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Números 10.11-21.35

Números :Introducción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36

II. LOS TREINTA Y OCHO AÑOS DE MARCHA Y LA PERMANENCIA EN EL DESIERTO DE CADÉS (10.11–21.35)
Los israelitas parten del Sinaí
11 El día veinte del mes segundo del segundo año,d se levantó la nube de sobre el santuario del pacto. 12 Los israelitas se pusieron en marcha, partiendo del desierto de Sinaí. La nube se detuvo en el desierto de Parán.e 13 Tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés,f 14 en primer lugar iban los ejércitos que marchaban bajo la bandera de Judá, y que tenían como jefe a Nahasón, hijo de Aminadab. 15 Al frente del ejército de la tribu de Isacar estaba Natanael, hijo de Suar. 16 Al frente del ejército de la tribu de Zabulón estaba Eliab, hijo de Helón. 17 Entonces desmontaron el santuario, y los descendientes de Guersón y de Merarí, que eran los encargados de transportarlo, se pusieron en camino.
18 En seguida iban los ejércitos que marchaban bajo la bandera de Rubén, y que tenían como jefe a Elisur, hijo de Sedeúr. 19 Al frente del ejército de la tribu de Simeón estaba Selumiel, hijo de Surisadai. 20 Al frente del ejército de la tribu de Gad estaba Eliasaf, hijo de Reuel.g 21 En seguida iban los descendientes de Quehat, que llevaban los utensilios sagrados. Cuando ellos llegaban, ya encontraban montado el santuario.
22 Después seguían los ejércitos que marchaban bajo la bandera de Efraín, y que tenían como jefe a Elisamá, hijo de Amihud. 23 Al frente del ejército de la tribu de Manasés estaba Gamaliel, hijo de Pedasur. 24 Al frente del ejército de la tribu de Benjamín estaba Abidán, hijo de Guidoní.
25 Por último, detrás de los otros ejércitos, seguían los que marchaban bajo la bandera de Dan, y que tenían como jefe a Ahiézer, hijo de Amisadai. 26 Al frente del ejército de la tribu de Aser estaba Paguiel, hijo de Ocrán. 27 Al frente del ejército de la tribu de Neftalí estaba Ahirá, hijo de Enán.
28 Este era el orden que seguían los ejércitos israelitas cuando se ponían en camino.
Moisés invita a su cuñado a acompañarlos
29 Un día Moisés dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel el madianita:h
–Nosotros nos vamos al país que el Señor ha prometido darnos. Ven con nosotros y te trataremos bien, pues el Señor ha prometido tratar con bondad a Israel.
30 Pero Hobab le contestó:
–No, yo prefiero volver a mi tierra, donde están mis parientes.
31 –No te vayas –insistió Moisés–. Tú conoces bien los lugares donde se puede acampar en el desierto, y puedes servirnos de guía. 32 Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todo lo bueno que el Señor nos conceda.
33 Así pues, se fueron del monte del Señor y caminaron durante tres días. El arca del pacto del Señor iba delante de ellos, buscándoles un lugar donde descansar. 34 Durante el día, apenas se ponían en camino, la nube del Señor iba sobre ellos.i 35 En cuanto el arca se ponía en marcha, Moisés decía:

“¡Levántate, Señor!
¡Que se dispersen tus enemigos!
¡Que al verte huyan los que te odian!”j

36 Pero cuando el arca se detenía, decía Moisés:

“¡Vuelve ahora, Señor,
a los incontables ejércitos de Israel!”k
11 El Señor promete carne a los israelitasa
Un día los israelitas comenzaron a murmurarb contra el Señor a causa de las dificultades por las que estaban pasando. Al oirlos, el Señor se llenó de ira y les envió un fuego que incendió los alrededores del campamento. El pueblo gritó pidiendo ayuda a Moisés, y Moisés rogó al Señor por ellos. Entonces el fuego se apagó. Por eso aquel lugar se llamó Taberá,c porque allí el fuego del Señor ardió contra ellos.
Entre los israelitas se había mezclado gente de toda clase,d que solo pensaba en comer. Y los israelitas, dejándose llevar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: “¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos de balde en Egipto! Y también comíamos pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. Pero ahora nos estamos muriendo de hambre y no se ve otra cosa que maná.”e
(El maná era parecido a la semilla del cilantro; tenía un color amarillento, como el de la resina, y sabía a tortas de harina con aceite. La gente salía a recogerlo, y luego lo molían o machacaban, y lo cocinaban o lo preparaban en forma de panes. Por la noche, cuando caía el rocío sobre el campamento, caía tambien el maná.)
10 Moisés oyó que los israelitas y sus familiares lloraban a la entrada de sus tiendas. El Señor estaba lleno de ira. Y Moisés también se disgustó, 11 y dijo al Señor:
–¿Por qué me tratas mal a mí, que soy tu siervo? ¿Qué tienes contra mí, que me has hecho cargar con este pueblo? 12 ¿Acaso soy yo su padre o su madre para que me pidas que los lleve en brazos, como a niños de pecho, hasta el país que prometiste a sus antepasados? 13 ¿De dónde voy a sacar carne para dar de comer a toda esta gente? Vienen llorando a decirme: ‘Danos carne para comer.’ 14 Yo solo no puedo seguir encargándome de llevar a todo este pueblo; es una carga demasiado pesada para mí. 15 Si vas a seguir tratándome así, mejor será que me quites la vida, si es que de veras me estimas. Así no tendré que verme en tantas dificultades.
16 Pero el Señor le contestó:
–Reúneme a setenta ancianos israelitas, de los que sepas que tienen autoridad entre el pueblo, y tráelos a la tienda del encuentro, y que esperen allí contigo.f 17 Yo bajaré y hablaré allí contigo, y tomaré una parte del espíritu que tú tienes y se la daré a ellos para que te ayuden a sobrellevar a este pueblo. Así no estarás solo. 18 Luego manda al pueblo que se purifiqueg para mañana, y comerán carne. Ya los he oído llorar y decir: ‘¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Estábamos mejor en Egipto!’ Pues bien, yo les voy a dar carne para que coman, 19 y no solo un día o dos, ni cinco o diez o veinte. No. 20 Comerán carne durante todo un mes, hasta que se les salga por las narices y les dé asco, porque me han rechazado a mí, el Señor, que estoy en medio de ellos, y han llorado y han dicho ante mí: ‘¿Para qué salimos de Egipto?’
21 Entonces Moisés respondió:
–El pueblo que viene conmigo es de seiscientos mil hombres de a pie,h ¿y dices que nos darás a comer carne durante un mes entero? 22 ¿Dónde hay tantas ovejas y vacas que se puedan matar y que alcancen para todos? Aun si les diéramos todo el pescado del mar, no les alcanzaría.
23 Pero el Señor le contestó:
–¿Crees que es tan pequeño mi poder? Ahora verás si se cumple o no lo que he dicho.
