Sociedad Bíblica

Antiguo Testamento
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Rut
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
1 Crónicas
2 Crónicas
Esdras
Nehemías
Ester
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantar de los Cantares
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zecarías
Malaquías
Libros Deuterocanónicos
Tobit
Judit
Ester (dc)
1 Macabeos
2 Macabeos
Eclesiástico
Sabiduría
Baruc
Daniel (dc)
Nuevo Testamento
Mateo
Marcos
Lucas
Juan
Hechos
Romanos
1 Corintios
2 Corintios
Gálatas
Efesios
Filipenses
Colosenses
1 Tesalonicenses
2 Tesalonicenses
1 Timoteo
2 Timoteo
Tito
Filemón
Hebreos
Santiago
1 Pedro
2 Pedro
1 Juan
2 Juan
3 Juan
Judas
Apocalipsis


BIBLIJA.net   - La Biblia en Internet
Buscar Referencia     Buscar palabra
Pasaje:   

Menú compacto
Versiones:  DHH  DHHn  RVR95  RVR95n  BCI  CEV  GNB  WEB  ASV  KJV  SEG  L45  RUS  VLC  VUL  RCB  SSP  SSP-Op  SSP-Ref  SSP3  JUB  EKU  CHR  DAL Elija entre el grupo estándar de versiones para este idioma   Acerca de las versiones Ayuda
Idioma

Mateo 21-27

Mateo :Introducción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

21 Jesús entra en Jerusaléna
(Mc 11.1-11; Lc 19.28-40; Jn 12.12-19)
Cerca ya de Jerusalén, cuando llegaron a Betfagé,b al monte de los Olivos,c Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
–Id a esa aldea y encontraréis una asna atada y un borriquillo con ella. Desatadla y traédmelos. Si alguien os dice algo, respondedle que el Señor los necesitad y que en seguida los devolverá.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta:
“Decid a la ciudad de Sión:
‘Mira, tu Rey viene a ti,
humilde, montado en un asno,
en un borriquillo, cría de una bestia de carga.’ ”e
Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. Llevaron el asna y el borriquillo, los cubrieron con unas capas y Jesús montó. Había mucha gente, y unos tendían sus capas por el camino y otros tendían ramas que cortaban de los árboles.f Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
–¡Hosana al Hijo del rey David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!g
10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó. Muchos preguntaban:
– ¿Quién es este?
11 Y la gente contestaba:
–Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
Jesús purifica el templo
(Mc 11.15-19; Lc 19.45-48; Jn 2.13-22)
12 Jesús entró en el templo y expulsó a todos los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.h 13 Les dijo:
–En las Escrituras se dice: ‘Mi casa será casa de oración’,i pero vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones.j
14 Se acercaron a Jesús en el templo los ciegos y los cojos, y él los sanó. 15 Pero los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, al ver los milagros que hacía y al oir que los niños gritaban en el templo: “¡Gloria al Hijo del rey David!”, se indignaron 16 y dijeron a Jesús:
– ¿No oyes lo que están diciendo?
Jesús les contestó:
–Sí, lo oigo, ¿pero no habéis leído la Escritura que dice:
‘Con los cantos de los pequeños
y de los niños de pecho
has dispuesto tu alabanza’?k
17 Entonces los dejó, salió de la ciudad y se fue a Betania,l donde pasó la noche.
La higuera estéril
(Mc 11.12-14, 20-26)
18 Por la mañana, cuando Jesús volvía a la ciudad, sintió hambre. 19 Vio una higuera junto al camino y se acercó a ella, pero no encontró más que hojas.m Entonces dijo a la higuera:
–¡Nunca vuelvas a dar fruto!
Al instante se secó la higuera. 20 Al ver esto, los discípulos se asombraron y preguntaron a Jesús:
– ¿Cómo es que la higuera se ha secado al instante?
21 Jesús les contestó:
–Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solo podréis hacer lo que he hecho yo con la higuera, sino que aun si le decís a ese monte: ‘Quítate de ahí y arrójate al mar’, lo hará.n 22 Y todo lo que al orar pidáis con fe, lo recibiréis.ñ
La autoridad de Jesús
(Mc 11.27-33; Lc 20.1-8)
23 Jesús entró en el templo y, mientras estaba en él, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos y le preguntaron:
– ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado tal autoridad?o
24-25 Jesús les contestó:
–Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juanp a bautizar: Dios o los hombres? Si me respondéis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Ellos se pusieron a discutir unos con otros: “Si respondemos que le envió Dios, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ 26 Y si decimos que fueron los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos tienen a Juan por profeta.” 27 Así que respondieron a Jesús:
–No lo sabemos.
