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1 a 87 Este salmo pertenece al grupo de los «cantos de Sión» (cf. Sal 46; 48; 76; 122). El salmista celebra a Jerusalén como ciudad de Dios y madre espiritual de todos los pueblos. Cf. Is 2.2-5; Miq 4.1-3; Zac 8.20-23. Véase Sión en la Concordancia temática.
b 87 Los hijos de Coré: Véase Sal 42 nota b.
c 87.1 El monte santo: el monte Sión y las colinas sobre las que está situada la ciudad de Jerusalén ( Sal 125.2).
2 d 87.2 Las moradas de Jacob: designación poética de los antiguos y venerables santuarios israelitas, como Bet-el, Siquem y Silo. La predilección de Jehová por las puertas de Sión, es decir, por la ciudad de Jerusalén, se puso de manifiesto cuando David trasladó al monte Sión el Arca del pacto (2 S 6.12-19). Véase Jerusalén en la Concordancia temática.
4 e 87.4 Rahab: referencia a Egipto. Este nombre evocaba para los israelitas la figura de un monstruo antiguo, en el que estaban representadas simbólicamente todas las potencias enemigas de Dios. Sal 89.10. Cf. Job 9.13; 26.12; Is 51.9.
f 87.4 Los pueblos aquí mencionados representan a todas las naciones de la tierra. Es sorprendente que en la lista figuren algunos de los más encarnizados enemigos de Israel.
6 g 87.6 El salmista presenta a Jehová como si anotara en un libro los nombres de todos los pueblos (cf. Neh 12.22-23; Ez 13.9; Lc 2.1-3). Al quedar anotados en ese registro, los nacidos en todas las naciones pasarán a ser considerados ciudadanos nativos de Jerusalén, de manera que esta se convertirá en la verdadera patria de todos los seres humanos, la patria universal.
7 h 87.7 Mis fuentes: heb.; otra traducción posible, (basada en la versión griega LXX): Mi hogar.
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