Setenta ancianos hablan como profetas
24 Moisés salió y contó al pueblo lo que el Señor le había dicho, y reunió a setenta ancianos israelitas y los colocó alrededor de la tienda. 25 Entonces el Señor bajó en la nube y habló con Moisés; luego tomó una parte del espíritu que tenía Moisés, y se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, comenzaron a hablar como profetas;i pero esto no volvió a repetirse.
26 Dos hombres, el uno llamado Eldad y el otro Medad, habían sido escogidos entre los setenta; pero no fueron a la tienda, sino que se quedaron en el campamento. Sin embargo, también sobre ellos reposó el espíritu, y comenzaron a hablar como profetas en el campamento. 27 Entonces un muchacho fue corriendo a decirle a Moisés:
–¡Eldad y Medad están hablando como profetas en el campamento!
28 Entonces Josué, hijo de Nun, que desde joven era ayudante de Moisés, dijo:
–¡Señor mío, Moisés, prohíbeles que lo hagan!
29 Pero Moisés le contestó:
–¿Ya estás celoso por mí? ¡Ojalá el Señor diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas!
30 Entonces Moisés y los ancianos de Israel volvieron al campamento.
Las codornicesj
31 El Señor hizo que soplara del mar un viento que trajo bandadas de codornices, las cuales cayeron en el campamento y sus alrededores, cubriendo una distancia de hasta un día de camino alrededor del campamento, y formando una capa de casi un metro de altura.k 32 Todo aquel día y toda la noche y todo el día siguiente, la gente estuvo recogiendo codornices. El que menos, recogió diez montones de codornices.l Y las pusieron a secar en los alrededores del campamento. 33 Pero apenas estaban empezando a masticarm los israelitas la carne de las codornices, cuando el Señor se enfureció contra ellos y los castigó, haciendo morir a mucha gente. 34 Por eso pusieron a aquel lugar el nombre de Quibrot-hataavá,n porque allí enterraron a los que solo pensaban en comer.
35 De Quibrot-hataavá siguió el pueblo su camino hasta Haserot, y allí se quedó.
María y Aarón critican a Moisés
12
Maríaa y Aarón empezaron a hablar mal de Moisés, porque se había casado con una mujer etíope.b Además dijeron: “El Señor no ha hablado solamente con Moisés; también ha hablado con nosotros.”c Y el Señor lo oyó.
En realidad, Moisés era el hombre más humilde del mundo.d Por eso el Señor dijo a Moisés, Aarón y María: “Id los tres a la tienda del encuentro.”
Los tres fueron allá. Entonces el Señor bajó en una espesa nube y se colocó a la entrada de la tienda; luego llamó a Aarón y a María, y cuando ellos se presentaron el Señor les dijo: “Escuchad esto que voy a deciros: Cuando entre vosotros haya un profeta mío,e yo me comunicaré con él en visiones y le hablaré en sueños; pero con mi siervo Moisés no lo hago así. Él es el más fiel de todos mis siervos,f y con él hablo cara a carag y en un lenguaje claro. Y si él me ve cara a cara,h ¿cómo os atrevéis vosotros a hablar mal de él?”
La ira del Señor se encendió contra ellos, y se fue. 10 Y en cuanto la nube se alejó de la tienda, María se puso leprosa, con la piel toda blanca. Cuando Aarón se volvió a mirar a María y vio que estaba leprosa,i 11 dijo a Moisés: “Por favor, mi señor, no nos castigues por este pecado que tontamente hemos cometido. 12 No permitas que ella quede como una criatura muerta antes de nacer, que sale con la piel medio deshecha.”
13 Entonces Moisés suplicó al Señor: “Por favor, oh Dios, te ruego que la sanes.”
14 Y el Señor le respondió: “Si su padre le escupiera en la cara, quedaría deshonrada durante siete días. Pues entonces, que la expulsen del campamentoj durante siete días, y después podrá volver.”
15 Y así María fue expulsada del campamento por siete días. Mientras tanto, el pueblo no se movió de allí. 16 Luego, en cuanto María se reunió con ellos, se pusieron en camino desde Haserot, y acamparon en el desierto de Parán.k
13 Los exploradores de Canaána
(Dt 1.19-25)
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
“Envía unos hombres a que exploren la tierra de Canaán, que yo voy a dar a los israelitas. Envía de cada tribu a uno que sea hombre de autoridad.”
Tal como el Señor se lo ordenó, Moisés los envió desde el desierto de Parán. Todos eran hombres de autoridad entre los israelitas. Eran los siguientes: Samúa, hijo de Zacur, de la tribu de Rubén; Safat, hijo de Horí, de la tribu de Simeón; Caleb, hijo de Jefuné, de la tribu de Judá; Igal, hijo de José, de la tribu de Isacar; Oseas, hijo de Nun, de la tribu de Efraín; Paltí, hijo de Rafú, de la tribu de Benjamín; 10 Gadiel, hijo de Sodí, de la tribu de Zabulón; 11 Gadí, hijo de Susí, de la tribu de José (es decir, la tribu de Manasés); 12 Amiel, hijo de Guemalí, de la tribu de Dan; 13 Setur, hijo de Micael, de la tribu de Aser; 14 Nahbí, hijo de Vaps, de la tribu de Neftalí; 15 Gueuel, hijo de Maquí, de la tribu de Gad.
16 Estos son los nombres de los que Moisés envió a explorar el país. A Oseas, hijo de Nun, le cambió el nombre y le puso Josué.b
17 Moisés, pues, los envió a explorar la tierra de Canaán, y les dijo:
–Id por el Négueb y subid a la región montañosa.c 18 Fijaos en cómo es el país, y en si los que allí viven son fuertes o débiles, y si son pocos o muchos. 19 Ved si sus ciudades están hechas de tiendas de campaña o si son fortificadas, y si la tierra en que viven es buena o mala, 20 fértil o estéril, y si tiene árboles o no. No tengáis miedo; traed algunos frutos de la región.
Esto sucedió en la época en que se recogen las primeras uvas.d 21 Los hombres fueron y exploraron el país desde el desierto de Sin, en el sur, hasta Rehob, en el norte, junto a la entrada de Hamat. 22 Entraron por el Négueb y llegaron hasta Hebrón. Allí vivían Ahimán, Sesai y Talmai, descendientes de Anac. Hebrón fue construida siete años antes que Soan en Egipto.e 23 Llegaron hasta el arroyo de Escol, cortaron allí un sarmiento que tenía un racimo de uvas, y entre dos se lo llevaron colgado de un palo. También recogieron granadas e higos. 24 A aquel arroyo le pusieron por nombre Escol,f por el racimo que cortaron allí los israelitas.