Entonces él les contestó.
–Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Parábola de los dos hijos
28 Jesús les preguntó:
– ¿Qué os parece esto? Un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: ‘Hijo, ve hoy a trabajar a la viña.’ 29 El hijo le contestó: ‘¡No quiero ir!’, pero después cambió de parecer y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro y le dijo lo mismo. Este contestó: ‘Sí, señor, yo iré’, pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería?
–El primero –contestaron ellos.
Entonces Jesús les dijo:
–Os aseguro que los que cobran los impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que vosotros en el reino de Dios. 32 Porque Juan el Bautista vino a mostraros el camino de la justicia,q y no le creísteis; en cambio, los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron.r Vosotros, aun después de ver todo eso, no cambiasteis de actitud ni le creísteis.
Parábola de los labradores malvados
(Mc 12.1-12; Lc 20.9-19)
33 “Escuchad otra parábola: El dueño de una finca plantó una viña,s le puso una cerca, construyó un lagart y levantó una torreu para vigilarla. Luego la arrendó a unos labradoresv y se fue de viaje. 34 Llegado el tiempo de la vendimia, mandó unos criados a recibir de los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. 35 Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36 El dueño envió otros criados, en mayor número que al principio; pero los labradores los trataron a todos del mismo modo.
37 “Por último mandó a su propio hijo, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ 38 Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y nos quedaremos con la viña.’ 39 Así que le echaron mano, lo sacaron de la viña y lo mataron.w
40 “Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué creéis que hará con aquellos labradores?”
41 Le contestaron:
–Matará sin compasión a esos malvados y dará la viña a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
42 Jesús les dijo:
– ¿Nunca habéis leído lo que dicen las Escrituras?:
‘La piedra que despreciaron los constructores
es ahora la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor
y nosotros estamos maravillados.’x
43 “Por eso os digo que a vosotros se os quitará el reino, y se le dará a un pueblo que produzca los frutos debidos. 44 [En cuanto a la piedra, el que caiga sobre ella se estrellará; y si la piedra cae sobre alguno, lo aplastará.]"y
45 Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oir las parábolas que contaba Jesús, comprendieron que se refería a ellos. 46 Quisieron entonces apresarle, pero no se atrevían, porque la gente tenía a Jesús por profeta.
Parábola del banquete de bodas
(Lc 14.15-24)
22
Jesús se puso a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo:
“El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo. Envió a sus criados a llamar a los invitados, pero estos no quisieron acudir. Volvió a enviar más criados, encargándoles: ‘Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis novillos y reses cebadas, y todo está preparado: que vengan a la boda.’ Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios y otros echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. Entonces el rey, lleno de ira, ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. Luego dijo a sus criados: ‘Todo está preparado para la boda, pero aquellos invitados no merecían venir. Id, pues, por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis.’ 10 Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos,a y así la sala del banquete se llenó de convidados.
11 “Cuando el rey entró a ver a los convidados, se fijó en uno que no iba vestido para la boda. 12 Le dijo: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no vienes vestido para la boda?’ Pero el otro se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: ‘Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’b 14 Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.”c
La cuestión de los impuestos
(Mc 12.13-17; Lc 20.20-26)
15 Después de esto, los fariseos se pusieron de acuerdo para sorprender a Jesús en alguna palabra y acusarle. 16 Así que enviaron a algunos de los partidarios de ellos, junto con otros del partido de Herodes,d a decirle:
–Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda y que no te dejas llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. 17 Danos, pues, tu opinión: ¿estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no?e
18 Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:
–Hipócritas, ¿por qué me tendéis trampas? 19 Enseñadme la moneda con que se paga el impuesto.
Le trajeron un denario,f 20 y Jesús les preguntó:
– ¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?
21 Le contestaron:
–Del césar.
Jesús les dijo entonces:
–Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.g
22 Al oir esto se quedaron admirados; y dejándole, se fueron.
La pregunta sobre la resurrección
(Mc 12.18-27; Lc 20.27-40)
23 Aquel mismo día acudieron algunos saduceos a ver a Jesús. Los saduceos niegan la resurrección de los muertos,h y por eso le plantearon este caso:
24 –Maestro, Moisés dijo que si uno muere sin dejar hijos, su hermano deberá tomar por esposa a la viuda para dar hijos al hermano que murió.i 25 Pues bien, había una vez entre nosotros siete hermanos. El primero se casó, pero murió sin haber tenido hijos, así que su segundo hermano se casó con la viuda. 26 Lo mismo le pasó al segundo, y también al tercero, y así hasta el séptimo. 27 Después de todos ellos murió también la mujer. 28 Ahora pues, en la resurrección, ¿cuál de los siete hermanos la tendrá por esposa, si todos estuvieron casados con ella?
