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1 a 11.1 Jefté es la transcripción de un nombre hebreo que significa (Dios) abre o libera. Cf. Heb 11.32.
b 11.1 El nombre Galaad se emplea casi siempre para designar una región, pero aquí, según parece, se refiere al antepasado común de todos los habitantes de aquel lugar. Como el padre de Jefté era probablemente un desconocido, el texto bíblico lo presenta simplemente como hijo de aquel antepasado común.
3 c 11.3 Tob: región y ciudad al norte de Galaad, cuyo nombre parece haber sobrevivido en el de el-Tayibah, lugar situado al oriente del Jordán, cerca de las fuentes del río Jarmuk. Cf. 2 S 10.6.
4 d 11.4 Los amonitas habitaban en Transjordania, un poco más al este del territorio ocupado por las tribus israelitas que se habían instalado en aquella región. Cf. Jos 1.12-17; Jue 11.13.
11 e 11.11 El acuerdo entre Jefté y los ancianos de Galaad es ratificado solemnemente en el santuario de Mizpa, nombre que significa puesto de guardia (cf. Gn 31.49). Allí el Señor fue testigo del pacto (cf. v. 10) y desde allí vigilaba la observancia o el incumplimiento de las obligaciones contraídas.
17 f 11.16-17 La llegada de los israelitas a Cades y la negativa del rey de Edom se relatan más detalladamente en Nm 20.14-21.
20 h 11.20 Jahaza: Dt 2.32.
22 i 11.19-22 Nm 21.21-24.
24 j 11.24 Solo en este texto se presenta a Quemos como dios de los amonitas (cf. v. 14). En todos los otros pasajes del AT, él es el dios de Moab (1 R 11.7,33; 2 R 23.13; Jer 48.7) y Moab es llamado pueblo de Quemos ( Nm 21.29; Jer 48.46). El dios de los amonitas era Milcom (1 R 11.5,33; 2 R 23.13; Jer 49.1).
29 l 11.29 El espíritu de Jehová vino sobre: Respecto de esta expresión, véase Jue 3.10 n.
m 11.29 Galaad y Manasés: Véase Jos 13.29 n.
30 n 11.30 Nm 32.24; Sal 66.13-14. Según una creencia bastante común en la antigüedad, el que había hecho un voto ya no podía volverse atrás, sino que debía cumplirlo indefectiblemente. Es decir, que con el voto sucedía lo mismo que con la bendición y la maldición: una vez pronunciado, parecía quedar fuera del dominio del que lo había hecho, como si hubiera adquirido existencia independiente. De ahí la recomendación de no hacer votos a la ligera ( Pr 20.25; Ec 5.4-5). Véanse Gn 27.4 nota d; 27.33 n.; Sal 147.15 n.
31 ñ 11.31 Jefté promete ofrecer en sacrificio una víctima humana, pensando que de ese modo realizaba un acto agradable a Dios.
34 o 11.34 Cf. Ex 15.19-21; 1 S 18.6.
35 p 11.35 Cf. Nm 30.1-2.
37 q 11.36-37 En el antiguo Israel, como en muchos otros pueblos, se consideraba una desgracia y un deshonor el que una mujer no tuviera hijos. Cf. Gn 16.1-5; 30.23; 1 S 1.11; Véase Lc 1.25 n.
39 r 11.39 La ley de Moisés prohibía terminantemente los sacrificios humanos ( Lv 18.21; 20.2-5; Dt 12.31), pero los israelitas los practicaron ocasionalmente (2 R 16.3; 21.6; cf. Jer 7.31; 19.5; 32.35), lo mismo que sus vecinos (2 R 3.26-27). En este caso, el texto bíblico no pronuncia ningún juicio sobre la calidad moral de la acción realizada por Jefté, sino que se limita a referir el hecho.
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