SALMO 119 (118)
119 Alabanzas a la ley de Diosa
– 1 –
1 Felicesb los que se conducen sin tacha
y siguen la enseñanzac del Señor.
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119
1 a Salmo 119 Este largo poema didáctico o sapiencial es el más cuidado de los salmos llamados “alfabéticos”. Consta de veintidós estrofas, de acuerdo con el número de letras del alfabeto hebreo, y cada estrofa, a su vez, está compuesta de ocho vs. que comienzan siempre con la letra correspondiente a la estrofa. En cuanto a su contenido, el salmo es un encendido elogio de la ley, entendida no solamente como un código de preceptos, sino también como el conjunto de las revelaciones y enseñanzas dadas por el Señor a Israel. Cf. Sal 1; 19.7-14. b 119.1 Felices: Véase Sal 1.1 n. c 119.1 Enseñanza: en heb. torá. Véase Sal 1.2 nota d.
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2 Felices los que atienden a sus mandatosd
y le buscan de todo corazón,
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2 d 119.2 Además de la palabra torá, que significa ley o enseñanza, el salmista emplea otros términos tomados del vocabulario de la literatura sapiencial o del lenguaje de los tribunales, tales como mandatos, preceptos, camino, mandamientos, decretos, leyes y palabras. Todos estos términos son prácticamente sinónimos, y se emplean con la finalidad estilística de evitar las repeticiones. Nótese que en cada v. se encuentra alguno de estos vocablos.
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3 los que no hacen nada malo,
los que siguen el camino del Señor.
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4 Tú has ordenado que tus preceptos
se cumplan estrictamente.
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5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la obediencia a tus leyes!
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6 No tendré de qué avergonzarme
cuando atienda a todos tus mandamientos.
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7 Te alabaré con corazón sincero
cuando haya aprendido tus justos decretos.
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8 ¡Quiero cumplir tus leyes!
¡No me abandones jamás!
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– 2 –
9 ¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia?
¡Viviendo conforme a tu palabra!
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10 Yo te busco de todo corazón;
no dejes que me aparte de tus mandamientos.
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11 He guardado tus palabras en mi corazón
para no pecar contra ti.
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12 ¡Bendito tú, Señor!
¡Enséñame tus leyes!
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13 Con mis labios contaré
todos los decretos que pronuncies.
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14 Me alegraré en el camino de tus mandatos
más que en todas las riquezas.
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15 Meditaré en tus preceptos
y pondré mi atención a tus caminos.
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16 Me alegraré con tus leyes
y no me olvidaré de tu palabra.
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– 3 –
17 ¡Concede vida a este siervo tuyo!
¡Obedeceré tu palabra!
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18 Abre mis ojos, para que contemple
las maravillas de tu enseñanza.
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19 Yo soy extranjero en esta tierra;
no escondas de mí tus mandamientos.e
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19 e 119.19 Sal 39.12; 1 P 2.11.
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20 Me siento oprimido a todas horas
por el deseo de conocer tus decretos.
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21 Tú reprendes a los insolentes y malditos
que se apartan de tus mandamientos.
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22 Aléjame de sus ofensas y desprecios,
pues he atendido a tus mandatos.
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23 Aunque hombres poderosos tramen hacerme daño,
este siervo tuyo meditará en tus leyes.
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24 Yo me alegro con tus mandatos;
ellos son mis consejeros.
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– 4 –
25 Estoy a punto de morir;
¡dame vida, conforme a tu promesa!
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26 Te he expuesto mi conducta y me has respondido.
¡Enséñame tus leyes!
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27 Dame entendimiento para seguir tus preceptos,
pues quiero meditar en tus maravillas.
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28 Estoy ahogado en lágrimas de dolor;
¡manténme firme, conforme a tu promesa!
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29 Aléjame del camino de la mentira
y favoréceme con tu enseñanza.
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30 He escogido el camino de la verdad
y anhelo tus decretos.
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31 Señor, me he apegado a tus mandatos;
¡no me llenes de vergüenza!
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32 Me apresuro a cumplir tus mandamientos
porque llenas de alegría mi corazón.
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– 5 –
33 Señor, enséñame el camino de tus leyes,
pues quiero seguirlo hasta el fin.
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34 Dame entendimiento para guardar tu enseñanza;
¡quiero obedecerla de todo corazón!
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35 Llévame por el camino de tus mandamientos,
pues en él está mi felicidad.