29 Jesús les contestó:
–Os equivocáis porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. 30 Cuando los muertos resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. 31 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído que Dios mismo dijo: 32 ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’? ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos!j
33 Al oir esto, la gente se quedó admirada de las enseñanzas de Jesús.
El mandamiento más importante
(Mc 12.28-34)
34 Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. 35 Uno de aquellos, maestro de la ley,k para tenderle una trampa le preguntó:
36 –Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?l
37 Jesús le dijo:
–‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’m 38 Este es el más importante y el primero de los mandamientos. 39 Y el segundo es parecido a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’n 40 De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas.ñ o
¿De quién desciende el Mesías?
(Mc 12.35-37; Lc 20.41-44)
41 Estando todavía reunidos los fariseos, Jesús les preguntó:
42 –¿Qué pensáis del Mesías? ¿De quién desciende?
–De Davidp –le contestaron.
43 Entonces les dijo Jesús:
– ¿Pues cómo es que David, inspirado por el Espíritu, le llama Señor? Porque David dijo:
44 ‘El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.’q
45 ¿Cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo le llama Señor?r
46 Nadie pudo responderle ni una palabra, y desde aquel día ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.
Jesús denuncia a los fariseos y a los maestros de la ley
(Mc 12.38-40; Lc 11.37-54; 20.45-47)
23
Después de esto, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: “Los maestros de la ley y los fariseos son los encargados de interpretar la ley de Moisés.a Por lo tanto, obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea.b Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras,c y vestir ropas con grandes borlas.d Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas,e ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros.f
“Pero vosotros no os hagáis llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro.g Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo.h 10 Ni os hagáis llamar jefes, porque vuestro único Jefe es Cristo. 11 El más grande entre vosotros debe servir a los demás.i 12 Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.j
13 “¡Ay de vosotros,k maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cerráis a todos la puerta del reino de los cielos. Ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que quisieran hacerlo. [ 14 ] l
15 “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorréis tierra y mar para ganar un adepto,m y cuando lo habéis ganado hacéis de él una persona dos veces más merecedora del infierno que vosotros mismos.
16 “¡Ay de vosotros, guías ciegos!,n que decís: ‘El que hace una promesa jurando por el templo no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por el oro del templo.’ 17 ¡Estúpidos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo por el que el oro queda consagrado?ñ 18 También decís: ‘El que hace una promesa jurando por el altar no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por la ofrenda que está sobre el altar.’ 19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar por el que la ofrenda queda consagrada? 20 El que jura por el altar, no solo jura por el altar sino también por todo lo que hay encima de él; 21 y el que jura por el templo, no solo jura por el templo sino también por Dios, que vive allí. 22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dioso y por Dios mismo, que se sienta en él.p
23 “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separáis para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacéis caso de las enseñanzas más importantes de la ley, como son la justicia, la misericordia y la fidelidad.q Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro.r 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello!s
25 “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpiáis por fuera el vaso y el plato,t pero por dentro estáis llenos de lo que habéis obtenido con el robo y la avaricia. 26 Fariseo ciego, ¡limpia primero el vasou por dentro, y así quedará limpio también por fuera!
27 “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que sois como sepulcros blanqueados,v hermosos por fuera pero llenos por dentro de huesos de muerto y toda clase de impurezas. 28 Así sois vosotros: por fuera, ante la gente, parecéis buenos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y maldad.
29 “¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construís los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos funerarios de los hombres justos,w 30 y luego decís: ‘Si hubiéramos vivido en los tiempos de nuestros antepasados, no los habríamos ayudado a matar a los profetas.’ 31 Con esto, vosotros mismos os reconocéis descendientesx de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Acabad de hacer, pues, lo que vuestros antepasados comenzaron!
33 “¡Serpientes, raza de víboras!, ¿cómo vais a escapar al castigo del infierno?y 34 Mirad, yo os voy a enviar profetas, sabios y maestros: a unos mataréis y crucificaréis, y a otros golpearéis en las sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad. 35 Pues bien, así caerá sobre vosotros el castigo por la muerte de todos los inocentes que han sido asesinados en el mundo, desde Abel el justo hasta Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el santuario y el altar.z 36 Os aseguro que el castigo por todo ello caerá sobre la gente de hoy.