25 Después de explorar la tierra durante cuarenta días, regresaron 26 a Cadés,g en el desierto de Parán. Allí estaban Moisés, Aarón y todos los israelitas. Y les contaron lo que habían averiguado, y les mostraron los frutos del país. 27 Dijeron a Moisés:
–Fuimos a la tierra a la que nos enviaste. Realmente es una tierra donde la leche y la miel corren como el agua,h y estos son los frutos que produce. 28 Pero la gente que vive allí es fuerte, y las ciudades son muy grandes y fortificadas. Además, allí vimos descendientes del gigante Anac.i 29 En la región del Négueb viven los amalecitas; en la región montañosa viven los hititas, los jebuseos y los amorreos, y al lado del mar y junto al río Jordán viven los cananeos.j
30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo que estaba ante Moisés, y dijo:
–¡Pues vamos a conquistar esa tierra! ¡Nosotros podemos conquistarla!
31 Pero los que habían ido con él respondieron:
–¡No, no podemos atacar a esa gente! Ellos son más fuertes que nosotros.
32 Y se pusieron a decir a los israelitas que el país que habían ido a explorar era muy malo. Decían:
–La tierra que fuimos a explorar mata a la gente que vive en ella,k y todos los hombres que vimos allá eran enormes. 33 Vimos también a los gigantes, a los descendientes de Anac.l A su lado nos sentíamos como langostas, y así nos miraban ellos también.
14 Rebeldía de los israelitasa
(Dt 1.26-33)
Entonces los israelitas comenzaron a gritar, y aquella noche se la pasaron llorando. Todos ellos comenzaron a hablar mal de Moisés y de Aarón. Decían: “¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto, o aquí en el desierto! ¿Para qué nos trajo el Señor a este país? ¿Para morir en la guerra, y que nuestras mujeres y nuestros hijos caigan en poder del enemigo? ¡Más nos valdría regresar a Egipto!” Y empezaron a decirse unos a otros: “¡Pongamos a uno como jefe y volvamos a Egipto!”
Moisés y Aarón se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente delante de todo el pueblo, y Josué y Caleb, que habían estado explorando el país, se rasgaron la ropa en señal de dolor y dijeron a todos los israelitas:
–¡La tierra que fuimos a explorar es excelente! Si el Señor nos favorece, nos ayudará a entrar en esa tierra y nos la dará. Es un país donde la leche y la miel corren como el agua. Pero no os rebeléis contra el Señorb ni tengáis miedo a la gente de ese país, porque ellos van a ser pan comido para nosotros; a ellos no hay quien los proteja, mientras que nosotros tenemos de nuestra parte al Señor. ¡No tengáis miedo!
10 A pesar de todo, la gente quería apedrearlos. Entonces la gloria del Señor se apareció en la tienda del encuentro, a la vista de todos los israelitas,c 11 y el Señor dijo a Moisés:
–¿Hasta cuándo va a seguir menospreciándome este pueblo? ¿Hasta cuándo van a seguir dudando de mí, a pesar de los milagros que he hecho entre ellos? 12 Les voy a enviar una epidemia mortal que les impida tomar posesión de esa tierra; en cambio, de ti haré un pueblo más grande y más fuerte que ellos.d
13 Pero Moisés respondió al Señor:
–Tú, con tu poder, sacaste de Egipto a este pueblo. Cuando los egipcios sepan lo que vas a hacer, 14 se lo contarán a los habitantes del país de Canaán. Ellos también han oído decir que tú, Señor, estás en medio de este pueblo, que te dejas ver cara a cara, que tu nube está sobre ellos, y que de día vas delante de ellos en una columna de nubes y de noche en una columna de fuego. 15 Si matas a este pueblo de un solo golpe, las naciones que saben de tu fama dirán: 16 ‘El Señor no pudo hacer que este pueblo entrara en la tierra que había jurado darles, y por eso los mató en el desierto.’ 17 Por eso, Señor, muestra ahora tu gran poder, tal como lo has prometido. Tú has dicho 18 que no te irritas fácilmente, que es muy grande tu amor y que perdonas la maldad y la rebeldía, aunque no dejas sin castigo al culpable, sino que castigas la maldad de los padres en los hijos, los nietos, los bisnietos y los tataranietos.e 19 Puesto que tu amor es tan grande, perdónale a este pueblo su maldad, ya que has tenido paciencia con ellos desde Egipto hasta este lugar.
Castigo de los israelitas
(Dt 1.34-40)
20 El Señor respondió:
–Bien, yo los perdono, tal como me lo pides. 21 Pero, eso sí, tan cierto como que yo vivo y que mi gloria llena toda la tierra, 22 ninguno de los que han visto mi gloria y los milagros que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba una y otra vez en el desierto y no han querido obedecer mis órdenes, 23 ninguno de ellos verá la tierra que prometí a sus antepasados. Ninguno de los que me han menospreciado la verá.f 24 Solamente mi siervo Caleb ha tenido un espíritu diferente y me ha obedecido fielmente. Por eso, a él sí le dejaré entrar en el país que fue a explorar, y sus descendientes se establecerán allí.g 25 (Los amalecitas y los cananeos viven en la llanura.) En cuanto a vosotros, dad la vuelta mañana y seguid por el desierto en dirección al mar Rojo.h
26 El Señor se dirigió a Moisés y Aarón, y les dijo:
27 –¿Hasta cuándo voy a tener que soportar las habladurías de estos malvados israelitas? Ya les he oído hablar mal de mí. 28 Pues ve a decirles de mi parte: ‘Yo, el Señor, juro por mi vida que voy a hacer que os suceda lo mismo que os he oído decir. 29 Todos los mayores de veinte años que fueron registrados en el censo y que han hablado mal de mí, morirán, y sus cadáveres quedarán tendidos en este desierto.i 30 A excepción de Caleb y de Josué, ninguno de vosotros entrará en la tierra donde solemnemente os prometí que iba a estableceros. 31 En cambio, a vuestros hijos, de quienes decíais que iban a caer en poder de vuestros enemigos, los llevaré al país que vosotros habéis despreciado, para que ellos lo disfruten. 32 Vuestros cadáveres quedarán tendidos en este desierto, 33 en el que vuestros hijos vivirán como pastores durante cuarenta años. De este modo, ellos pagarán por vuestra infidelidad, hasta que todos muráis aquí en el desierto. 34 Cuarenta días estuvisteis explorando el país; pues cuarenta años estaréis pagando vuestro castigo: un año por cada día. Así sabréis lo que es ponerse en contra mía.’j 35 Yo, el Señor, lo afirmo: Así voy a tratar a este pueblo perverso que se ha unido contra mí. En este desierto encontrarán su fin; aquí morirán.
Muerte de los diez espías malvados
36-37 En cuanto a los hombres que Moisés había enviado a explorar el país y que al volver dieron tan malos informes, haciendo que la gente murmurara, el Señor los hizo caer muertos. 38 De todos ellos, solo Josué y Caleb quedaron con vida.
La derrota en Hormá
(Dt 1.41-46)
39 Cuando Moisés contó a los israelitas lo que el Señor había dicho, todos ellos se pusieron muy tristes. 40 A la mañana siguiente se levantaron temprano, subieron a la parte alta de la región montañosa y dijeron:
–¡Ya estamos aquí! Vayamos al lugar que el Señor nos ha prometido, pues en verdad hemos pecado.