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36 Haz que mi corazón prefiera tus mandatos
a las ganancias mal adquiridas.
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37 No dejes que me fije en falsos dioses;
¡dame vida para seguir tu camino!
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38 Confirma a este siervo tuyo
las promesas que haces a los que te honran.
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39 Aleja de mí la ofensa que temo,
pues tus decretos son buenos.
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40 Yo he deseado tus preceptos;
¡dame vida, pues tú eres justo!
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– 6 –
41 Muéstrame, Señor, tu amor y tu salvación,
tal como has prometido.
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42 Así podré responder al que me ofenda,
pues confío en tu palabra.
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43 No quites de mi boca la palabra de verdad,
pues he puesto mi esperanza en tus decretos.
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44 ¡Quiero poner en práctica tu enseñanza,
siempre, por toda la eternidad!
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45 Así podré vivir en libertad,
pues he seguido tus preceptos.
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46 Hablaré de tus mandatos ante los reyes
y no sentiré vergüenza,
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47 pues amo tus mandamientos
y me alegro con ellos.
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48 Amo y anhelof tus mandamientos
y pienso mucho en tus leyes.
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48 f 119.48 Anhelo: otra posible traducción: recibo con gusto. Lit. levanto las manos a (véanse Sal 5.7 n.; 141.2 nota c).
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– 7 –
49 Recuerda la palabra que diste a este siervo tuyo:
en ella me hiciste poner la esperanza.
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50 Este es mi consuelo en la tristeza:
que con tus promesas me das vida.
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51 Los insolentes me ofenden sin cesar,
pero yo no me aparto de tu enseñanza.
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52 Recuerdo tus decretos de otros tiempos,
y en ellos, Señor, encuentro consuelo.
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53 Los malvados que abandonan tu enseñanza
me llenan de furor.
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54 Tus leyes han sido mis canciones
en esta tierra donde soy un extranjero.
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55 Señor, por las noches me acuerdo de ti;
¡quiero poner en práctica tu enseñanza!
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56 Esto es lo que me corresponde:
obedecer tus preceptos.
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– 8 –
57 Tú, Señor, eres todo lo que tengo;
he prometido poner en práctica tus palabras.
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58 De todo corazón he procurado agradarte;
trátame bien, conforme a tu promesa.
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59 Me puse a pensar en mi conducta
y volví a obedecer tus mandatos.
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60 Me he dado prisa, no he tardado
en poner en práctica tus mandamientos.
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61 Me han rodeado con trampas los malvados,
pero no me he olvidado de tu enseñanza.
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62 A medianoche me levanto a darte gracias
por tus justos decretos.
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63 Yo soy amigo de los que te honran
y de los que cumplen tus preceptos.
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64 Señor, la tierra está llena de tu amor;g
¡enséñame tus leyes!
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64 g 119.64 Sal 33.5
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– 9 –
65 Señor, tú has tratado bien a este siervo tuyo,
conforme a tu promesa.
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66 Enséñame a tener buen juicio y conocimiento,
pues confío en tus mandamientos.
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67 Antes de ser humillado cometí muchos errores,
pero ahora obedezco tu palabra.
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68 Tú eres bueno, y haces el bien;
¡enséñame tus leyes!
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69 Los insolentes me acusan falsamente,
pero yo cumplo tus preceptos de todo corazón.
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70 Ellos tienen la mente entorpecida,
pero yo me alegro con tu enseñanza.
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71 Me hizo bien haber sido humillado,
pues así aprendí tus leyes.
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72 Para mí vale más la enseñanza de tus labios,
que miles de monedas de oro y plata.
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– 10 –
73 Tú mismo me hiciste y me formaste;
¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos!
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74 Los que te honran se alegrarán al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
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75 Señor, yo sé que tus decretos son justos
y que tienes razón cuando me afliges.
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76 ¡Que tu amor me sirva de consuelo,
conforme a la promesa que me hiciste!
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77 Muéstrame tu ternura, y hazme vivir,
pues me siento feliz con tu enseñanza.
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78 Sean avergonzados los insolentes
que sin razón me maltratan;
yo quiero meditar en tus preceptos.
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79 Que se reúnan conmigo los que te honran,
los que conocen tus mandatos.
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80 Que mi corazón sea perfecto en tus leyes,
para no tener de qué avergonzarme.
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– 11 –
81 Con ansia espero que me salves;
¡he puesto mi esperanza en tu palabra!
