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Isaías 10

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10
a 10.1-4 En este pasaje (véase Is 9.8--10.4 n.), mi pueblo podría referirse al reino del norte; pero el uso del término en Is 1.3 y las acusaciones hechas aquí (cf. Is 1.23; 3.13-15) indican más probablemente a Judá.
b 10.5-34 Cf. Is 14.24-27; Nah 1--3; Sof 2.13-15. Los v. 5-19 afirman con especial vigor el gobierno divino de la historia. El Señor no solo se ocupa de su propio pueblo, sino que es el soberano de todas las naciones. Al rey de Asiria lo envió para castigar los pecados de Judá, pero aquel desbordó con arrogancia los límites de su misión y por eso fue humillado. Luego, el profeta vuelve a referirse al tema del «resto» (v. 20-23), relata el ataque del invasor en el estilo de una balada guerrera (v. 28-32) y concluye con una referencia al juicio de Dios sobre aquellos mismos que atacaron a su pueblo (v. 33-34).
c 10.5 Vara... mi ira: otra posible traducción: palo con que yo en mi ira castigo, la vara que uso cuando me enojo.
d 10.6 Una nación pérfida: la de Judá, a causa de su rebelión contra Dios.
e 10.9 Los nombres corresponden a ciudades arameas conquistadas por Asiria. El monarca asirio instalaba en ellas reyes vasallos y se designaba a sí mismo «rey de reyes».
f 10.9 Damasco, capital del reino arameo de Siria, fue tomada por Tiglat-pileser III en el 731 a.C. Samaria, capital de Israel, cayó bajo el ataque de su hijo Sargón II, en el 721 a.C.
10 g 10.10 Cuyas imágenes eran más: Desde el punto de vista pagano, las naciones o las ciudades eran tanto más fuertes cuanto más numerosos eran sus dioses o ídolos.
12 h 10.12 El monte Sión: Véase Sal 2.6 n.
15 i 10.15 Se recoge la imagen del v. 5 para indicar la soberanía de Dios sobre sus instrumentos de castigo.
18 j 10.16-18 Las imágenes del ardor de fuego y el fuego que quema el bosque se unen para indicar que Dios destruirá a Asiria; posiblemente se trata del episodio relatado en Is 37.36. Cf. 2 R 19.20-32.
21 k 10.20-23 Isaías, recurriendo al juego de palabras que hay en el nombre de su hijo Sear-jasub (véase Is 7.3 nota d ), indica el doble aspecto, alentador y a la vez amenazante, de la promesa: por una parte, algunos (un resto) volverán (v. 21); pero, por otra, serán solo unos cuantos (v. 22). Acerca del tema del «resto», véase Is 4.2-6 n.
22 l 10.22 Aquí se recuerda la promesa hecha a Abraham (Gn 22.17; 32.12); los v. 22-23 se citan en Ro 9.27-28.
24 m 10.24 Sión: Véase Sal 2.6 n.
n 10.24 No temas de Asiria: Cf. Is 37.6.
26 ñ 10.26 Jue 7.23-25.
o 10.26 El mar: es decir, el Éufrates, río de Asiria llamado mar por la importancia de su caudal.
27 p 10.27b-34 En este vibrante poema, el profeta enumera las ciudades invadidas por las tropas asirias, hasta el momento en que el invasor da la orden de atacar el monte Sión (v. 32). Entonces interviene el Señor con su violencia (v. 33), de manera que el enemigo es derrotado por intervención divina y no por la fuerza de las armas (v. 33-34). Véanse Sal 46 nota a ; 48 n.; 76 n. Cf. también Is 14.4-27; 37.22-35.
q 10.27 El yugo se pudrirá por cuanto tú eres mi ungido: texto probable; heb. el yugo será quebrado por el aceite.
28 r 10.28-32 Este y los demás nombres mencionados aquí pertenecen a lugares cercanos a Jerusalén, por los que tendría que pasar un invasor (v. 27) que viniera del norte. El estilo conciso del pasaje describe gráficamente el incontenible avance del enemigo y el terror (v. 29) que causará cuando ataque Jerusalén (véanse las notas a los Is 10.5-34).
30 s 10.30 Pobrecita: según una versión antigua: Responde.
33 t 10.33-34 El profeta compara la intervención divina para castigar a la nación enemiga con la tala de un bosque.
34 u 10.34 El Líbano, al norte de Palestina, era famoso por sus cedros (cf. Is 40.16), árboles muy altos y de madera aromática. Véase Índice de mapas.

© 1995 Sociedades Bíblicas Unidas




-ltima actualización del programa: 7/4/2020