41 Pero Moisés les dijo:
–¿Por qué desobedecéis las órdenes del Señor? ¡Ese intento va a fracasar! 42 No sigáis adelante, porque el Señor no está con vosotros. Vuestros enemigos os van a derrotar. 43 Allá delante os esperan los amalecitas y los cananeos, para pelear con vosotros y mataros. Y puesto que habéis abandonado al Señor, él ya no está con vosotros.
44 Ellos, sin embargo, se empeñaron en subir a la parte alta de la región montañosa; pero ni el arca del pacto del Señor ni Moisés se movieron del campamento. 45 Entonces salieron los amalecitas y los cananeos que vivían en la región, y persiguieron a los israelitas hasta Hormá,k derrotándolos completamente.
15 Leyes relativas a los sacrificiosa
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
“Diles esto a los israelitas: Cuando entréis en el país que yo voy a daros para que viváis en él, y me ofrezcáis un toro o una oveja para quemarlo en mi honor como sacrificio u holocausto de olor agradable, ya sea en cumplimiento de alguna promesa o como ofrenda voluntaria, o con ocasión de alguna fiesta, el que presente la ofrenda añadirá dos kilos de harina fina amasada con un litro de aceite. Además, a los sacrificios indicados se añadirá una ofrenda de un litro de vino por cada cordero. Si se trata del sacrificio de un carnero, se añadirán cuatro kilos de harina amasada con poco más de un litro de aceite y algo más de un litro de vino, como ofrenda de olor agradable para mí. Si se trata del sacrificio de un becerro, para ofrecerlo como holocausto, como sacrificio de reconciliación o en cumplimiento de una promesa, se añadirán seis kilos de harina amasada con dos litros de aceite, 10 más dos litros de vino, como ofrenda quemada de olor agradable para mí. 11 Esto es lo que deberá hacerse por cada toro, cada carnero, cada cordero o cada cabrito que se ofrezca. 12 Por cada animal que se ofrezca, se hará su ofrenda correspondiente, según el número de animales. 13 Todo israelita deberá cumplir estas normas cuando me haga una ofrenda quemada de olor agradable.
14 “Si un extranjero, ya sea que se encuentre de paso o que viva permanentemente entre vosotros, quiere presentarme una ofrenda quemada de olor agradable, deberá cumplir las mismas normas que todos vosotros. 15 La misma norma vale para vosotros y para los extranjeros; será una ley permanente, que pasará de padres a hijos. 16 Una misma ley y una misma norma habrá para vosotros y para los extranjeros.”b
17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
18 “Diles esto a los israelitas: Cuando hayáis entrado en el país adonde os voy a llevar, 19 y empecéis a disfrutar del trigo que se produce en él, separaréis una parte para ofrecérmela. 20 Y así como me ofrecéis la primera porción del trigo trillado, así también con la primera masa que preparéis me haréis una ofrenda de pan. 21 Esta ofrenda deberéis hacerla siempre.
22 “Cuando involuntariamente dejéis de hacer cualquiera de las cosas que he ordenado a Moisés 23 desde el primer día en adelante, para que vosotros y vuestros descendientes las cumpláis, deberéis hacer lo siguiente:
24 “Si la falta ha sido involuntaria y de todo el pueblo, todo el pueblo me ofrecerá un becerro como holocausto de olor agradable, con su correspondiente ofrenda de cereales y de vino, como Dios lo ha ordenado; además me ofrecerán un chivo como sacrificio por el pecado. 25 Luego el sacerdote celebrará el rito para obtener el perdón a favor de todo el pueblo de Israel, y yo los perdonaré, pues se trata de una falta involuntaria y ellos me presentaron su ofrenda y su sacrificio por el pecado. 26 Yo perdonaré a todo el pueblo de Israel y a los extranjeros que vivan entre vosotros, si la falta del pueblo ha sido involuntaria.
27 “Si la falta involuntaria la comete una persona en particular, esa persona ofrecerá como sacrificio por el pecado una cabrita de un año. 28 El sacerdote celebrará ante mí el rito para obtener el perdón por el pecado involuntario de esa persona, y yo la perdonaré. 29 La misma norma vale para los israelitas y para los extranjeros que vivan entre vosotros, si la falta cometida ha sido involuntaria.c
30 “Pero si una persona peca voluntariamente,d ya sea israelita o extranjera, me ofende a mí. Por lo tanto, esa persona será eliminada de entre su gente,e 31 pues despreció mi palabra y no cumplió mis órdenes; será eliminada del todo, y cargará con su maldad.”
El castigo por violar el sábado
32 Estando los israelitas en el desierto, encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado. 33 Los que lo encontraron lo llevaron ante Moisés y Aarón, y ante todo el pueblo, 34 y lo tuvieron bajo vigilancia, pues aún no se había decidido lo que debía hacerse con él. 35 Entonces dijo el Señor a Moisés: “Ese hombre debe ser condenado a muerte. Que todos los israelitas lo apedreen fuera del campamento.” 36 Entonces los israelitas lo sacaron del campamento y lo apedrearon hasta que murió, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Borlas con flecos en el borde de las vestiduras
37 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
38 “Diles esto a los israelitas: Vosotros y vuestros descendientes deberéis llevar borlas con flecos en el borde de vuestra ropa.f Las borlas serán de hilo morado. 39 Así, cuando veáis las borlas, os acordaréis de todos los mandamientos que yo os he dado y los cumpliréis, y no os dejaréis llevar por vuestros propios pensamientos y deseos, por los cuales habéis dejado de serme fieles. 40 Así os acordaréis de todos mis mandamientos y los cumpliréis, y estaréis consagrados a mí, que soy vuestro Dios. 41 Yo soy el Señor, el Dios vuestro, que os saqué de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy el Señor vuestro Dios.”
La rebelión de Coré
16
Un levita descendiente de Quehat, llamado Coré,a hijo de Ishar, y tres hombres más de la tribu de Rubén, llamados Datán y Abiram, hijos de Eliab, y On, hijo de Pélet, se rebelaron contra Moisés. A ellos se unieron otros doscientos cincuenta israelitas, hombres de autoridad en el pueblo, que pertenecían al grupo de consejeros y tenían buena fama. Todos ellos se reunieron, se enfrentaron con Moisés y Aarón, y les dijeron:
–¡Basta ya de privilegios!b Todo el pueblo ha sido consagrado por Dios, y el Señor está con todos nosotros. ¿Por qué vosotros os levantáis como autoridad suprema sobre el pueblo del Señor?
Al oir esto, Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y dijo a Coré y a los que le seguían:
–Mañana por la mañana el Señor hará saber quién le pertenecec y quién le está consagrado y puede presentarle las ofrendas. Solo podrá presentarle ofrendas aquel a quien él escoja. Haced lo siguiente: traed los incensarios de Coré y sus compañeros, ponedles brasas, echadles incienso y colocadlos mañana delante del Señor. El hombre a quien el Señor escoja, es el que le está consagrado. ¡Y basta ya,d levitas!