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82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo: “¿Cuándo vendrás a consolarme?”
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83 Aunque soy un viejo inútil y olvidado,
no me he olvidado de tus leyes.
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84 ¿Cuánto más habré de esperar?
¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?
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85 Gente insolente que no sigue tu enseñanza
ha cavado trampas a mi paso.
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86 ¡Ayúdame, pues me persiguen sin motivo!
¡Tus mandamientos son todos verdaderos!
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87 Casi he sido borrado de la tierra,
pero no he descuidado tus preceptos.
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88 Dame vida, de acuerdo con tu amor,
y cumpliré los mandatos de tus labios.
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– 12 –
89 Señor, tu palabra es eterna;
¡afirmada está en el cielo!h
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89 h 119.89 Is 40.8.
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90 Tu fidelidad permanece para siempre;
tú afirmaste la tierra y quedó en pie.
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91 Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos,
porque todas ellas están a tu servicio.
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92 Si tu enseñanza no me trajera alegría,
la tristeza habría acabado conmigo.
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93 Jamás me olvidaré de tus preceptos,
pues por ellos me has dado vida.
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94 ¡Sálvame, pues soy tuyo
y he seguido tus preceptos!
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95 Los malvados esperan el momento de destruirme,
pero yo estoy atento a tus mandatos.
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96 He visto que todas las cosas tienen su fin,
pero tus mandamientos son infinitos.
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– 13 –
97 ¡Cuánto amo tu enseñanza!
¡Todo el día medito en ella!
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98 Tus mandamientos son míos para siempre;
me han hecho más sabio que mis enemigos.
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99 Entiendo más que todos mis maestros,
porque pienso mucho en tus mandatos.
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100 Entiendo más que los ancianos,
porque obedezco tus preceptos.
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101 He alejado mis pies de todo mal camino,
para cumplir tu palabra.
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102 No me he apartado de tus decretos,
porque tú eres quien me enseña.
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103 Tu promesa es más dulce a mi paladar
que la miel a mi boca.i
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103 i 119.103 Sal 19.10 ; Eclo 24.20 .
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104 De tus preceptos he sacado entendimiento;
por eso odio toda conducta falsa.
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– 14 –
105 Tu palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino.j
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105 j 119.105 Pr 6.23.
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106 Hice un juramento y lo voy a cumplir:
¡pondré en práctica tus justos decretos!
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107 Señor, me siento muy afligido;
¡dame vida, conforme a tu promesa!
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108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios
y enséñame tus decretos.
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109 Siempre estoy en peligro de muerte,
pero no me olvido de tu enseñanza.
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110 Los malvados me tienden trampas,
pero no me aparto de tus preceptos.
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111 Mi herencia eterna son tus mandatos,
porque ellos me alegran el corazón.
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112 De corazón he decidido practicar tus leyes
siempre y hasta el fin.
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– 15 –
113 Odio a la gente hipócrita,
pero amo tu enseñanza.
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114 Tú eres quien me ampara y me protege;
en tu palabra he puesto mi esperanza.
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115 ¡Alejaos de mí, malvados,
que quiero cumplir los mandatos de mi Dios!
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116 Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré;
¡no defraudes mi esperanza!
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117 Ayúdame y estaré a salvo;
así cumpliré siempre tus leyes.
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118 Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes,
porque sus pensamientos no tienen sentido.
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119 Los malvados de la tierra son para ti como basura;
por eso yo amo tus mandatos.
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120 Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti;
¡siento reverencia por tus decretos!
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– 16 –
121 Nunca he dejado de hacer lo que es justo;
no me abandones en manos de mis opresores.
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122 Hazte responsable de mi bienestar;
que no me maltraten los insolentes.
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123 Mis ojos se consumen esperando que me salves,
esperando que me libres, conforme a tu promesa.k
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123 k 119.123 Que me libres, conforme a tu promesa: otra posible traducción: que cumplas con tu justa promesa.
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124 Trata a este siervo tuyo de acuerdo con tu amor;
¡enséñame tus leyes!
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125 Yo soy tu siervo. Dame entendimiento,
pues quiero conocer tus mandatos.
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126 Señor, ya es tiempo de que hagas algo,
pues han desobedecido tu enseñanza.
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127 Por eso yo amo tus mandamientos
mucho más que al oro fino.
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128 Por eso me guíol por tus preceptos
y odio toda conducta falsa.