Jesús llora por Jerusalén
(Lc 13.34-35)
37 “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetasa y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas,b pero no quisisteis! 38 Pues mirad, vuestro hogar va a quedar desierto.c 39 Y os digo que ya no volveréis a verme hasta que digáis: '¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!'”d
XI. SERMÓN SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS (24–25)
Jesús anuncia la destrucción del templo
24 (Mc 13.1-2; Lc 21.5-6)a
Jesús salió del templo y, cuando ya se iba, sus discípulos se acercaron a él para señalarle los edificios del templo. Jesús les dijo:
– ¿Veis todo esto? Pues os aseguro que aquí no va a quedar piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!b
Señales antes del fin
(Mc 13.3-23; Lc 17.22-24; 21.7-24)
Luego se fueron al monte de los Olivos.c Jesús se sentó,d y los discípulos se le acercaron para preguntarle aparte:
–Dinos, ¿cuándo han de ocurrir esas cosas? ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?
Jesús les contestó:
–Tened cuidado, que nadie os engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: ‘Yo soy el Mesías’, y engañarán a mucha gente.e Oiréis de guerras y rumores de guerras, pero no os asustéis, pues aunque todo esto ha de llegar, aún no será el fin. Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro, y habrá hambres y terremotos en muchos lugares.f Sin embargo, todo eso apenas será el comienzo de los sufrimientos.g
“Os entregarán para ser maltratados, y os matarán, y todo el mundo os odiará por causa mía.h 10 Entonces muchos perderán su fe,i y se odiarán y traicionarán unos a otros. 11 Aparecerán muchos falsos profetas, que engañarán a mucha gente. 12 Aumentará tanto la maldad, que el amor se enfriará en la mayoría. 13 Pero el que permanezca firme hasta el fin, se salvará.j 14 Esta buena noticia del reinok se anunciará en todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan. Entonces vendrá el fin.l
15 “El profeta Daniel escribió acerca del horrible sacrilegio.m Cuando lo veáis en el lugar santo (el que lee, entienda),n 16 los que estén en Judea, que huyan a las montañas; 17 el que esté en la azoteañ de su casa, que no baje a sacar nada; 18 y el que esté en el campo, que no regrese ni siquiera a recoger su ropa.o 19 ¡Pobres de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o tengan niños de pecho! 20 Pedid a Dios que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado,p 21 porque habrá entonces un sufrimiento tan grande como nunca lo ha habido desde el principio del mundoq ni lo habrá después. 22 Y si Dios no acortara aquel tiempo, nadie se salvaría. Pero lo acortará por amor a los que ha escogido.
23 “Si alguno os dice entonces: ‘Mirad, aquí está el Mesías’ o ‘Mirad, allí está’, no lo creáis. 24 Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas, y harán grandes señales y milagros para engañar, a ser posible, incluso a los que Dios mismo ha escogido. 25 Os lo he advertido de antemano. 26 Por eso, si os dicen: ‘Mirad, allí está, en el desierto’, no vayáis; y si os dicen: ‘Mirad, aquí está, escondido en casa’, no lo creáis. 27 Porque como el relámpago que brilla de oriente a occidente, así será la venida del Hijo del hombre.r 28 ¡Donde está el cadáver, allí se juntarán los buitres!s
El regreso del Hijo del hombre
(Mc 13.24-37; Lc 17.26-30,34-36; 21.25-33)
29 “Tan pronto como hayan pasado aquellos días de sufrimiento, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales se tambalearán.t 30 Entonces se verá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y todos los pueblos del mundo llorarán de terror viendo venir en las nubes del cielou al Hijo del hombre con gran poder y gloria. 31 Y él enviará a sus ángeles para que, con un fuerte toque de trompeta, reúnan a sus escogidos desde los cuatro puntos cardinales, desde un extremo del cielo al otro.v
32 “Aprended esta enseñanza de la higuera: cuando sus ramas se ponen tiernas y empiezan a brotar sus hojas, conocéis que el verano está cerca.w 33 De la misma manera, cuando veáis todo eso sabed que el Hijo del hombre ya está a la puerta.x 34 Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36 “En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre.y
37 “Como sucedió en tiempos de Noé,z sucederá también en la venida del Hijo del hombre. 38 Antes del diluvio, y hasta el día en que Noé entró en el arca, la gente comía, bebía y se casaba. 39 Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será también en la venida del Hijo del hombre. 40 En aquel momento estarán dos hombres en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. 41 Dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.