Luego dijo Moisés a Coré:
–Oídme, levitas: ¿Os parece poco que el Dios de Israel os haya escogido de entre el pueblo de Israel, y que estéis cerca de él y os ocupéis de los oficios del santuario del Señor y prestéis este servicio al pueblo? 10 El Señor ha querido que tú y los demás miembros de tu tribu, los levitas, estéis cerca de él, ¿y ahora ambicionáis también el sacerdocio? 11 Realmente Aarón no es nadie para que habléis mal de él; es contra el Señor contra quien tú y tus compañeros os habéis rebelado.
12 Luego Moisés mandó llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab, pero ellos respondieron:
–No queremos ir. 13 ¿Te parece poco habernos sacado de un país donde la leche y la miel corren como el agua,e para hacernos morir en el desierto, que además quieres ser nuestro jefe supremo? 14 Tú no nos has llevado a ningún país donde la leche y la miel corren como el agua, ni nos has dado campos ni viñedos. ¿Quieres que todos se dejen llevar como si fueran ciegos?f No, no iremos a verte.
15 Entonces Moisés se enojó mucho, y dijo al Señor:
–¡No aceptes sus ofrendas! Yo no les he quitado ni siquiera un asno, y tampoco he hecho mal a ninguno de ellos.
16 Después Moisés dijo a Coré:
–Presentaos mañana, tú y tus compañeros, delante del Señor. Aarón también estará allí. 17 Que cada uno lleve su incensario y le ponga incienso. Tú y Aarón llevaréis también vuestros incensarios, y los pondréis, junto con los otros doscientos cincuenta, delante del Señor.
18 Entonces cada uno tomó su incensario, le puso brasas e incienso y se colocó, junto con Moisés y Aarón, delante de la tienda del encuentro. 19 Coré ya había reunido contra ellos a todo el pueblog frente a la tienda del encuentro. La gloria del Señor se apareció entonces ante todo el pueblo, 20 y el Señor dijo a Moisés y Aarón:
21 –¡Apartaos de ese pueblo, que voy a destruirlo en un momento!
22 Pero ellos, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente, dijeron:
–Oh Dios, tú que das la vida a todos los hombres, ¿vas a enojarte con todo el pueblo por el pecado de un solo hombre?
23 El Señor respondió a Moisés:
24 –Diles a todos los israelitas que se aparten de la tienda donde están Coré, Datán y Abiram.
25 Moisés se levantó, seguido por los ancianos de Israel, y fue a donde estaban Datán y Abiram. 26 Entonces dijo al pueblo:
–Apartaos de las tiendas de esos hombres perversos y no toquéis nada de lo que les pertenece, no vaya a ser que también vosotros muráis por su pecado.
27 El pueblo se apartó de donde estaban Coré, Datán y Abiram. Datán y Abiram estaban a la entrada de su tienda, con sus mujeres y sus hijos, 28 y Moisés continuó:
–Con esto os voy a probar que es el Señor quien me ha enviado a hacer todas estas cosas, y que no las hago por mi propia voluntad. 29 Si estos hombres mueren de forma natural, como los demás hombres, es que el Señor no me ha enviado; 30 pero si el Señor hace algo extraordinario, y la tierra se abre y se los traga a ellos con todo lo que tienen, y caen vivos al fondo de la tierra, entonces sabréis que estos hombres han menospreciado al Señor.
31 En cuanto Moisés terminó de hablar, la tierra se abrió debajo de ellos 32 y se tragó a todos los hombres que se habían unido a Coré, junto con sus familias y todo lo que tenían.h 33 Cayeron vivos al fondo de la tierra,i con todas sus cosas, y luego la tierra volvió a cerrarse. Así fueron eliminados de entre los israelitas. 34 Al oirlos gritar, todos los israelitas que se encontraban alrededor salieron corriendo y diciendo: “¡No nos vaya a tragar la tierra a nosotros también!” 35 Además, el Señor envió un fuego que mató a los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido incienso.j
36 k Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
37 “Ordena a Eleazar, hijo de Aarón, que saque los incensarios de entre los restos del incendio, y que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos. 38 Los incensarios de estos hombres que han muerto por haber pecado, han quedado consagrados porque fueron usados para presentar incienso delante de mí. Que conviertan, pues, ese metal en láminas para recubrir el altar, y para que sirva de advertencia a los israelitas.”
39 El sacerdote Eleazar recogió los incensarios de bronce que habían presentado los hombres que murieron en el incendio, y ordenó que fueran convertidos en láminas para recubrir el altar. 40 Esta fue una advertencia a los israelitas de que nadie, aparte de los descendientes de Aarón, podía acercarse al altar para ofrecer incienso al Señor; de lo contrario, le pasaría lo que a Coré y a sus compañeros. Y todo se hizo tal como el Señor se lo había ordenado a Eleazar por medio de Moisés.
41 Al día siguiente, todo el pueblo de Israel empezó a hablar contra Moisés y Aarón. Decían:
–¡Estáis matando al pueblo del Señor!
42 Y todos se arremolinaban alrededor de Moisés y Aarón; pero ellos se dirigieron a la tienda del encuentro. En aquel momento la nube la cubrió, y se apareció la gloria del Señor.l 43 Entonces Moisés y Aarón fueron al frente de la tienda del encuentro, 44 y el Señor dijo a Moisés:
45 –¡Apartaos de toda esa gente, que la voy a destruir en un momento!
Moisés y Aarón se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente, 46 y Moisés dijo a Aarón:
–Trae tu incensario, ponle brasas del altar y échale incienso; vete en seguida a donde está el pueblo y pide a Dios perdón por ellos, porque la ira del Señor se ha encendido y la plaga ya comenzó.
47 Aarón hizo lo que le dijo Moisés, y se fue corriendo a donde estaba el pueblo reunido. La plaga enviada por Dios ya estaba haciendo estragos entre el pueblo. Entonces Aarón puso incienso y pidió a Dios perdón por el pueblo. 48 Luego se colocó entre los que ya habían muerto y los que todavía quedaban con vida, y la plaga se detuvo, 49 aunque ya para entonces habían muerto catorce mil setecientas personas, sin contar los que habían muerto antes, durante la rebelión de Coré. 50 Cuando la plaga terminó, Aarón volvió a la entrada de la tienda del encuentro para reunirse con Moisés.m
17 El bastón de Aaróna
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
“Ordena a los israelitas que cada uno de los jefes de tribu traiga un bastón,b o sea doce bastones en total. Tú escribirás el nombre de cada uno en su bastón, y en el bastón correspondiente a la tribu de Leví escribirás el nombre de Aarón, pues debe haber un bastón por cada jefe de tribu. Los colocarás en la tienda del encuentro, frente al arca del pacto, que es donde yo me encuentro con vosotros. Voy a hacer que retoñe el bastón de mi elegido, y así los israelitas no seguirán hablando mal de vosotros delante de mí.”
