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1 a 48 Canto de Sión, compuesto para ser cantado cuando los israelitas «subían» a Jerusalén con motivo de las grandes fiestas de peregrinación ( Ex 23.14-19; Dt 16.1-17). Con él se exalta el poder que despliega Jehová desde su santuario y que asegura a la ciudad santa una constante protección. Cf. Sal 46; 76; 84; 122.
2 b 48.2 Aquí no se trata de una mera indicación geográfica, sino de una expresión metafórica. Según la creencia cananea, a los lados del norte (heb. Safón) se encontraba la cima del monte donde se reunían los dioses (cf. Is 14.13). El salmista se vale de esta imagen para indicar que Sión, y no aquella montaña mitológica, es el verdadero monte de Dios.
5 d 48.5 Cf. 2 R 19.32-36.
7 e 48.7 Las naves de Tarsis eran las que podían navegar en alta mar ( Ez 27.25). En cuanto al sitio llamado Tarsis, aún no se ha podido localizar con exactitud. Algunos textos parecen indicar que se trataba de un lugar situado en Arabia, en la India o en la costa africana (cf. 1 R 10.22; 22.48); otros, en cambio, sugieren más bien alguna localidad en las costas del Mediterráneo (cf. Jon 1.3). Algunos autores identifican a Tarsis con Tarteso, en la Península Ibérica, que en la antigüedad era considerada como uno de los extremos de la tierra.
11 f 48.11 Las hijas de Judá: es decir, las ciudades de Judá. Cf. Sal 97.8.
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