42 "Permaneced despiertos, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entended que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, permanecería despierto y no dejaría que nadie entrara en su casa a robar.a 44 Así también, vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis.b
La fidelidad y la infidelidad en el servicio
(Lc 12.41-48)
45 “¿Quién es el criado fiel y atento, puesto por el amo al frente de la casa para dar a la servidumbre la comida a sus horas? 46 ¡Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, encuentra cumpliendo con su deber! 47 Os aseguro que el amo le pondrá al cargo de todos sus bienes. 48 Pero si ese criado es un malvado, y pensando que su amo va a tardar 49 comienza a maltratar a los demás criados, y se junta con borrachos a comer y beber, 50 el día que menos lo espere y a una hora que no sabe llegará su amo 51 y le castigará:c le condenará a correr la misma suerte que los hipócritas. Entonces llorará y le rechinarán los dientes.d
Parábola de las diez muchachas
25
“El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio.a Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto; en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!’ Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.’ Pero las muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.’ 10 Pero mientras las cinco muchachas iban a comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda,b y se cerró la puerta. 11 Llegaron después las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ 12 Pero él les contestó: ‘Os aseguro que no sé quiénes sois.’c
13 “Permaneced despiertos –añadió Jesús–, porque no sabéis el día ni la hora.d
Parábola del dinero
(Lc 19.11-27)
14 “El reino de los cielos es como un hombre que, a punto de viajar a otro país, llamó a sus criadose y los dejó al cargo de sus negocios. 15 A uno le entregó cinco mil monedas,f a otro dos mil y a otro mil: a cada cual conforme a su capacidad. Luego emprendió el viaje. 16 El criado que recibió las cinco mil monedas negoció con el dinero y ganó otras cinco mil. 17 Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18 Pero el que recibió mil, fue y escondió el dinero de su señor en un hoyo que cavó en la tierra.
19 "Al cabo de mucho tiempo regresó el señor de aquellos criados y se puso a hacer cuentas con ellos. 20 Llegó primero el que había recibido las cinco mil monedas, y entregando a su señor otras cinco mil le dijo: ‘Señor, tú me entregaste cinco mil, y aquí tienes otras cinco mil que he ganado.’ 21 El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más.g Entra y alégrate conmigo.’ 22 Después llegó el criado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: ‘Señor, tú me entregaste dos mil, y aquí tienes otras dos mil que he ganado.’ 23 El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’
24 “Por último llegó el criado que había recibido mil monedas y dijo a su amo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25 Por eso tuve miedo; así que fui y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.’ 26 El amo le contestó: ‘Tú eres un criado malo y holgazán. Puesto que sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí, 27 debías haber llevado mi dinero al banco, y yo, a mi regreso, lo habría recibido junto con los intereses.’ 28 Y dijo a los que allí estaban: ‘Quitadle a este las mil monedas y dádselas al que tiene diez mil. 29 Porque al que tiene, se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará.h 30 Y a este criado inútil arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’i
El juicio sobre las naciones
31 “Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de esplendor y de todos los ángeles,j se sentará en su trono glorioso.k 32 Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.l 34 Y dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre y me disteis de comer,m tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, 36 anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme.’ 37 Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ 40 El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis.’n
41 “Luego dirá el Rey a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.ñ 42 Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43 fui forastero y no me recibisteis, anduve sin ropa y no me vestisteis, caí enfermo y estuve en la cárcel, y no me visitasteis.’ 44 Entonces ellos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?’ 45 El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicisteis.’o 46 Estos irán al castigo eterno, y los justos, a la vida eterna.”p
XII. PASIÓN Y MUERTE (26–27)
Conspiración para arrestar y matar a Jesús
(Mc 14.1-2; Lc 22.1-2; Jn 11.45-53)
26
Cuando acabó todas estas enseñanzas,a Jesús dijo a sus discípulos:
–Como sabéis, dentro de dos días es la fiesta de la Pascua,b y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
Por aquel entonces, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se reunieron en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote,c e hicieron planes para apresar a Jesús mediante algún engaño y matarlo. Pero decían:
–No lo hagamos durante la fiesta, para que la gente no se alborote.d
Una mujer derrama perfume sobre Jesúse
(Mc 14.3-9; Jn 12.1-8)
Estaba Jesús en Betania, en casa de Simón, al que llamaban el leproso,f y se le acercó una mujer que llevaba un frasco de alabastrog lleno de un perfume muy caro. Mientras Jesús estaba sentado a la mesa, ella le derramó el perfume sobre la cabeza. Al ver esto, los discípulos se enojaron y comenzaron a decir:
– ¿Para qué este derroche? Podía haberse vendido el perfume por mucho dinero, para ayudar a los pobres.
10 Jesús, que se dio cuenta, les dijo:
– ¿Por qué molestáis a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es bueno, 11 porque a los pobres los tendréis siempre con vosotros,h pero a mí no siempre me tendréis. 12 Esta mujer, al derramar el perfume sobre mi cuerpo, me estaba preparando para mi entierro.i 13 Os aseguro que dondequiera que se anuncie esta buena noticia se hablará también de lo que ha hecho esta mujer, y así será recordada.