Moisés dijo esto mismo a los israelitas, y cada uno de los jefes de tribu le dio un bastón, reuniendo así doce bastones en total. Entre ellos estaba también el bastón de Aarón.c Moisés colocó los bastones delante del Señor en la tienda del pacto, y al día siguiente, cuando fue a la tienda, vio que el bastón de Aarón, correspondiente a la tribu de Leví, había retoñado:d había echado retoños y dado flores, y tenía almendras maduras. Entonces Moisés sacó de la presencia del Señor todos los bastones y se los mostró a los israelitas. Después de verlos, cada uno tomó su bastón.
10 Entonces el Señor dijo a Moisés: “Vuelve a poner el bastón de Aarón delante del arca del pacto, y guárdalo allí como advertencia para este pueblo rebelde. Así harás que dejen de hablar mal delante de mí, y no morirán.”
11 Moisés hizo todo tal como el Señor se lo ordenó, 12 pero los israelitas dijeron a Moisés: “¡Estamos perdidos! ¡Todos vamos a morir! 13 Todos los que se acercan al santuario del Señor, mueren. ¿Acaso vamos a morir todos?”e
Funciones específicas de sacerdotes y levitas
18
El Señor dijo a Aarón:
“Tú y tus hijos, junto con los demás miembros de la tribu de Leví, a la que perteneces, seréis responsables de las faltas que se cometan contra el santuario; pero solamente tú y tus hijos seréis responsables de las faltas que cometáis en vuestras funciones sacerdotales. Pero debes hacer que los demás miembros de la tribu de Leví, a la cual perteneces, te ayuden a ti y a tus hijos en el servicio ante la tienda del pacto. Ellos estarán a tu servicio y al servicio de la tienda, pero no se acercarán a los utensilios del santuario ni al altar; de lo contrario, morirán, y vosotros también. Ellos te acompañarán en el servicio de la tienda del encuentro y en todos los oficios correspondientes. Pero ninguna persona extraña debe acercarse a vosotros, que sois los encargados del servicio del santuario y el altar. Así no volveré a enojarme con los israelitas. Yo separé a tus hermanos los levitas de los demás israelitas para dároslos a vosotros, a fin de que sirvan en los oficios de la tienda del encuentro; pero solamente tú y tus hijos podréis desempeñar las funciones sacerdotales relacionadas con el altar o que se realizan tras el velo.a Este oficio os corresponde a vosotros, pues yo os he dado el derecho de ejercer las funciones sacerdotales. Si alguien oficia como sacerdote, sin serlo, será condenado a muerte.”
El sostenimiento de sacerdotes y levitas
El Señor dijo a Aarón:
“Yo he puesto bajo tu cuidado las ofrendas que se me hacen. Todas las ofrendas sagradas que los israelitas me hacen, os las doy a ti y a tus hijos como la parte que os corresponde;b esta será una norma para siempre. De los sacrificios que se queman,c te tocarán a ti todas las ofrendas de cereales y los sacrificios por el pecado o por la culpa que me ofrezcan los israelitas; todas estas ofrendas sagradas serán para ti y para tus hijos. 10 Todo varón de entre vosotros podrá comer de estas ofrendas, pero habrá de comerlas en un lugar consagrado, pues son sagradas.
11 “También te doy a ti, y a tus hijos e hijas que aún vivan contigo, las ofrendas especialesd que los israelitas me presenten. Esta será una ley permanente. Cualquier persona de tu familia que esté ritualmente pura, podrá comerlas. 12 También te doy los primeros frutos que los israelitas me traen cada año: lo mejor del aceite, y lo mejor del vino y del trigo. 13 Igualmente serán para ti los primeros frutos de las cosechas que ellos me ofrecen. Cualquier persona de tu familia que esté ritualmente pura, podrá comerlos. 14 Toda ofrenda que los israelitas me consagren,e será para ti.
15 “Todos los primogénitos de los israelitas o las primeras crías de los animales que me ofrecen, serán para ti.f Pero en el caso de los primogénitos de los hombres y de las primeras crías de los animales impuros, pedirás un rescate a cambio. 16 El rescate se pagará un mes después del nacimiento, y será de cinco monedas de plata, según la moneda oficial del santuario, que pesa once gramos.g 17 Pero no permitirás que sean rescatadas las primeras crías de las vacas, las ovejas o las cabras. Esas están reservadas para mí, y tendrás que matarlas; su sangre la derramarás sobre el altar, y su grasa la quemarás como ofrenda de olor agradable para mí. 18 Tú podrás quedarte con la carne, lo mismo que con el pecho del animal, que es la ofrenda especial, y con el muslo derecho. 19 Todas las contribuciones que los israelitas aparten para mí, te las doy a ti, y a tus hijos e hijas que aún vivan contigo. Esta es una ley permanente. Es un pacto invariable,h eterno, que yo hago contigo y con tus descendientes.”
20 El Señor dijo a Aarón:
“Tú no tendrás tierra ni propiedades en Israel, como los demás israelitas. Yo seré tu propiedad y tu herencia en Israel. 21 A los levitas les doy como propiedad esa décima partei que los israelitas deben entregar de sus productos, en pago del servicio que prestan en la tienda del encuentro. 22 Los demás israelitas no deben acercarse a la tienda del encuentro, porque cometerían un pecado que les traería la muerte. 23 Los levitas serán los únicos que se ocuparán del servicio de la tienda del encuentro, y serán responsables de las faltas que cometan. Esta será una ley permanente, que pasará de padres a hijos. Los levitas no tendrán territorio propio en Israel. 24 A ellos les he dado en propiedad la décima parte que los israelitas deben ofrecerme de sus productos. Por eso les he dicho que no tendrán territorio propio en Israel.”
25 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
26 “Diles a los levitas que cuando reciban de los israelitas esa décima parte de productos que yo les he dado como su propiedad, deberán reservar un décimo de ella para ofrecérmelo a mí.j 27 Esa será su contribución, semejante a la contribución que hacen los israelitas cuando dan una parte de su trigo y de su vino. 28 Así, de esa décima parte que les dan los israelitas, los levitas apartarán su contribución al Señor, y se la darán al sacerdote Aarón. 29 De todo lo que les den deberán separar una parte como contribución para mí; y la parte que me consagren debe ser la mejor.
