujer, al saber lo que se decía de Jesús,k se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa.
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27 k 5.27 Al saber lo que se decía de Jesús: otra posible traducción: Como había oído hablar de Jesús.
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28 Porque pensaba: “Tan sólo con que toque su capa, quedaré sana.”
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29 Al momento se detuvo su hemorragia, y sintió en el cuerpo que ya estaba sanada de su enfermedad.
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30 Jesús, dándose cuenta de que había salido de él poder para sanar, se volvió a mirar a la gente y preguntó:
–¿Quién me ha tocado?
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31 Sus discípulos le dijeron:
–Ves que la gente te oprime por todas partes y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’
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32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién le había tocado.
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33 Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había sucedido, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad.
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34 Jesús le dijo:
–Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y libre ya de tu enfermedad.
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35 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga a decirle al padre de la niña:
–Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?
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36 Pero Jesús, sin hacer caso de ellos,l dijo al jefe de la sinagoga:
–No tengas miedo. Cree solamente.
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36 l 5.36 Sin hacer caso de ellos: otra posible traducción: que alcanzó a oírlos.
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37 Y sin dejar que nadie le acompañara, aparte de Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago,
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38 se dirigió a casa del jefe de la sinagoga. Allí, al ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba,m
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38 m 5.38 Alboroto... lloraba y gritaba: Véase Mt 9.23 n.
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39 entró y les dijo:
–¿Por qué alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.n
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39 n 5.39 No está muerta, sino dormida: Véase Mt 9.24 n.
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40 La gente se burlaba de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a los que le acompañaban, entró donde estaba la niña.
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41 La tomó de la mano y le dijo:
–Talita, cum (que significa: “Muchacha, a ti te digo: levántate.”)ñ
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41 ñ 5.41 Talita, cum: frase en arameo, lengua hablada en Palestina en tiempos de Jesús.
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42 Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy impresionada.
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43 Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie,o y luego mandó que dieran de comer a la niña.
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43 o 5.43 Que no se lo contaran a nadie: Véase Mc 1.34 nota i. |
© 2002 Sociedades Bíblicas Unidas y Sociedad Bíblica de España |
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