La traición de Judas Iscariote
(Mc 14.10-11; Lc 22.3-6)
14 Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes 15 y les preguntó:
– ¿Cuánto me daréis, si os entrego a Jesús?
Ellos señalaron el precio: treinta monedas de plata.j 16 A partir de entonces, Judas empezó a buscar una ocasión oportuna para entregarles a Jesús.
La Cena del Señor
(Mc 14.12-25; Lc 22.7-23; Jn 13.21-30; 1 Co 11.23-26)
17 El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
– ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?k
18 Él les contestó:
–Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi hora está cerca, y voy a tu casa a celebrar la Pascua con mis discípulos.’l
19 Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y prepararon la cena de Pascua.m
20 Al llegar la noche, Jesús se había sentado a la mesan con los doce discípulos; 21 y mientras cenaban les dijo:
–Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
22 Ellos, llenos de tristeza, comenzaron a preguntarle uno tras otro:
–Señor, ¿acaso soy yo?
23 Jesús les contestó:
–Uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme.ñ 24 El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras, pero ¡ay de aquel que le traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!
25 Entonces Judas, el que le estaba traicionando, le preguntó:
–Maestro, ¿acaso soy yo?
–Tú lo has dicho –contestó Jesús.
26 Mientras cenaban, Jesús tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios lo partió y se lo dio a los discípulos, diciendo:
–Tomad, comed, esto es mi cuerpo.o
27 Luego tomó en sus manos una copa, y habiendo dado gracias a Dios la pasó a ellos, diciendo:
–Bebed todos de esta copa, 28 porque esto es mi sangre, con la que se confirma el pacto,p la cual es derramada en favor de muchos para perdón de sus pecados.q 29 Os digo que no volveré a beber de este producto de la vid hasta el día en que beba con vosotros vino nuevo en el reino de mi Padre.r
Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mc 14.26-31; Lc 22.31-34; Jn 13.36-38)
30 Después de cantar los salmoss se fueron al monte de los Olivos. 31 Y Jesús les dijo:
–Esta noche, todos vais a perder vuestra confianza en mí. Así lo dicen las Escrituras: ‘Mataré al pastor y se dispersarán las ovejas.’t 32 Pero cuando resucite, iré a Galilea antes que vosotros.u
33 Pedro le contestó:
–Aunque todos pierdan su confianza en ti, yo no la perderé.
34 Jesús le dijo:
–Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo,v me negarás tres veces.
35 Pedro afirmó:
–Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
(Mc 14.32-42; Lc 22.39-46)
36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní,w y les dijo:
–Sentaos aquí mientras yo voy más allá a orar.
37 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo,x y comenzó a sentirse muy triste y angustiado. 38 Les dijo:
–Siento en mi alma una tristeza de muerte.y Quedaos aquí y permaneced despiertos conmigo.
39 Y adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo y oró, diciendo:
–Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa amarga:z pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
40 Luego volvió adonde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
– ¿Ni siquiera una hora habéis podido permanecer despiertos conmigo? 41 Permaneced despiertos y orad para no caer en tentación.a Tenéis buena voluntad, pero vuestro cuerpo es débil.
42 Por segunda vez se fue, y oró así:
–Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad.
43 Cuando volvió, encontró de nuevo dormidos a los discípulos, porque los ojos se les cerraban de sueño. 44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Entonces regresó a donde estaban los discípulos y les dijo:
– ¿Aún seguís durmiendo y descansando?b Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46 ¡Levantaos, vámonos: ya se acerca el que me traiciona!
Jesús es arrestado
(Mr 14.43-50; Lc 22.47-53; Jn 18.2-11)
47 Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y palos. Iban enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos. 48 Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles:
–Aquel a quien yo bese, ese es. ¡Apresadlo!
49 Así que, acercándose a Jesús, dijo:
–¡Buenas noches, Maestro!
Y le besó.c 50 Jesús le contestó:
–Amigo, lo que has venido a hacer, hazlo.d
Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo apresaron.
51 En esto, uno de los que estaban con Jesús sacó una espada y cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:
–Guarda tu espada en su sitio, porque todo los que empuñan espada, a espada morirán. 53 ¿No sabes que yo podría rogar a mi Padre, y que él me mandaría ahora mismo más de doce ejércitose de ángeles? 54 Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que estas cosas han de suceder así?
55 Después preguntó Jesús a la gente:
– ¿Por qué venís con espadas y palos a arrestarme, como si fuera un bandido? Todos los días he estado enseñando en el templo,f y no me apresasteis. 56 Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que dijeron los profetas en las Escrituras.