30 “Diles también: ‘Una vez que hayáis separado la mejor parte para mí, el resto podéis considerarlo como si fuera vuestro trigo y vuestro vino, 31 y podréis comerlo vosotros y vuestras familias en cualquier lugar. Ese es vuestro salario por el servicio que prestáis en la tienda del encuentro. 32 Una vez que hayáis separado la mejor parte para mí, podréis comer el resto sin cometer pecado; de esta manera no profanaréis las ofrendas sagradas de los israelitas, y no seréis condenados a muerte.’ ”
Normas relativas a la purificación ritual
19
El Señor se dirigió a Moisés y Aarón, y les dijo:
“Yo, el Señor, doy esta orden: Diles a los israelitas que te traigan una vaca de pelo rojizo, que no tenga ningún defecto y a la que nunca antes le hayan puesto el yugo. Se la entregaréis al sacerdote Eleazar,a y él la sacará fuera del campamento y ordenará que la maten en su presencia. El sacerdote Eleazar tomará con el dedo un poco de sangre, y rociará con ella siete veces hacia la tienda del encuentro. Luego quemarán la vaca en su presencia, y quemarán también el cuero, la carne, la sangre y el estiércol. El sacerdote tomará en seguida madera de cedro, una ramita de hisopob y tela roja, y lo echará todo al fuego en que se quema la vaca; luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde. En cuanto al hombre que quemó la vaca, lavará también su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y quedará ritualmente impuro hasta la tarde. Otro hombre, que esté ritualmente puro, recogerá la cenizac de la vaca y la pondrá en un lugar puro fuera del campamento. Esa ceniza la utilizará el pueblo de Israel para preparar el agua de purificación. Todo esto es un sacrificio por el pecado. 10 El que recogió la ceniza, lavará su ropa, y quedará ritualmente impuro hasta la tarde. Esta es una ley permanente, que vale tanto para vosotros los israelitas como para los extranjeros que vivan entre vosotros.
11 “El que toque el cadáver de cualquier persona, quedará impuro durante siete días. 12 Al tercero y al séptimo día deberá purificarse con el agua de purificación, y quedará puro. Si no se purifica al tercero y al séptimo día, no quedará puro. 13 Si alguien toca el cadáver de una persona y no se purifica, profana el santuario del Señor y, por lo tanto, será eliminado de Israel. Puesto que no ha sido rociado con el agua de purificación, se encuentra en estado de impureza.d
14 “Las normas para cuando alguien muere en una tienda de campaña son estas: Todos los que se encuentren dentro de la tienda y todos los que entren en ella, quedarán impuros durante siete días. 15 Toda vasija destapada, o cuya tapa esté mal puesta, también quedará impura.
16 “En campo abierto, todo aquel que toque el cadáver de una persona, ya sea asesinada o muerta de forma natural, o unos huesos humanos, o una tumba, quedará impuro durante siete días.
17 “En tales casos de impureza se tomará un poco de la ceniza de la vaca sacrificada por el pecado, y se pondrá en una vasija para verterle encima agua de manantial. 18 Luego un hombre que esté puro tomará una ramita de hisopo, la mojará en el agua y rociará con ella la tienda, las vasijas y las personas que estaban allí, y también al que tocó los huesos o el cadáver de la persona asesinada o muerta de forma natural, o la tumba. 19 El hombre ritualmente puro debe rociar al impuro en los días tercero y séptimo. Al séptimo día ya lo habrá purificado. Entonces la persona impura lavará su ropa y se lavará a sí misma con agua, pero quedará impura hasta la tarde. 20 Si una persona ritualmente impura no se purifica, será eliminada de entre su pueblo, pues profana el santuario del Señor. Puesto que no fue rociada con el agua de purificación, sigue estando impura. 21 Esta es una ley permanente. El que rocía a otro con el agua de purificación, deberá lavar su ropa. El que toque el agua de purificación, quedará impuro hasta la tarde. 22 Todo lo que sea tocado por una persona impura, quedará impuro; y el que toque a una persona impura, quedará también impuro hasta la tarde.”
Agua de la roca
(Ex 17.1-7)
20
En el primer mesa del año, los israelitas llegaron al desierto de Sin,b y se quedaron durante algún tiempo en Cadés. Allí murió María y allí fue enterrada.
Como la gente no tenía agua, se juntaron todos en protestac contra Moisés y Aarón. Decían a Moisés:
–¡Ojalá hubiéramos muerto con los otros israelitas que hizo morir el Señor!d ¿Para qué habéis traído al pueblo del Señor a este desierto? ¿Acaso queréis que muramos nosotros y nuestro ganado? ¿Para qué nos sacasteis de Egipto y nos trajisteis a este horrible lugar? Aquí no se puede sembrar nada; y no hay higueras, viñedos ni granados. ¡Ni siquiera hay agua para beber!
Moisés y Aarón se alejaron del pueblo y se fueron a la entrada de la tienda del encuentro, y allí se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. Entonces la gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés:
–Toma el bastón y, con la ayuda de tu hermano Aarón, reúne a la gente. Luego, delante de todos, ordena a la roca que les dé agua, y verás que de la roca brotará agua para que beban ellos y el ganado.
Moisés tomó el bastón que estaba delante del Señor, tal como él se lo ordenó; 10 luego Moisés y Aarón reunieron a la gente delante de la roca, y Moisés les dijo:
–Escuchad, rebeldes: ¿acaso tendremos que sacar agua de esta roca para daros de beber?
11 Y diciendo esto, Moisés levantó la mano y golpeó dos veces la roca con el bastón, y brotó mucha agua. Así la gente y el ganado se pusieron a beber. 12 Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón:
–Puesto que vosotros no tuvisteis confianza en mí ni me honrasteis delante de los israelitas, no entraréis con esta gente en el país que les he dado.e
13 Ese es el manantial de Meribá,f donde los israelitas se querellaron contra el Señor y él les mostró su santidad.
Edom impide el paso a los israelitasg
14 Desde Cadés, Moisés envió unos mensajeros al rey de Edom, a decirle: “Tus hermanosh israelitas te envían este mensaje: ‘Tú bien sabes las dificultades por las que hemos atravesado. 15 Nuestros antepasados se fueron a Egipto y vivieron allá mucho tiempo, pero los egipcios nos maltrataron a nosotros, igual que a nuestros antepasados. 16 Pedimos entonces ayuda al Señor, que escuchó nuestros gritos, envió un ángeli y nos sacó de Egipto. Y aquí estamos ahora, en la ciudad de Cadés, en la frontera de tu país. 17 Te pedimos que nos dejes pasar por tu territorio. No pasaremos por los campos sembrados ni por los viñedos, ni beberemos agua de tus pozos. Iremos por el camino realj y no nos apartaremos de él hasta que hayamos cruzado tu territorio.’ ”
18 Pero el rey de Edom les respondió:
–¡No paséis por mi territorio, pues de lo contrario saldré a vuestro encuentro con mi ejército!
19 Los israelitas le explicaron:
–Seguiremos el camino principal, y si nosotros o nuestro ganado llegamos a beber agua de tus pozos, te la pagaremos. Lo único que queremos es pasar a pie por tu territorio.
20 Pero el rey de Edom les contestó:
–¡Pues no pasaréis!