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128 l 119.128 Me guío: según las versiones griega (LXX) y latina (Vulgata). Heb. oscuro.
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– 17 –
129 Tus mandatos son maravillosos;
por eso los obedezco.
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130 La explicación de tus palabras ilumina,
instruye a la gente sencilla.
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131 Con gran ansia abro la boca,
pues deseo tus mandamientos.
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132 Mírame y ten compasión de mí,
como haces con los que te aman.
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133 Hazme andar conforme a tu palabra;
no permitas que la maldad me domine.
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134 Líbrame de la violencia humana,
pues quiero cumplir tus preceptos.
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135 Mira con buenos ojos a este siervo tuyo
y enséñame tus leyes.
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136 Ríos de lágrimas salen de mis ojos,
porque no se respeta tu enseñanza.
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– 18 –
137 Señor, tú eres justo;
rectos son tus decretos.
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138 Todos tus mandatos
son justos y verdaderos.
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139 Me consume el celo que siento por tus palabras,
pues mis enemigos se han olvidado de ellas.
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140 Tu promesa ha pasado las más duras pruebas;
por eso la ama este siervo tuyo.
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141 Humilde soy y despreciado,
pero no me olvido de tus preceptos.
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142 Tu justicia es siempre justa
y tu enseñanza es la verdad.
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143 Me he visto angustiado y en aprietos,
pero tus mandamientos me alegraron.
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144 Tus mandatos son siempre justos;
¡dame entendimiento para que pueda yo vivir!
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– 19 –
145 Señor, te llamo con todo el corazón;
¡respóndeme, pues quiero cumplir tus leyes!
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146 A ti clamo, ayúdame
para que cumpla tus mandatos.
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147 Antes de amanecer, me levanto a pedirte ayuda;
he puesto mi esperanza en tu promesa.
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148 Antes de anochecer, mis ojos ya están velando
para meditar en tu promesa.
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149 Oye mi voz, Señor, por tu amor;
dame vida, conforme a tu justicia.
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150 Están cerca mis crueles perseguidores,
pero están lejos de tu enseñanza.
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151 Tú, Señor, estás cerca
y todos tus mandamientos son verdaderos.
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152 Desde hace mucho conozco tus mandatos,
establecidos por ti eternamente.
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– 20 –
153 Mira mi aflicción y líbrame,
pues no me he olvidado de tu enseñanza.
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154 Defiende mi caso y rescátame;
¡dame vida, conforme a tu promesa!
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155 Tu ayuda está lejos de los malvados,
porque no siguen tus leyes.
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156 Señor, es muy grande tu ternura;
dame vida, conforme a tu justicia.
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157 Muchos son mis enemigos y opresores,
pero yo no me aparto de tus mandatos.
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158 No soporto a los traidores,
a los que no obedecen tus mandamientos.
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159 Señor, mira cómo amo tus preceptos;
¡dame vida, por tu amor!
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160 En tu palabra se resume la verdad;
eternos y justos son todos tus decretos.
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– 21 –
161 Hombres poderosos me persiguen sin motivo,
pero mi corazón reverencia tus palabras.
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162 Yo me siento feliz con tu promesa,
como quien se encuentra un gran tesoro.
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163 Odio la mentira, no la soporto;
pero amo tu enseñanza.
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164 A todas horas te alabo
por tus justos decretos.
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165 Los que aman tu enseñanza gozan de mucha paz
y nada los hace caer.
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166 Señor, espero que me salves,
pues he puesto en práctica tus mandamientos.
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167 Yo obedezco tus mandatos
y los amo de todo corazón.
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168 Yo obedezco tus preceptos y mandatos;
¡tú conoces toda mi conducta!
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– 22 –
169 Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia;
¡dame entendimiento, conforme a tu palabra!
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170 Llegue mi oración a tu presencia;
¡líbrame, conforme a tu promesa!
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171 Brote de mis labios la alabanza,
pues tú me has enseñado tus leyes.
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172 Entonen mis labios un canto a tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.
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173 Esté lista tu mano a prestarme ayuda,
porque he preferido tus preceptos.
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174 Señor, ¡deseo que me salves
y me siento feliz con tu enseñanza!
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175 Quiero vivir para alabarte;
que tu justicia me ayude.
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176 Me he extraviado como una oveja;m ¡ven en busca mía,
pues no me he olvidado de tus mandamientos!
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176 m 119.176 Is 53.6; Jer 50.6; Ez 34.11-16. |
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