En aquel momento, todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.
Jesús ante la Junta Suprema
(Mc 14.53-65; Lc 22.54-55,63-71; Jn 18.12-14,19-24)
57 Los que habían apresado a Jesús lo condujeron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos.g 58 Pedro, que le había seguido de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote, entró y se sentó con los guardias del templo, para ver en qué terminaba el asunto.
59 Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema andaban buscando alguna prueba falsa para condenar a muerte a Jesús, 60 pero no la encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que se presentaron para acusarle. Por fin se presentaron dosh 61 que afirmaron:
–Este hombre ha dicho: ‘Yo puedo destruir el templo de Dios y volver a levantarlo en tres días.’i
62 Entonces el sumo sacerdote se levantó y preguntó a Jesús:
– ¿No contestas nada? ¿Qué es lo que están diciendo contra ti?j
63 Pero Jesús permaneció callado.k El sumo sacerdote le dijo:
–¡En el nombre del Dios viviente te ordeno que digas la verdad! ¡Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!
64 Jesús le contestó:
–Tú lo has dicho.l Pero yo os digo también que en adelante veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo en las nubes del cielo.m
65 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación y dijo:
–¡Las palabras de este hombre son una ofensa contra Dios! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Ya habéis oído sus palabras ofensivas. 66 ¿Qué os parece?
Ellos contestaron:
–Es culpable y debe morir.n
67 Entonces le escupieron en la cara y le golpearon. Otros le daban de bofetadasñ 68 y decían:
–Tú, que eres el Mesías, ¡adivina quién te ha pegado!
Pedro niega conocer a Jesús
(Mc 14.66-72; Lc 22.56-62; Jn 18.15-18,25-27)
69 Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el patio. En esto se le acercó una sirvienta y le dijo:
–Tú también andabas con Jesús, el de Galilea.
70 Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo:
–No sé de qué estás hablando.
71 Luego se dirigió hacia la puerta. Allí lo vio otra sirvienta, que dijo a los demás:
–Este andaba con Jesús, el de Nazaret.
72 De nuevo lo negó Pedro, jurando:
–¡No conozco a ese hombre!
73 Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:
–Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en la forma de hablar se te nota.
74 Entonces él comenzó a jurar y perjurar,o diciendo:
–¡No conozco a ese hombre!
En aquel mismo momento cantó un gallo, 75 y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: 'Antes que cante el gallo me negarás tres veces.'p Y salió Pedro de allí y lloró amargamente.
Jesús, entregado a Pilato
(Mc 15.1; Lc 23.1-2; Jn 18.28-32)
27
Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se pusieron de acuerdoa para matar a Jesús. Lo condujeron atado y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.b
Suicidio de Judas
Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que le habían condenado, tuvo remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos,c diciéndoles:
–He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente.
Pero ellos le contestaron:
– ¿Y qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya!
Entonces Judas arrojó las monedas en el templo, y fue y se ahorcó.
Los jefes de los sacerdotes recogieron aquel dinero y dijeron:
–Este dinero está manchado de sangre. No podemos ponerlo en el tesoro del templo.
Así que tomaron el acuerdo de comprar con él un terreno llamado “Campo del Alfarero”, y destinarlo a cementerio para extranjeros. Por eso, aquel terreno se sigue llamando hasta el día de hoy “Campo de Sangre”. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: “Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto, 10 y con ellas compraron el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.”d
Jesús ante Pilato
(Mc 15.2-5; Lc 23.3-5; Jn 18.33-38)
11 Jesús fue llevado ante el gobernador, que le preguntó:
– ¿Eres tú el Rey de los judíos?
–Tú lo dicese –contestó Jesús.
12 Mientras los jefes de los sacerdotes y los ancianos le acusaban, Jesús no respondía nada. 13 Por eso, Pilato le preguntó:
– ¿No oyes todo lo que están diciendo contra ti?
14 Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra,f de manera que el gobernador se quedó muy extrañado.
Jesús, sentenciado a muerte
(Mc 15.6-20; Lc 23.13-25; Jn 18.38–19.16)
15 Durante la fiesta,g el gobernador tenía la costumbre de poner en libertad a un preso, el que la gente escogía. 16 Había entonces un preso famoso llamado Jesús Barrabás. 17 Estando la gente reunida, Pilato preguntó:
– ¿A quién queréis que os ponga en libertad, a Jesús Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?h
18 Porque comprendía que lo habían entregado por envidia.
19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa mandó a decirle:
–No te metas con ese hombre justo, porque anoche tuve un sueño horrible por causa suya.