Y salió al encuentro de los israelitas con un ejército fuerte y bien armado, 21 empeñado en no dejarlos pasar por su territorio. Entonces los israelitas buscaron otro camino.k
Muerte de Aarón
22 Todo el pueblo de Israel salió de Cadés en dirección al monte Hor.l 23 Allí, junto a la frontera de Edom, el Señor dijo a Moisés y a Aarón:
24 “Aarón va a morir, y no entrará en el país que yo he dado a los israelitas, porque junto al manantial de Meribám desobedecisteis mis órdenes.n 25 Tú, Moisés, lleva a Aarón y a su hijo Eleazar a la cumbre del monte Hor; 26 allí le quitarás a Aarón la ropa sacerdotal y se la pondrás a Eleazar. Aarón morirá allí.”
27 Moisés hizo lo que el Señor le ordenó. A la vista de todos los israelitas, subieron al monte Hor, 28 y allí Moisés le quitó a Aarón la ropa sacerdotal y se la puso a Eleazar.ñ Allí mismo, en la cumbre del monte, murió Aarón;o y Moisés y Eleazar bajaron del monte. 29 Al ver los israelitas que Aarón había muerto, lloraron por él durante treinta días.
21 Conquista de Hormáa
Cuando el rey cananeo de la ciudad de Arad, que vivía en el Négueb, oyó decir que los israelitas venían por el camino de Atarim, salió a pelear contra ellos e hizo algunos prisioneros.b Entonces los israelitas prometieron al Señor que, si él los ayudaba a conquistar aquel país, ellos destruirían por completoc todas sus ciudades. El Señor concedió a los israelitas lo que le habían pedido, y los ayudó a derrotar a los cananeos, y los israelitas destruyeron por completo a los cananeos, lo mismo que a sus ciudades, por lo que a aquel lugar le pusieron por nombre Hormá.d
La serpiente de broncee
Los israelitas salieron del monte Hor en dirección al mar Rojo,f dando un rodeo para no pasar por el territorio de Edom. En el camino, la gente perdió la paciencia, y empezaron a hablar contra Dios y contra Moisés. Decían:
–¿Para qué nos sacasteis de Egipto? ¿Para hacernos morir en el desierto?g No tenemos ni agua ni comida. ¡Ya estamos cansados de esta comida miserable!
El Señor les envió serpientes venenosas,h que los mordieron, y muchos israelitas murieron.i Entonces fueron a donde estaba Moisés y le dijeron:
–¡Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti! ¡Pídele al Señor que aleje de nosotros las serpientes!
Moisés pidió al Señor que perdonara a los israelitas, y el Señor le dijo:
–Hazte una serpiente como esas, y ponla en el asta de una bandera. Cuando alguien sea mordido por una serpiente, que mire a la serpiente del asta, y se salvará.
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en el asta de una bandera,j y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se salvaba.k
Etapas en la marchal
10 Los israelitas siguieron su camino y acamparon en Obot. 11 De Obot siguieron adelante y acamparon en Iié-abarim, en el desierto, al oriente del territorio de Moab.m 12 De allí siguieron y acamparon en el arroyo Zéred. 13 Luego siguieron adelante y acamparon al otro lado del río Arnón. Este río se encuentra en el desierto que se extiende desde el territorio de los amorreos, y sirve de frontera entre el territorio de Moab y el de los amorreos. 14 A eso se refiere lo que dice el Libro de las Guerras del Señor:n

“Pasamos por Vaheb, en la región de Sufá,ñ
por los arroyos y por el Arnón,
15 y por la orilla de los arroyos
que se extienden hasta la región de Ar
y llegan hasta la frontera de Moab.”

16 Del río Arnón siguieron hasta Beer.o Allí está el pozo donde el Señor dijo a Moisés: “Reúne al pueblo y yo les daré agua.” 17 Fue en esta ocasión cuando los israelitas cantaron:

“¡Brota, agua del pozo!
¡Cantadle al pozo!
18 ¡Los jefes lo cavaron con sus varas de mando,
los nobles del pueblo lo abrieron con sus bastones!”

Del desierto continuaron los israelitas hasta Mataná; 19 de Mataná a Nahaliel, de Nahaliel a Bamot, 20 y de Bamot al valle que está en el territorio de Moab, hacia las alturas de Pisgá,p desde donde se ve el desierto.
Victoria sobre Sihón, rey amorreo
(Dt 2.26-37)
21 Los israelitas mandaron unos mensajeros a Sihón, rey de los amorreos,q a decirle: 22 “Quisiéramos pasar por tu territorio. No nos meteremos en los campos sembrados ni en los viñedos, ni beberemos agua de tus pozos. Atravesaremos tu territorio yendo por el camino real.”r
23 Pero Sihón no dejó que los israelitas pasaran por su territorio, sino que juntó a toda su gente y salió al encuentro de ellos en el desierto, y al llegar a Jahas los atacó. 24 Pero los israelitas se defendieron y lo derrotaron, y ocuparon su territorios desde el río Arnón hasta el río Jaboc, es decir, hasta la frontera del territorio de los amonitas, la cual estaba fortificada. 25 Así pues, Israel ocupó todas esas ciudades de los amorreos, es decir, Hesbón y sus pueblos dependientes, y se quedó a vivir en ellas. 26 Hesbón era la ciudad donde vivía Sihón, el rey de los amorreos. Sihón había estado en guerra con el anterior rey de Moab y le había quitado todo aquel territorio hasta el río Arnón. 27 Por eso dicen los poetas:t

“¡Venid a Hesbón,
la capital del rey Sihón!
¡Reconstruidla, fortificadla!
28 Desde Hesbón, la ciudad de Sihón,
brotaron las llamas de un incendio,
que destruyeron a Ar de Moab
y las alturas que dominan el Arnón.
29 ¡Ay de ti, Moab!
¡Estás perdido, pueblo del dios Quemós!
Él ha dejado que tus hombres salgan huyendo,
que tus mujeres caigan en poder del rey Sihón.u
30 Fue destruido el poder de Hesbón;
de Dibón a Nófah todo quedó en ruinas,
y el fuego llegó hasta Medebá.”v
Victoria sobre Og, rey de Basán
(Dt 3.1-11)
31 Así pues, Israel ocupó el territorio amorreo. 32 Además, Moisés envió algunos hombres a explorar la ciudad de Jazer, y los israelitas conquistaron las ciudades vecinas y expulsaron a los amorreos que vivían allí. 33 Después volvieron en dirección de Basán, pero Og, el rey de Basán,w salió con todo su ejército a pelear contra ellos en Edrei. 34 Entonces el Señor dijo a Moisés: “No le tengas miedo, que yo voy a ponerle en tus manos, junto con todo su ejército y su país, y tú harás con él lo mismo que hiciste con Sihón, el rey amorreo que vivía en Hesbón.”
35 Así los israelitas mataron a Og, a sus hijos y a todo su ejército. No dejaron a nadie con vida, y se apoderaron de su territorio.

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-ltima actualización del programa: 7/4/2020