20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitudi para que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 21 El gobernador repitió la pregunta:
– ¿A cuál de los dos queréis que os ponga en libertad?
Ellos dijeron:
–¡A Barrabás!
22 Preguntó Pilato:
– ¿Y qué haré con Jesús, a quien llaman el Mesías?
–¡Crucifícalo! –contestaron todos.
23 Pilato les dijo:
–Pues ¿qué mal ha hecho?
Pero ellos volvieron a gritar:
–¡Crucifícalo!
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manosj delante de todos, diciendo:
–Yo no soy responsable de la muerte de este hombre. Es cosa vuestra.
25 Toda la gente contestó:
–¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!
26 Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.k
27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio, y reunieron toda la tropa a su alrededor.l 28 Le quitaron la ropa, le vistieron con una capa rojam 29 y le pusieron en la cabeza una corona hecha de espinas y una vara en la mano derecha.n Luego, arrodillándose delante de él y burlándose, le decían:
–¡Viva el Rey de los judíos!
30 También le escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza.ñ 31 Después de burlarse así de él, le quitaron la capa roja, le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.o
Crucifixión de Jesúsp
(Mc 15.21-32; Lc 23.26-43; Jn 19.17-27)
32 Al salir de allí encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene,q a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús.
33 Llegaron a un sitio llamado Gólgotar (es decir, “Lugar de la Calavera”) 34 y le dieron a beber vino mezclado con hiel;s pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber. 35 Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse la ropa de Jesús.t
36 Luego se sentaron allí a vigilar. 37 Por encima de la cabeza de Jesús pusieron un letrero, en el que estaba escrita la causa de su condena: “Este es Jesús, el Rey de los judíos.”u
38 También fueron crucificados con él dos bandidos,v uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 Los que pasaban le insultaban meneando la cabezaw 40 y diciendo:
–¡Tú, que derribas el templo y en tres díasx lo vuelves a levantar, sálvate a ti mismo! ¡Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz!y
41 Del mismo modo se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. Decían:
42 –Salvó a otros, pero él no se puede salvar. Es el Rey de Israel, ¡pues que baje de la cruz y creeremos en él! 43 Ha puesto su confianza en Dios, ¡pues que Dios le salve ahora, si de veras le quiere!z ¿No nos ha dicho que es Hijo de Dios?a
44 Y hasta los bandidos que estaban crucificados con él, le insultaban.
Muerte de Jesús
(Mc 15.33-41; Lc 23.44-49; Jn 19.28-30)
45 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra quedó en oscuridad.b 46 A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: “Elí, Elí, ¿lema sabaqtaní?” (es decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”)c
47 Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:
–Está llamando al profeta Elías.d
48 Al momento, uno de ellos corrió en busca de una esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que bebiera.e 49 Pero los demás decían:
–Déjale, a ver si viene Elías a salvarle.
50 Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió. 51 En aquel momento, el velof del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas, 52 los sepulcros se abrieron y muchos hombres de Dios que habían muerto resucitaron. 53 Salieron de sus tumbas después de la resurrección de Jesús y entraron en la santa ciudad de Jerusalén, donde los vio mucha gente. 54 Cuando el centurión y los que con él vigilaban a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, dijeron aterrados:
–¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!
55 Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que le habían ayudado.g 56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.h
Jesús es sepultado
(Mc 15.42-47; Lc 23.50-56; Jn 19.38-42)
57 Al anocheceri llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea,j que también era seguidor de Jesús. 58 José fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana de lino, limpia, 60 y lo puso en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que había hecho excavar en la roca. Después de tapar la entrada del sepulcro con una gran piedra, se fue.k 61 María Magdalena y la otra Maríal se quedaron sentadas frente al sepulcro.
La guardia ante el sepulcro
62 Al día siguiente, es decir, el sábado,m los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos a ver a Pilato 63 y le dijeron:
–Señor, recordamos que aquel embustero, cuando vivía, dijo que al cabo de tres días iba a resucitar.n 64 Por eso, manda asegurar el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan de noche sus discípulos, roben el cuerpo y después digan a la gente que ha resucitado. En este caso, la última mentira sería peor que la primera.
65 Pilato les dijo:
–Ahí tenéis soldados de guardia.ñ Id y asegurad el sepulcro lo mejor que podáis.
66 Fueron, pues, y aseguraron el sepulcro poniendo un sello sobre la piedra que lo cerraba. Y dejaron allí a los soldados de guardia.

© 2002 Sociedades Bíblicas Unidas y Sociedad Bíblica de España




-ltima actualización del programa: 7/4/2020